La ley del karma se puede entender de dos modos. Para las religiones indias, es el fruto de los méritos o deméritos acumulados en vidas pasadas. Sin embargo, también es karma el resultado de todo lo que hacemos en esta vida.
Para mejorarlo, por lo tanto, hay que tomar conciencia y actuar de modo distinto. No es necesario creer en vidas pasadas o en la reencarnación para comprender el karma. De hecho, dentro de una misma existencia caben muchas vidas, con sus muertes y renacimientos.
Cada vez que se produce un cambio dramático en nuestro rumbo, muere quien hemos sido hasta entonces y nos vemos obligados a renacer con una nueva visión para el camino que se abre frente a nosotros.
Sin embargo, tanto si vivimos una o cien vidas en esta, la ley de la retribución actúa todo el tiempo.
qué es el karma
Este concepto se menciona ya en el segundo libro más importante de los hinduistas, el Chandogya- Upanishad, que está datado entre los siglos VIII-VI a.C.
En sánscrito, "karma" significa acción. Es la ley de la retribución, por la que todo acto da lugar a una consecuencia.
El objetivo: dejar de tropezar con la misma piedra
En el Dhammapada, que recoge las palabras de Buda, encontramos lo que sigue: "El mayor enemigo de los necios de poco entendimiento son ellos mismos, ya que cometen malas acciones que producen frutos amargos".
Por eso, un requisito previo para el buen karma es conocerse a uno mismo y tener espíritu autocrítico.
Sin ojo por ojo ni diente por diente: así se evita el mal karma
Si los malos actos vuelven multiplicados por diez, no hay que cometerlos, aunque creamos que alguien lo tiene merecido. Marco Aurelio decía que la mejor manera de vengarse de un enemigo es no parecérsele y, de hecho, si dañamos a quien nos dañó, con ello solo perpetuamos el mal.
El karma positivo se labra con buenas acciones. Dice Sadhguru que "no hay memoria sin acción, ni acción sin memoria".
Es decir, para poner el karma a nuestro favor hemos de ser conscientes de nuestra historia y así corregir los errores, pero luego hay que actuar. Memoria y acción deben ir de la mano.
Cómo se aplica la ley del karma en el día a día
Somos producto de incontables acciones, palabras y pensamientos que nos han llevado hasta aquí.
Si el resultado no nos gusta, tenemos dos opciones:
- La primera es culpar a nuestra mala suerte, a las circunstancias externas o incluso al mal hacer de terceras personas. Es decir, expulsar fuera de nosotros cualquier responsabilidad.
- La segunda es entender que el "mal karma" nos lo hemos labrado nosotros y que, por consiguiente, debemos hacer las cosas de forma diferente para obtener consecuencias distintas.
Para ello podemos preguntarnos: ¿Cómo he contribuido a que esto suceda así? ¿De qué otra manera podría haber actuado para lograr otro resultado? ¿Qué debo cambiar, en adelante, para que la rueda de la vida gire a mi favor? Desde esta toma de conciencia, podemos corregir nuestro karma.
Cuando en nuestra vida se repiten los mismos errores una y otra vez, necesitamos abrir los ojos para darnos cuenta de lo que estamos haciendo.
Pongamos un ejemplo sencillo. Alguien ha fracasado media docena de veces en el campo del amor. Cuando le preguntamos, nos dice que tiene mala suerte, porque las seis parejas estaban cortadas por el mismo patrón y adolecían del mismo defecto.
¿Quién tiene la culpa de eso? Claramente, la persona que ha elegido a estas parejas para obtener siempre el mismo resultado. Hasta que no asuma que la suerte no la reparte el destino, sino que está en sus manos no volver a cometer la misma equivocación, la rueda del karma seguirá girando en su contra.
