En España y otros países europeos tenemos que luchar cada vez con más frecuencia contra los veranos extremadamente secos.
El agua escasea en algunas comunidades, por lo que se pide a las personas de las zonas afectadas que dejen de regar sus céspedes.
Como el negocio está en la oportunidad, se ha comenzado ha comercializar una pintura verde para céspedes. No cabe duda de que es una solución tan pragmática como curiosa. Si te parece una broma, no lo es y, en realidad, no es descabellado.
Pintar el cesped, en la práctica, es una forma de ahorrar agua. Un pintor de cesped puede cobrarte unos 150 euros y ahorrarte mucha agua. Pero, la primera pregunta es, ¿esta pintura no perjudica al césped o la tierra?
¿Qué es el tinte o pintura para el césped?
La pintura verde, que se aplica mediante pulverización, contiene un pigmento vegetal y, a menudo, un fertilizante orgánico.
Es un tinte resistente al agua, por lo que ni siquiera una lluvia intensa debería poder eliminarlo. Sin embargo, es cierto que los fabricantes mantienen en secreto la composición exacta.
¿Cómo se aplica?
Con un litro de pintura para césped se pueden colorear entre 20 y 50 metros cuadrados de superficie. Sin embargo, la cantidad de césped que realmente coloreas depende del color de las hojas, la técnica que emplees y tu preferencia sobre lo oscuro que quieres que quede el césped.
Normalmente, unos días antes de pintar el césped se corta. Luego, siempre que el césped esté bien seco, la pintura se aplica directamente o se mezcla con agua para conseguir un tono más claro.
En un día soleado, la pintura se seca en cinco minutos, en días fríos puede tardar hasta una hora. La pintura se adhiere mal al césped mojado.
La pigmentación puede durar de dos a cuatro meses.
¿La pintura para césped es perjudicial para el medio ambiente?
Teñir el césped de verde suena extraño. La idea de rociar partículas en tu propio jardín lleva rápidamente a la idea de que la pintura para césped podría ser perjudicial para el medio ambiente.
Según los fabricantes, la pintura es inocua y biodegradable porque está hecha a partir de plantas. Por lo tanto, en principio, no sería perjudicial para las personas, los animales ni el medioambiente.
¿por qué no es una idea del todo buena?
Sin duda, es mejor pintar un césped natural que instalar uno de plástico, que requiere menos agua a cambio de contribuir a la contaminación con microplásticos, pues se va degradando inevitablemente.
Lo malo es que pintar el césped pone por encima de todo la estética sobre la función de las plantas. Un césped natural tupido contribuye a refrescar el ambiente, recoge el polvo, fija CO2 y libera oxígeno. Un cesped seco y pintado no cumple con estas funciones.
Por otra parte, de alguna manera es un autoengaño: el color nos hace creer que tenemos un cesped estupendo y nos desentendemos de su cuidado.
Si realmente no podemos regar el césped, lo más sensato es sustituirlo por plantas tapizantes más sostenibles y adaptadas a la zona en que vivimos y al cambio climático.
¿Qué alternativas existen a teñir el césped de verde?
La primera solución podría ser un césped de una variedad más resistente a la sequía.
Otra opción es plantar una especie tapizante que cosuma menos agua, como la oreja de ratón (Dichondra repens), las festucas (Festuca glauca o Festuca gautieri), la grama de hoja fina (Cynodon dactylon), la Lippia nodiflora o la Herniaria glabra, que apenas necesitan agua y son muy resistentes al sol.
Finalmente la tercera opción es no cultivar y decorar el jardín con gravas, cactus y plantas mediterráneas.