Escucha la meditación guiada en forma de podcast de Lidia González Alija para conectar con tu empatía. 

La empatía es una comprensión respetuosa de lo que otra persona está experimentando. Esa comprensión se basa en percibir los sentimientos y necesidades que generan sus acciones.

Dado que los sentimientos y necesidades humanas básicas son universales, cuando conseguimos acercarnos a otras personas a través de la empatía traspasamos la ilusión de separación para reconocernos como iguales en la esencia misma de nuestra condición humana. Eso nos lleva a reconocer que en el origen de toda acción siempre hay una buena intención, la necesidad básica de sentirnos amados, aceptados y valorados. A través de la meditación podemos cultivar la empatía para conseguir este objetivo.

Recibir empatía para dar empatía

Que surjan malentendidos en nuestras relaciones es algo muy común, ya que inconscientemente tendemos a ver nuestras dificultades internas reflejadas en las acciones de las demás personas, especialmente cuando esas dificultades no han sido procesadas en nosotros mismos.

Debemos asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos y emociones, aunque éstas sean estimuladas a través de nuestras interacciones con otras personas.

Cuando no asumimos esa responsabilidad, tendemos a tomarnos las acciones de los demás como un ataque y nuestro sistema de defensa suele responder a través de juicios, acusaciones, exigencias, culpas, o cualquier otra forma de violencia. A nivel emocional y sensorial, esta respuesta puede ser en forma de rabia y contracción.

Esta manera de aproximarse a las relaciones genera dinámicas conflictivas y tóxicas que crean muchas barreras de separación entre nosotros y las demás personas, aparte de mucho malestar y sufrimiento. Y desde estas dinámicas, es muy difícil que nuestras necesidades sean satisfechas.

En situaciones que nos remueven especialmente, es importante que primero nos ocupemos de darnos empatía a nosotros mismos para sobrepasar los pensamientos que ocupan nuestra mente, reconocer nuestros sentimientos y reconocer también las necesidades más profundas que se derivan de ellos.

Una vez hayamos acogido nuestras propias emociones y reconocido nuestras necesidades, tendremos espacio y perspectiva para empatizar con otras personas.

Desde ese lugar, podremos percibir con más claridad la parte vulnerable de la otra persona y las necesidades reales que pueden estar tras sus palabras o acciones. Esto hace que conectemos a un nivel más profundo al reconocer la humanidad que tenemos en común, independientemente de si estamos de acuerdo o no con las estrategias que esa persona está poniendo en marcha para cubrir esas necesidades (a menudo desarrolladas inconscientemente desde la niñez).

Conectar desde la empatía promueve el crecimiento en lugar del odio y estimula la conexión a un nivel más profundo y humano. Desde la empatía nos centramos en lo que nos une a las demás personas en lugar de en lo que nos separa.

Cómo meditar para cultivar la empatía

  • Siéntate con las espalda recta. Puedes cerrar tus ojos. Deja que tu cuerpo se relaje en esta postura.
  • Céntrate en el flujo de tu respiración sin la necesidad de cambiar nada.
  • Ahora puedes recordar alguna situación con alguna persona en la que no haya habido entendimiento, quizás una situación de conflicto.
  • Siente con mucha curiosidad las sensaciones internas y las emociones que surgen en tu cuerpo de este recuerdo.
  • Deja que las sensaciones estén ahí, agradeciéndoles por mostrarte una parte de ti. Localízalas en un lugar concreto de tu cuerpo y obsérvalas siguiendo su flujo, su transcurso y su transformación.
  • Pregunta a esas sensaciones qué es lo que necesitan, y escucha su respuesta sensorial con atención.
  • Siente cómo te sienta haber escuchado a esa parte de ti y a sus necesidades.
  • Desde esta empatía por ti misma o por ti mismo es posible que ya tengas espacio para ofrecer empatía a otra persona.
  • Visualiza la imagen de esa persona y poco a poco haz que se transforme en la imagen del niño o niña que esa persona fue.
  • Obsérvala con compasión y date cuenta de las partes vulnerables en ella que la han llevado a desarrollar estrategias para sentirse amada, aceptada, valorada.
  • Respira profundamente para dar espacio a tus sensaciones presentes e inúndate de ellas.
  • Reconoce que en el fondo de las acciones de esa persona está la necesidad humana básica de ser amada.
  • Transforma de nuevo la imagen de esa niña o niño en la persona adulta que es ahora, manteniendo la sensación de compasión en ti y observando esa necesidad en el origen de sus acciones.
  • Poco a poco puedes empezar a moverte según lo que tu cuerpo te pida para ir saliendo de la meditación.
  • Cuando lo sientas, abre tus ojos.