Nunca sabemos cuándo la vida va a darnos un revés y a cambiar las reglas del juego de forma permanente. Fue lo que le sucedió a Pablo Tovar cuando un accidente de tráfico lo dejó en su silla de ruedas. En su primer libro, Reinventar el camino, lo escribe sin miedo. “Gracias a ese accidente tuve que afrontar mi vida y terminar mi carrera. Gracias a ese accidente competí a nivel profesional y fui campeón de España en esquí alpino adaptado. Gracias a ese accidente desperté, decidí cambiar y estudiar otra carrera”.
Fue psicología, y también gracias a todo ello, Tovar concede esta entrevista para Cuerpomente. En ella nos cuenta cómo convertir los obstáculos en oportunidades, cómo lidiar con la pérdida y cómo el deporte puede salvarnos, en más de un sentido.
Un giro inesperado
Desde tu punto de vista, ¿existe algo parecido al secreto de la felicidad? Y si existe, ¿cuál es?
Creo que la palabra felicidad está demasiado manoseada. No es un estado permanente, sino que es algo que va y viene y para mí se asemeja más a la serenidad que a cualquier otra cosa.
Si existe un secreto, cada uno tiene el suyo. No creo que haya una receta que sirva para todo el mundo, porque a cada uno le aportan unas cosas y a otro le aportan otras, ¿no? Entonces yo creo que algo estándar para todo el mundo no existe.
Tu libro nace de una situación muy personal. ¿Cómo es ese momento para ti y cómo te lleva a reinventarte?
todo esto viene después de un accidente de tráfico en el que se me produce una lesión medular y, bueno, mi vida cambia radicalmente. De inicio yo no quiero seguir adelante con mi nueva situación porque no la veo. Para mí la vida que yo llevaba hasta aquel momento no podía seguir estando en una silla de ruedas, en gran parte por desconocimiento y en otra gran parte por falta de aceptación de la situación.
A mi me encantaba el esquí, y lo practicaba antes del accidente con bastante asiduidad. No sabía si iba a poder volver a esquiar o no. Por aquel entonces monté una página web de mobiliario de oficina, y gracias a eso, pude irme a trabajar a Sierra Nevada y volví a dedicar más tiempo a esquiar.
Desde entonces he competido a nivel nacional, he sido campeón de España de esquí alpino, he competido también a nivel europeo y creo que todo eso fue lo que... No te voy a decir que sembró la semilla porque creo que la semilla ya estaba, pero hizo la semilla germinara y yo me planteara a mí mismo si yo quería seguir con el mundo empresarial o quería darle una vuelta de tuerca a mi vida en general.
Y entonces empecé a estudiar psicología. Al principio me cogí dos, tres asignaturas, pero el año siguiente ya dije, venga, me gusta, me la voy a tomar en serio y fui sacando curso por año. Hasta que la acabé.
El momento del cambio
Llama la atención como parece que tenemos que pasar por algo así para escuchar lo que de verdad queremos en la vida. ¿Por qué nos cuesta tanto frenar y cuestionarnos a nosotros mismos?
Muchas veces vivimos vidas que no son nuestras. Terminamos viviendo vidas que nos han enseñado que tenemos que vivir o que vemos en otras personas y no nos planteamos realmente si eso es lo que yo quiero hacer o lo que a mí me aport. Entonces vamos en ese automático. A mí me pasaba. Yo reconozco que elegí ADE por un sencillo tema de salidas, porque era una carrera bastante general que me permitía tocar varios palos, pero era un mero automático. Un mero “tengo que hacer esto porque es lo que se supone que tengo que hacer para tener un trabajo”.
Fue gracias al deporte y gracias a conocerme a mí mismo cuando fui descubriendo lo que realmente me aportaba y no tanto lo que se suponía que tenía que hace.
Creo que el consejo es intentar enfocar tu vida más a eso que te aporta, aunque obviamente tiene que dejarte dinero. Pero dentro de tus gustos, dentro de tus prioridades, intentar darle forma para de alguna manera sacar rendimiento económico de eso y que eso te permita vivir plenamente.
