Mientras caminas, puedes meditar. Al hacerlo, besa la tierra. O como dice el maestro zen de origen vietnamita Thich Nhat Hanh: "Camina como si estuvieras besando la Tierra con tus pies".
Para meditar caminando, la espalda debe permanecer erguida, pero al mismo tiempo distendida y con los hombros sueltos.
La cabeza se dirige hacia el cielo, mientras que notamos en todo momento el peso de los pies y su contacto con la tierra o el suelo, plena y firmemente a cada paso.
Siempre que sea posibles, es mejor hacerlo descalzos. Avanzamos libres, sólidos, sin prisas y ante todo, presentes en el aquí y ahora.
Meditar caminando ayuda a corregir las malas posturas, como las rodillas hacia atrás y los hombros caídos.