Qué difícil es encontrar una buena conversación en este convulso siglo XXI. Aunque quizá el ser humano nunca ha sido dado al arte del buen conservar, quizá siempre hemos tenido esa punta de impaciencia que nos hace saltar sobre el otro, con la intención expresa de derrotarlo en una batalla dialéctica que bien podría ser un amable intercambio de palabras.

“La gente no quiere conversar”, me comentaba José Carlos Ruiz en la entrevista que ofreció a este medio. “La gente quiere convencer al otro”. La idea no es nueva, sin embargo. El ser humano parece llevar discutiendo toda la vida. O al menos, ya lo hacía sin motivo en el siglo pasado. “La mayoría de las veces llevamos la contraria a una opinión, siendo así que, en realidad, el tono en el que se expone es lo que no nos es simpático”, decía Nietzsche. El arte de conversar se nos escapa, y entre las rendijas que deja en su huía, se nos cuela la pesada carga de la soledad no deseada.

El arte de la conversación

Si buscas un manual sobre expresión oral encontrarás muchos. Los hay sobre oratoria, sobre retórica, sobre cómo dar buenos discursos y hasta sobre cómo aprender a convencer en el frente a frente. Pero pocos expertos nos explican cómo conversar.

La conversación es mucho más que un simple intercambio de opiniones. Algo más que un ir y venir de informaciones. La conversación es, en esencia, lo único que nos ata al otro. La única forma que tenemos de romper la soledad. Solo cuando conversamos, cuando lo hacemos de verdad, nos sentimos acompañados. Nos sentimos comprendidos.

El problema analiza José Carlos Ruiz, filósofo español, en su novela Una mujer educada, es que hoy en día no queremos conversar, queremos convencer. “Un gran conversador entiende que en la conversación hay una nutrición intelectual de ambos polos, pero sobre todo, tiene apetito de aprender”, explicaba en la mencionada entrevista. “La gente a la que le guste la conversación, por lo general, quiere nutrirse de las ideas del otro, de la experiencia del otro, de sus sentimientos, porque de alguna manera agranda su capacidad de aprendizaje”.

Elogio de la conversación

Rescata quizá el filósofo esta idea del padre de la filosofía occidental, Sócrates. El método socrático es, por definición, una conversación. Alguien pregunta, el otro responde. Y entonces el primero vuelve a hacer una pregunta. “Pero hay una condición”, me explicaba la filósofa Agnes Clallard, a quien también tuvimos la suerte de entrevistar en este medio, “quien pregunta debe tener verdadero interés en escuchar la respuesta, y quien responde debe tener verdadero interés en contestar a la pregunta”. Estas son las condiciones para el método más antiguo que tiene el ser humano de aprender, de acercarse a la sabiduría que, según Sócrates, es la única vía hacia la felicidad.

Para Sócrates, su medio ponía fin a la única carencia del ser humano. La carencia intelectual. Por definición, debemos creer que aquello que sabemos es cierto. Si pusiéramos todo en duda, como hizo el bueno de Descartes, podríamos entrar en un estado de parálisis. ¿Es el cielo azul? ¿Estoy pisando el suelo? ¿Las manzanas se comen? No podemos dudar de lo que sabemos, pero debemos comprender que no sabemos nada.

Es una contradicción que el ser humano solo puede revertir por medio de la buena conversación. Solo al sentarte ante otra persona, que te haga de espejo, que te pregunte y te escuche, puedes encontrar contradicciones en tu pensamiento. Puedes aprender a diferenciar lo verdadero de lo falso. Puedes avanzar en tu camino hacia la sabiduría.

Y, sin embargo, el arte de la conversación está muriendo. ¿Qué podemos hacer para rescatarlo?

Las claves de una buena conversación

Las razones por las que debemos rescatar el arte de la buena conversación darían para varios artículos más de la dimensión de este. Pero las claves para rescatarlas las tenía una contemporánea de Nietzsche, el causante de esta reflexión. Su nombre era Cecil B. Hartley, y en 1875 recogió en The Gentlemen’s Book of Etiquete diez claves para el arte de conversar que siguen vigentes.

  1. Es absurdo pretender que todos estén de acuerdo con nosotros. Incluso estando completamente convencidos de que el otro está equivocado, conviene cambiar sutilmente de tema si la amabilidad queda en disputa.
  2. La regla dorada es saber escuchar. No podemos adelantarnos a lo que el otro va a decir, ni adivinar sus palabras. Escucha siempre hasta al final antes de responder.
  3. No mires el móvil. Aunque es evidente que Hartley no habló de un teléfono móvil, sino de “mirar el reloj, leer una carta u hojear un libro”, el mensaje es el mismo. No hagas sentir al otro que te aburre. No te distraigas cuando otra persona se toma el tiempo de hablarte.
  4. La modestia previene antipatías. No es necesario que demuestres ser la persona más inteligente de la sala. No hagas alardes de méritos, posesiones ni conocimientos. En definitiva, no trates a los demás con superioridad.
  5. No lo digas, demuéstralo. En lugar de hablar de tus virtudes, permite que los demás las descubran al observar cómo actúas.
  6. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Esto no lo escribió Hartley, pero le habría encantado. No te enrolles. La brevedad ocurrente es más eficaz que el discurso eterno.
  7. No critiques ni compares. Si tu conversación no va a aportar nada, tan solo va a destruir a otra persona (sea tu interlocutor o un tercero en discordia), es mejor que no hables.
  8. No corrijas a los demás. Salvo que exista un trato que implique la corrección, como el de un maestro con su alumno, procura no interrumpir a los demás para señalar sus fallos. No suele sentar bien.
  9. No des consejos a quien no los pidas. La gran mayoría de las veces, el otro solo quiere que le escuchen. Espera a que te pidan tu opinión antes de emitirla.
  10. El elogio excesivo crea desconfianza. Está bien alabar al otro de manera sincera, genera vínculo. Pero si fuerzas el halago, empezarás a dar mal rollo.

Si te ha interesado este artículo y te gustaría recibir más sobre estilo de vida saludable, únete al canal de WhatsApp de Cuerpomente.

Descarga gratis el eBook "Cenas para dormir mejor" y descubre consejos y recetas para tener un buen descanso. Un contenido exclusivo creado por los expertos de Cuerpomente.