Es un poco como esta idea de buscar el propósito ¿Tú consideras que has encontrado tu propósito?
Encontrar el propósito parece que es algo que está definido. Como que tengo que llegar a conectar con eso y si no lo encuentro estoy perdido. Yo no creo que sea tanto algo en concreto, sino sencillamente el ir sintiendo tu propio camino. Es decir, ir reflexionando el camino que estás llevando y lo que estás haciendo con tu vida. Creo que, en esa propia reflexión, en esa propia introspección encuentras las señales de aviso que te dicen: “oye por aquí sí, por aquí no”. Quizá el secreto sea que haya muchos propósitos.
Cuando nos damos cuenta de que necesitamos un cambio, aparece un enemigo habitual. El miedo. ¿Cómo conseguimos que el miedo a fracasar no nos limite?
Bueno, está claro que es más fácil lidiar con el miedo cuando tengo las espaldas cubiertas, que cuando no. Entonces si yo tengo una situación socioeconómica que me permite afrontar un cambio desde una mayor seguridad, llamémoslo desde ese respaldo económico, obviamente lidiar con esos miedos es más fácil.
Pero sea en una situación o en otra, el miedo al final lo que te está dando es un mensaje de que hay algo que es peligroso. Lo único que quiere el miedo es protegerte de un peligro. Quizás lo mejor sea mirar a la cara ese peligro y ver si es tal o no lo es, porque puede ser que nosotros lo interpretemos como un peligro y no sea así. Gracias a eso puedo reenfocar una situación que pensaba que era imposible por ese propio miedo.
Lidiar con la tristeza
En tu libro nos hablas de transformar las adversidades en oportunidades. ¿Hay un momento “clic” o es un proceso? ¿Cómo convertimos las adversidades en oportunidades?
No hay un momento clic. Para transformar o poder llegar a replantearte cierta adversidad y verlo más como un nuevo cambio, hace falta tiempo. A mí me hizo falta mucho tiempo para transformar mi vida. Si lo tomamos como un clic, estamos quitando de la ecuación el tiempo y creo que es una herramienta que tenemos y muchas veces nos empeñamos en no utilizar. Queremos que todo sea para ayer, no nos podemos permitir fallar, no nos podemos permitir equivocarnos. Todo lo tenemos que solucionar rápido. Y yo, personalmente, me equivoqué una y mil veces. Y creo que gracias al tiempo pude asentar todo lo que me estaba pasando e ir aprendiendo de lo que iban haciendo otras personas y de lo que eso me iba aportando a mí. Se trata de entender que el tiempo es un aliado, no un enemigo.
En tu libro dices que para ti el deporte fue una medicina. ¿Qué papel ha jugado en tu vida?
Mira yo, con casi todas las personas que trabajo por no decirte con todas, una de las patas de la terapia es el deporte. Tiene que haber ese movimiento corporal porque es que ese movimiento corporal libera en ti una serie de sustancias que te van a hacer encontrarte bien. Y son esas mismas sustancias que muchas veces solucionamos con una pastillita.
Lo que pasa es que claro, es más difícil ponerte el chándal e irte a correr que abrir el blíster, vasito de agua y para adentro.
En ese trabajo es donde está la clave para terminar haciendo del deporte una herramienta de afrontamiento de situaciones vitales. Aunque cueste trabajo hacerlo, aunque no siempre apetezca. Porque a mí hay muchos días que me da muchísima pereza hacer deporte y no tengo ganas de ninguna. Pero es verdad que no hay un solo día que si digo, “venga voy a hacer un poquito”, cuando acabe esté peor que antes. Como mucho estoy igual, pero peor que antes nunca.
En el libro dedicas también un capítulo a la pérdida. Todos perdemos cosas en la vida, es inevitable, ¿cómo nos enfrentamos a ello?
