Pocas cosas hay tan importantes como la amistad. Y no, esto no es una taza de Mr. Wonderful. Es lo que nos explica la psicóloga y autora de Conjuros de Bien-estar, Olga Albaladejo. “Las amistades son uno de los pilares más importantes de nuestra salud mental”, asegura en una breve entrevista para Cuerpomente. “De hecho”, añade, “, la psicología científica considera que una amistad verdadera está basada en aprecio mutuo, confianza, apoyo emocional, autenticidad y reciprocidad (Fehr, 1996). Son vínculos que no se eligen por contrato, sino por afinidad, vivencias compartidas y complicidad emocional”.
Sin embargo, que la amistad sea por lo general un vínculo profundo, no significa que no sea al mismo tiempo algo frágil. “No se rompen solo por traciones”, nos asegura la experta, “muchas veces, lo que daña una amistad no es qué se dice, sino cómo se dice o incluso lo que no se dice”. Desde luego, el lenguaje cotidiano marca la diferencia. Y es por eso por lo que Albaladejo nos advierte sobre algunas frases que jamás debemos decir a nuestros amigos si no queremos que el vínculo se acabe resintiendo.
Estás exagerando
La primera, en toda la cara. ¿Te la han dicho alguna vez? Seguro que, si ha sido así, todavía escuece. Y es que, como explica la psicóloga, “esta frase invalida lo que el otro siente. No se cuestiona el hecho, sino la emoción. Y en una amistad, sentir que tus emociones están fuera de lugar genera una herida profunda”.
La frase se clava como una espina, “porque nos hace sentir que debemos censurarnos para ser aceptados”, añade Albaladejo. Y en una amistad, debe haber espacio para la autenticidad y la vulnerabilidad.
Yo en tu lugar lo habría hecho diferente
“Aunque suena a consejo, esconde un juicio”, advierte la psicóloga sobre esta frase que puede que hasta tú misma hayas dicho alguna vez en voz alta. Si es así, ten cuidado y no lo vuelvas a hacer. Porque la experta nos explica que esta frase “no acompaña; compara. Y cuando alguien está pasando por algo difícil, lo último que necesita es competir con versiones alternativas de sí mismo”.
Al final, esta famosa frasecita “en lugar de dar apoyo, genera distancia y culpa”, asegura Albaladejo. ¿Y qué clase de amistad es esa en la que uno encuentra culpa y no apoyo?
Si no te digo nada, es porque estoy a mil
¿Eres de las que retrasa una y otra vez la quedada con tus amigas? ¿Les das largas y se te olvida llamarlas? “Todos tenemos vidas ocupadas”, nos advierte Olga Albaladejo, “pero en una amistad, el silencio prolongado puede vivirse como abandono”.
Esto es algo que la experta ve cada día en terapia. Recuerda, por ejemplo, que no hace mucho una pacienta le decía, “compartí algo muy importante con mis amigos en el grupo… y silencio total. Lo dejaron en visto. Como si no importara.”
“Ese Next emocional (el famoso ignorar con cortesía digital) puede doler tanto o más que una discusión”, continua la experta. Y en este caso, “la herida no es solo lo que pasa, sino lo que no pasa. La falta de respuesta también dice mucho, y a veces, rompe”, concluye Albaladejo.
Es que tú eres muy sensible
Personalmente, lectora, me decían esta frase a menudo. Y me reventaba. Esa persona, como es evidente, ya no es mi amiga. “La sensibilidad no es un defecto, pero muchas veces se usa como excusa para no revisar el propio comportamiento”, nos explica la psicóloga (y alivia cierta parte de mi herida pasada, debo confesar).
“Esta frase genera una dinámica muy destructiva: la persona empieza a callar lo que siente para no molestar”, continua. De esta forma, la emoción del otro se convierte en un problema a corregir, ignorando el problema real.
Siempre haces lo mismo
Para acabar, la experta nos recuerda que “nada mata más una conversación que una generalización”. Por eso el “siempre haces lo mismo” o el “nunca haces esto otro”, son frases que pueden convertir “un conflicto puntual en un historial de errores”.
Con solo aparecer en la conversación, asegura la psicóloga, “borra todo lo bueno y deja una sensación de juicio perpetuo. Cuando la usamos, sellamos un veredicto: la relación ya no tiene margen de cambio.”
Otras cosas que no decimos, pero que dañan la amistad
Para acabar, Albaladejo nos recuerda que las palabras no son la única forma que tenemos de romper una relación. Hay otros gestos y comportamientos sutiles que pueden acabar poniendo un punto final a cualquier amistad. Entre los más importantes, la experta señala estos cuatro.
- No alegrarse por los logros del otro. El entusiasmo fingido (o la falta de él) se nota. Una amistad sana celebra contigo lo bueno, no solo te acompaña en lo malo.
- No pedir perdón. A veces no hace falta tener la culpa. Pero cuando alguien se ha sentido herido, reconocerlo es un acto de amor.
- No preguntar. Si alguien importante desaparece un tiempo, no hace falta que nos lo cuente todo. Pero preguntar “¿estás bien?” puede sostener mucho más de lo que imaginamos.
- No compartir nada personal nunca. Si solo uno se abre, la relación deja de ser mutua. La amistad también es un espejo: si no se refleja en ambos lados, se apaga.
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