La fábula del agujero
Para ilustrarlo, hay un relato en cinco partes que hizo célebre el lama Nyoshul Khenpo:
- Un hombre baja por la calle. Hay un enorme agujero y se cae dentro. El hombre se siente perdido… impotente. No es culpa suya, pero tarda una eternidad en salir de allí.
- El hombre baja por la misma calle, donde hay el gran agujero. Hace como que no lo ve y vuelve a caer en él. No entiende cómo se encuentra de nuevo en ese mismo sitio. Tarda lo suyo en salir.
- El hombre desciende de nuevo por esa calle. Sabe y ve que hay el gran agujero. Se cae dentro, es ya un hábito. Eso sí, tiene los ojos abiertos y sabe dónde está. Asume que es culpa suya y sale de allí sin más demora.
- Baja por la misma calle. Ve el gran agujero y lo rodea.
- Cambia de calle.
Cómo recuperar el buen karma
Para tomar el control de nuestro karma, debemos examinar los siguientes aspectos:
- Nuestros actos, puesto que generan consecuencias. Si no te gusta el lugar en el que te encuentras, las preguntas que puedes hacerte son: ¿De qué manera estoy actuando para encontrarme en esta situación? ¿Qué "agujeros" debería evitar? ¿Cómo puedo actuar para tener mejor karma?
- Nuestras palabras, pues generan felicidad o infelicidad, éxito o fracaso. Lo que decimos tiene una incidencia decisiva en nuestro karma, por eso debemos cuidarlo. También lo que nos decimos a nosotros mismos.
- Nuestros pensamientos y deseos, ya que inspiran nuestras palabras y actos, configurando de este modo nuestra realidad. Buda decía: "Mente clara, corazón tierno". ¿Hay claridad y pureza en tu mente? ¿Lo que deseas es aquello que necesitas para tener una vida más elevada?
Decálogo del buen karma
Para entender cómo podemos lograr un mejor karma, podemos respetar diez principios, que elaboramos en nuestro libro Namasté (editorial Urano), coescrito junto a Héctor García:
- Lo que siembres, recogerás. O lo que haces, recibes. Esa es la base de la ley de la causa y efecto. En algunas tradiciones espirituales se dice que lo malo retorna multiplicado por diez.
- Practica la generosidad y la amabilidad, pues tenemos la misión de crear lo mejor para nosotros y para nuestro entorno, que es inseparable de nosotros.
- Lo que te niegas a aceptar, te va a seguir sucediendo. Es necesario tener humildad para reconocer los errores y crecer como seres humanos.
- Asume tu responsabilidad. Cuando suceden muchas cosas desagradables en nuestra vida, debemos revisar qué hay dentro de nosotros, pues el exterior suele reflejar cómo estamos por dentro.
- Comprende la conexión. Toma conciencia de que todo está conectado y que cualquier pequeño gesto puede desatar un mal o un bien mayor.
- Focaliza. No trates de abarcar todo a la vez. El esfuerzo debe estar acotado, con pequeños objetivos que te hagan mejorar. Quien se marca muchos propósitos, acaba no cumpliendo ninguno.
- Estate presente, pues es aquí y ahora donde creas tu futuro karma, y rompe con las anclas que te atan al pasado. El campo de cultivo del futuro es este instante.
- Corrige tu comportamiento para lograr el cambio. Tal como reza una frase atribuida a Einstein: es de locos esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. Hasta que tú no cambies, no esperes otros escenarios.
- Ten paciencia. El karma positivo a veces crece como el bambú, lenta y silenciosamente.
- Mantén el esfuerzo. Ser virtuoso un solo día es como una gota que se pierde en el océano. Como decía Aristóteles, "somos lo que hacemos repetidamente".
Este decálogo se resume en un principio: si tomas responsabilidad sobre tu vida, la rueda del karma girará a tu favor. Si te escudas en las excusas, nunca tendrás el control de tu existencia.
Como dice Sadhguru, uno de los maestros indios más seguidos en la actualidad, "el karma te enseña que eres el hacedor de tu vida".