Lo principal es no negar o no querer sentir tristeza. Todos, como tú bien has dicho, vamos a tener pérdidas. La vida al final es pérdida continua hasta que llega la muerte. Y para digerir esa pérdida es necesaria la tristeza. Es esencial para integrar eso que he perdido y que quizá no quería perder. Muchas veces, el no querer mirar esa tristeza, nos lleva a buscar alegría constante en otras cosas y a engancharnos a esas cosas
En todo proceso de duelo es necesaria la tristeza y tenemos que estar tristes cuando se nos va alguien, o se nos va algo, o no cumplimos una expectativa, o cualquier cosa que pueda no cuadrar con lo que teníamos en mente. Necesitamos de la tristeza para lidiar con ello.
Seguir hacia adelante
La resiliencia, ¿es algo que podemos construir?
No sé si puedes construirla, pero sí puedes dar la bienvenida a las emociones que te lleguen cuando lo pases mal. Y, además, debemos recordar que en el propio concepto de resiliencia va implícito el pedir ayuda. Muchas veces creemos que lo tenemos que resolver todo solos, el “yo me lo guiso y yo me lo como”. Y no. Pedir ayuda también es ser resiliente. De hecho, es una de las mayores bazas para ser resiliente y uno de los mayores recursos que tenemos en la vida. Y cuando digo pedir ayuda no solo me refiero a un proceso terapéutico, me refiero también a familiares, a amigos, al simple hecho de hablar sobre algo. El simple hecho de contar algo que te ha pasado ya es terapéutico. Porque al contar lo que te duele tu mente va digiriendo esa situación.
A mí me preguntan si estaba preparado para lo que me pasó. Yo no sentía que estaba preparado para lidiar con una vida en silla de ruedas y en el momento era un “no, no quiero esto y no voy a vivir en una silla de ruedas”. Pero llega un momento que por mucho que tú digas que no, es lo que hay. Y reconozco que una de las cosas que tuve para poder afrontar esa situación fue pedir ayuda y apoyarme en los demás.
También nos hablas en tu libro de lo inesperado. ¿Cómo sobrevivimos a la incertidumbre, en especial cuando el entorno no acompaña?
Aquí entra en juego la relativización. El ser capaz de relativizar lo que estamos viviendo es verdad que quizá eso de que estamos en una época de mucha incertidumbre quizá sea un mensaje. Si nos focalizamos en lo que no tenemos, obviamente la incertidumbre se dispara. Pero si en lugar de eso, nos focalizamos en lo que sí tenemos en nuestro día a día, encontraremos certidumbre que nos ayudará a afrontar lo inesperado.
Entonces, aunque a ratos sea difícil, el poder apoyarte en esas cosas básicas que por suerte tenemos, nos va a ayudar a afrontar esas otras incertidumbres con las que vivimos.
Yo en este caso concreto he aprendido mucho de mi perro. Fíjate, ¿qué es lo que hacen en su día a día? Nada. Comen, duermen, hacen sus necesidades y punto pelota. Y son felices. Ellos tienen lo básico y no esperan a tener nada más. Muchas veces que estoy yo con mil pensamientos en la cabeza, levanto la cabeza y lo veo ahí fuera, tirado al sol tranquilo, y digo: “¿qué estoy haciendo?”.
Con esto no quiero decir que no haya que tener proyectos, que no haya que tener cosas que hacer. No, ni muchísimo menos. Pero sí que cuando nos veamos agobiados y con esa ansiedad por esa incertidumbre nos vayamos a lo básico. Y lo básico es una buena comida, una buena ducha, una buena compañía, un buen libro, lo que te aporte. Porque esa certidumbre te ayudará a lidiar con todo aquello de lo que no tenemos certezas.
Si te ha interesado este artículo y te gustaría recibir más sobre estilo de vida saludable, únete al canal de WhatsApp de Cuerpomente.
Descarga gratis el eBook "Cómo ganar autoestima", un contenido exclusivo creado por los expertos de la revista Cuerpomente que te descubre las claves para potenciar este motor de confianza.