Un ataque de pánico suele venir de la nada y puede caracterizarse por síntomas como, aparición repentina de ansiedad o miedo intensos, palpitaciones del corazón, dificultad para respirar, dolor en el pecho, sudores, náuseas y dolor de estómago. La persona puede creer que sufre un infarto y que va a morir. 

Es difícil decir por qué ocurre un ataque de pánico, porque pueden haber muchos desencadenantes diferentes. Por ejemplo, el estrés o acontecimientos traumáticos recientes. 

Las personas que tienen un gran miedo a perder el control o tienen dificultades para afrontar la incertidumbre pueden ser más susceptibles a sufrir ataques de pánico. Los factores genéticos también influyen en el desarrollo de los trastornos con ansiedad.

Después de un ataque de pánico pueden darse estos efectos

Un ataque de pánico puede durar unos minutos o, en casos más extremos, incluso unas horas. Como regla general, un ataque termina después de unos 30 minutos. Pero incluso cuando el pánico ha disminuido, puedes esperar estos efectos:

1. Miedo a sufrir otro ataque de pánico

Después de que alguien sufre un ataque de pánico, puede surgir el miedo a sufrir otro ataque, lo que rápidamente puede convertirse en un círculo vicioso.

El miedo o la ansiedad hace que resulte más fácil entrar en pánico. Y tu miedo a los ataques puede hacer que evites determinadas situaciones o te sientas incómodo en determinados lugares.

2. Trastorno de ansiedad

Después de un ataque de pánico, algunas personas desarrollan un trastorno de ansiedad generalizada, en el que se sienten constantemente ansiosas y preocupadas, incluso sin un desencadenante específico.

Las personas con un trastorno de ansiedad suelen experimentar la vida cotidiana como un desafío y temen determinadas situaciones sociales y relacionadas con el rendimiento.

3. Sintomas depresivos

Después de un ataque de pánico, pueden aparecer síntomas depresivos, como tristeza persistente, desesperanza o pérdida de interés.

  • Por un lado, el miedo a sufrir otro ataque de pánico puede provocar estados de ánimo depresivos.
  • Por otro lado, los ataques de pánico pueden relacionarse con cambios neuroquímicos del cerebro.

Ciertos neurotransmisores, como la serotonina y la noradrenalina, desempeñan un papel importante en la regulación del estado de ánimo. Cuando estos químicos se desequilibran, pueden aparecer síntomas depresivos o ansiedad.

4. Aislamiento social

El miedo a sufrir otro ataque de pánico puede hacer que te retraigas y evites actividades sociales, lo que puede provocar aislamiento social.

5. Síntomas físicos

Un ataque de pánico es una emergencia absoluta para tu cuerpo. Entre otras cosas, se produce una mayor liberación de adrenalina. Si el nivel de adrenalina en el cuerpo vuelve a bajar porque el “peligro” ha pasado, generalmente aparece el agotamiento.

Después de un ataque de pánico, la mayoría de las personas se sienten cansadas, tienen dolor de cabeza o tensión muscular.

Dale a tu cuerpo el descanso que necesita, intente hacer algunos ejercicios de relajación, meditar o salir a tomar aire fresco y dar una caminata corta.

¿Qué ayuda con un ataque de pánico agudo?

Si se produce un ataque de pánico, existen varios consejos que pueden ayudarte en la situación y aliviar el pánico más rápidamente:

1. Controlar la respiración

Concéntrate en tu respiración e intenta inhalar lenta y profundamente por la nariz y exhalar por la boca. Esto ayuda a calmar el sistema nervioso.

2. Busca una distracción

Intenta concentrarte en otra cosa para dejar de pensar en el pánico. Podrías escuchar música relajante, leer o pintar mandalas.

3. Relajación muscular progresiva

Tensa y relaja diferentes grupos de músculos de tu cuerpo uno a la vez para lograr una relajación profunda. Esto te permite reducir la tensión física. Puedes tumbarte y empezar por los pies y acabar por la cabeza.

4. Escaneo corporal

Otra opción que puede ayudar durante un ataque de pánico es recorrer mentalmente tu cuerpo de pies a cabeza y prestar atención a cualquier tensión o malestar. Ser consciente de tu propio cuerpo puede ayudarte a reducir el pánico.

5. Habla con alguien

Encuentra una persona de tu confianza con quien hablar sobre tu ataque de pánico. A menudo, el simple hecho de compartir tus miedos y preocupaciones puede brindarte alivio.

Si sufres ataques de pánico con frecuencia, debes buscar la ayuda profesional de un psicólogo. Tu médico de familia puede ser el primer punto de contacto para ayudarte.