No sabemos lo que tenemos, eso es lo que me queda claro tras haber conversado con el Dr. Karan Rajan, cirujano en el NHS y uno de los mayores divulgadores de contenido de salud y ciencia en redes sociales. El doctor ha pasado del medio digital al impreso para presentarnos un libro que cumple una valiosa misión: evitar que nuestro cuerpo nos mate.

Una misión similar buscamos conseguir en esta entrevista, en la que el Dr. Rajan nos explica cómo funciona nuestro cuerpo y cómo sacarle el máximo potencial. También nos resuelve algunas dudas que todos nos hacemos, como, ¿cuánta agua hay que tomar al día? ¿Sirven de algo los zumos detox? ¿Por qué nuestro cerebro se distrae con tanta facilidad? ¿Existen hábitos que puedan alargarnos la vida? Y, la más importante, ¿qué podemos hacer para cuidar de nuestro cuerpo como se lo merece? El doctor resuelve todas nuestras dudas con su habitual sentido del humor y un lenguaje conciso, directo al grano.

Somos lo que hacemos

-En su libro nos habla del potencial de nuestro cuerpo. ¿Le sacamos todo el partido posible a este potencial?
¡Absolutamente no! No lo usamos. Tenemos un Ferrari y lo conducimos como si fuera un carrito de golf. Nuestro cuerpo tiene un diseño increíblemente sofisticado, y puede rendir mucho más de lo que solemos exigirle. La clave está en conocer ese diseño, entender sus fallos y saber cómo mantenerlo. Pero claro, entre sillones, pantallas y snacks… lo vamos dejando en modo ahorro de energía. 

Este libro ha sido mi intento de crear el manual de instrucciones que nunca nos dieron. Uno que te ayude a evitar que ese mismo cuerpo, que debería ser tu aliado, acabe volviéndose en tu contra​.
 


-¿Hay algún consejo sencillo que puedas darnos para empezar a aprovecharlo mejor?
Claro: haz las cosas simples, pero bien. Las personas hacen esta pregunta esperando que la respuesta sea algún truco mágico o rutina de biohacking sacada de Silicon Valley, pero lo más efectivo es lo más básico: muévete más, duerme mejor, come como si cada comida fuese un acto de amor propio. El problema es que lo obvio no es necesariamente lo fácil. 

Vivimos en un entorno que promueve la inactividad, el estrés crónico y la comida ultraprocesada a todas horas. Mi consejo es empezar por lo pequeño, pero hacerlo a diario: levántate y camina cada hora, duerme con el móvil fuera del dormitorio, llena la mitad de tu plato con cosas que no vengan en envase brillante. Y, si puedes, encuentra una actividad que disfrutes lo suficiente como para hacerla sin que parezca un castigo. Porque la clave no está en hacerlo todo perfecto, sino en hacerlo sostenible. No se trata de hackear tu cuerpo con polvos mágicos o rutinas extremas. Se trata de constancia y coherencia. Que tu cuerpo no tenga que sobrevivir a pesar de ti, sino gracias a ti.

-¿Nos recomiendas algún hábito altamente efectivo para mejorar la salud o impedir, citando el título de libro, que “nuestro cuerpo nos mate”?
Los hábitos más efectivos son esos que no tienen nada de glamour. Por ejemplo, dormir bien. No lo digo solo porque el sueño sea esencial para la reparación celular, el equilibrio hormonal y la salud mental… Lo digo porque dormir poco te vuelve más propenso a tomar malas decisiones con la comida, a moverte menos y a funcionar peor en general. Es la primera pieza de dominó que puede hacer caer a todas las demás.

Otro hábito: cuidar tu intestino. Puede sonar raro, pero tu microbioma intestinal influye en tu metabolismo, tu sistema inmunológico y hasta tu estado de ánimo. Comer fibra, reducir ultraprocesados y variar tu alimentación es una inversión en salud a medio y largo plazo. Y, por supuesto, no fumar, moverte todos los días y reducir el alcohol. No es una lista revolucionaria, pero es la que funciona.

Lo esencial es esto: tu cuerpo no necesita que seas perfecto, solo que dejes de ser negligente. Porque si tú no haces el mantenimiento… él encontrará la manera de pasarte factura. Y no siempre con un aviso previo.

