Hija de Crono y Rea, Deméter fue la diosa de la agricultura y, en especial, del cultivo de los cereales, conocimiento que enseñó a los humanos. Una espiga de trigo era precisamente el atributo con el que se la representaba.  

Con sus hermanos Zeus, Hades y Poseidón, y sus hermanas Hera y Hestia, Deméter pertenece a la generación divina de los olímpicos. En el reparto del mundo que todos ellos hicieron una vez se impusieron a la generación precedente, la de los titanes, a ella le correspondió la fertilidad de los campos cultivados y el curso de las estaciones.  

Diosa Deméter y su descendencia

Deméter no fue una diosa especialmente proclive a los amoríos. Aun así, su hermano Poseidón la requirió de amores de forma tan insistente que ella, para escapar de su acoso, se transformó en yegua y corrió a refugiarse entre los caballos de un rey. Fue inútil, pues su hermano la descubrió y, metamorfoseado en semental, la cubrió. Nacieron así el caballo Arión y una doncella conocida como Despena (la “Señora”), cuyo nombre real no podía ser revelado.  

Deméter tuvo aún otra hija, esta de una relación con otro de sus hermanos, Zeus. Desde que nació, esa niña, llamada Perséfone, fue para su madre el más precioso de los regalos.  

Deméter y el rapto de Perséfone 

Perséfone es la figura clave del mito más importante en el que participa Deméter. Otro de sus protagonistas fue el tercer hermano de la diosa, Hades, el dios del inframundo y de los muertos.  

El desencadenante de todo fue la pasión que Hades sentía por Perséfone. Consciente de que una muchacha rebosante de vida como ella nunca accedería a acompañarle hasta su lóbrego reino, el dios decidió raptarla. Y eso es lo que hizo: un día en que Perséfone andaba sola y despreocupada recogiendo flores en el campo, Hades hizo que se abriera la tierra y la arrastró hacia sus profundidades.  

Al ver que su hija no regresaba, Deméter se inquietó. Empezó a buscarla por todo el mundo, cada vez más desesperada ante la falta de noticias de ella. Al final, decidió abdicar de sus funciones y dejar que la Tierra se convirtiera en un gélido erial. 

Deméter y el paso de las estaciones 

La situación llegó a ser tan grave que Zeus, temiendo que murieran los humanos y que los dioses se quedaran sin sus ofrendas y sacrificios, ordenó a Hades que devolviera a Perséfone. Mas esta, dado que había comido unos granos de granada, estaba ya ligada para siempre al inframundo.  

No obstante, pudo llegarse a una solución de compromiso: la joven pasaría la mitad del año con su madre y la otra mitad con su esposo. Así, los meses que Perséfone pasa con Deméter corresponden a los de primavera y verano, cuando la naturaleza es fértil y generosa, mientras que los que pasa con su esposo son los del otoño y, sobre todo, el invierno, cuando todo se vuelve yermo y estéril. 

Deméter y el arte de la agricultura 

Otro mito refiere que, durante el periodo en que buscaba a su hija por toda la Tierra, Deméter tomó la forma de una anciana y entró a trabajar como nodriza de los hijos del rey Celeo de Eleusis. Al mayor, Demofonte, quiso convertirlo en inmortal, para lo cual le daba de comer ambrosía, el alimento de los dioses, y restregaba su cuerpo con tizones ardiendo. Mas hubo de interrumpir ese proceso después de que la madre del niño viera lo que le hacía y pensara que quería matarlo.  

Más tarde, ya recuperada Perséfone, Deméter enseñó a otro de los hijos de Celeo, Triptólemo, los secretos de la agricultura y cómo cultivar el más preciado de los cereales: el trigo. No solo eso, sino que le ordenó también que transmitiera esos conocimientos por todo el mundo.  

Por ese regalo que hizo a la humanidad, la diosa es representada habitualmente con una espiga de trigo en la mano.  

Culto a la diosa Deméter 

El principal lugar de culto de Deméter se hallaba en Eleusis, una localidad próxima a Atenas. Fue allí donde Triptólemo instituyó los llamados “misterios”, un nombre que no es gratuito: todo el culto estaba rodeado de un secretismo tan bien conservado, que apenas se sabe nada de él. Lo único, que en él se celebraba el ciclo de vida, muerte y regeneración que hay tras el mito de Deméter, pero también de Perséfone y Hades. 

Uno de sus momentos más importantes era la gran procesión que, partiendo de Atenas, llegaba a Eleusis a través de la Vía Sagrada.