Cuando nos encontramos inmersos en "la rueda" de la rutina diaria, a veces nos cuesta saber cuándo debemos parar. Tanto que, cuando lo hacemos, nos sentimos culpables por ser improductivos. En su lugar, empalmamos largas y estresantes jornadas de trabajo con quehaceres y obligaciones diarias que parecen no tener fin, tras las que, muchas veces, hasta encontramos hueco para un plan social con amigos o familia.
Todo ello, por ese afán de productividad que tenemos tan interiorizado y que nos lleva a pensar que si no nos sentimos agotados al final del día, no hemos aprovechado el tiempo. ¿Acaso es tan malo parar de vez en cuándo? Según lafilosofía danesa del hygge, no es solo un hábito recomendable, sino una necesidad, vital.
¿En qué consiste la filosofía hygge?

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Se trata de una forma de pensar que se centra en los pequeños placeres y la felicidad que encontramos en ellos. Una filosofía que se centra en disfrutar del ahora, con calma y desconectando del entorno hiperestimulación en el que nos movemos en el día a día. Tranquilidad, comodidad, calidez y seguridad son conceptos en torno a los que gira esta filosofía con la que los daneses encaran el fin de semana.
Y es que mientras en nuestro país muchos plantean un sábado y domingo repleto de planes sociales, como comidas, cenas, excursiones, conciertos y grandes reuniones familiares, en Dinamarca al menos uno de los días del fin de semana se dedica a descansar, en el sentido estricto de la palabra. Se trata de desacelerar, de pasar un día en casa, en el hogar, con un entorno cálido y confortable, y solo rodeado de los seres queridos más íntimos, con los que podemos bajar la guardia.
Así, los daneses convierten lo que en nuestro país se interpretaría como un día de ocio que termina en una depresiva tarde antes de volver al odiado lunes, en una jornada de auténtico descanso y recarga de energías que, sin duda, te permite encarar de otra forma la semana. Y es que esta filosofía nos propone convertir el domingo en un ritual de bienestar en el que el estrés y la productividad no tienen cabida, y todo se rige por la calma, el confort y los pequeños placeres.
Cómo vivir un domingo según el hygge

Querer pasar los domingos en casa no tiene que ser necesariamente algo negativo siempre y cuando no vaya acompañado de tristeza o ansiedad.
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Si eres de los que el domingo se pasa el día en casa, con ropa cómoda, sin planes sociales y haciendo lo que más le gusta, estás practicando, seguramente, sin saberlo, la filosofía hygge. Y es que el domingo es el día perfecto para crear ese ambiente acogedor en casa en el que compartir pequeños placeres con los tuyos, dejando de lado las preocupaciones y disfrutando de la tranquilidad del hogar.
Así, el domingo puede ser un día perfecto para cocinar recetas que tengas ganas de probar –no para hacer batch cooking–, leer tu libro favorito, escuchar con tranquilidad algo de música, disfrutar de una sesión de cine casero en pareja o en familia, jugar a algún juego de mesa o de cartas, ver álbumes de fotos antiguos, disfrutar del amanecer o el atardecer en silencio, pintar un cuadro, tejer, pintarse las uñas, hacer un ritual de belleza y cuidar las plantas, o cualquier otro plan slow que te apetezca.
O quizá, lo que te apetece el domingo es, simplemente, estar en casa sin hacer NADA. En ese caso, debes saber que la filosofía hygge te respalda, porque considera que estás haciendo algo necesario para tu salud mental.
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