-¿Cuáles son los hábitos más extendidos y peligrosos de la actualidad en temas de salud?
Diría que hay tres grandes villanos: el sedentarismo, el insomnio y la alimentación ultraprocesada. Vivimos sentados, dormimos poco y mal, y comemos como si no tuviésemos intestino. Es la tormenta perfecta.

La dieta moderna está llena de azúcares añadidos, aditivos, grasas trans… todo lo que tus bacterias intestinales odian y lo que favorece una inflamación constante. Y esa inflamación está detrás de un sinfín de enfermedades crónicas.

Y lo verdaderamente peligroso es que estos hábitos están tan integrados en nuestro día a día que ni siquiera los percibimos como riesgos reales. Pero lo son. Y cuanto antes los cambiemos, mejor…

Un paseo por el cerebro

-¿Por qué nuestro cerebro se distrae con tanta facilidad?
Bueno, ¡porque está programado para hacerlo! El cerebro humano evolucionó en entornos donde prestar atención a cada mínimo estímulo podía ser la diferencia entre la vida y la muerte… ¿Un ruido entre los arbustos? ¡Un depredador! Esa hiperreactividad era útil… entonces. Hoy es un problema.

Vivimos rodeados de estímulos diseñados para secuestrar nuestra atención: notificaciones, colores, sonidos, scroll infinito. El cerebro no está hecho para resistirse a eso. Por eso no es que seamos vagos o poco disciplinados, es que tenemos un hardware paleolítico enfrentado a un software moderno hiperestimulante.

La solución pasa por diseñar entornos menos hostiles para nuestra atención. Poner barreras físicas al estímulo: silenciar notificaciones, alejar pantallas, estructurar tiempos de desconexión. No es fuerza de voluntad, es estrategia.

-¿Podemos ser más felices si aprendemos a usar mejor nuestro cerebro?
Sí, claro. Pero antes hay que entender que usar mejor el cerebro no es exprimirlo más. No se trata de productividad, sino de funcionalidad… Y una mente funcional es una mente que puede concentrarse, descansar, decidir con claridad y emocionarse con propósito.

Para eso, el primer paso es dormir bien. El segundo, moverse todos los días. Y el tercero, poner límites: limitar el tiempo de pantalla, las multitareas, el consumo de noticias tóxicas. Porque nuestro cerebro no está hecho para vivir en estado de alerta constante. Y si está permanentemente agotado, no puede disfrutar, crear ni conectar.

Y sí, usar mejor el cerebro puede hacernos más felices. Porque nos permite estar más presentes, menos dispersos y más capaces de gestionar lo que nos ocurre. Ese es el gran secreto que no te cuenta ninguna app de productividad.

Mitos sobre el cuerpo humano

-Resolvamos la eterna discusión, ¿cuánta agua hay que beber al día?
Lo de “ocho vasos al día” es un buen punto de partida, pero no es una ley universal. La cantidad ideal depende de tu tamaño, tu actividad y el clima. El truco real está en observar el color de tu orina: si parece zumo de manzana, estás deshidratado; si es casi transparente, vas bien. Fácil, práctico y muy poco glamuroso. Como el cuerpo en general. 

Y no, no hace falta beber agua “detox”, ni con rodajas de pepino ni con polvo de unicornio. El agua del grifo con un filtro suele ser más que suficiente. Lo importante es no esperar a tener sed: cuando la sed aparece, el cuerpo ya está pidiendo ayuda.

-¿Cuál es el mito más peligroso que has oído sobre el cuerpo humano?
¡Uy! Hay tantos. Pero quizá la idea de que necesitamos “desintoxicarnos” cada tanto con zumos, batidos o dietas milagro… El cuerpo ya tiene su propio sistema de detox: se llama hígado y riñones. Si están sanos, lo hacen de maravilla. Si no, ningún zumo verde del supermercado va a salvarte.

Este mito es peligroso porque desvía la atención de lo importante: hábitos sostenidos en el tiempo. No necesitas un “reset”, necesitas dejar de intoxicarte cada día con lo que comes, bebes o haces. La salud no viene en una botella de colores. Viene de cuidarte, de verdad.

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