La vida está llena de momentos de intensa felicidad, basta con hacer un pequeño esfuerzo para percibirlos. Son esos instantes de alegría compartida en una terraza con los amigos, entre risas con tus hijos, de gozo con tu pareja o de placer al disfrutar de una comida deliciosa. El problema viene cuando estos momentos de felicidad quedan opacados por una emoción con la que es difícil lidiar: la culpa.
Si alguna vez, al sentirte feliz, te has sentido culpable, tranquila. Como el experto en crecimiento personal, Mario Alonso Puig, nos explica en una de sus newsletters, “es algo más común de lo que pensamos”. Y por suerte, tiene solución.
La culpa y la felicidad
La culpa es, posiblemente, una de las emociones más desagradables con la que debemos lidiar como seres humanos. Cumple una función importante en nuestra sociedad, nos ayuda a saber cuándo debemos disculparnos y resarcirnos con el otro. El ser humano es una criatura sociable y cooperativa, por lo que sentir culpa es útil para poder convivir en paz.
El problema es cuando esta culpa se descontrola y nos desborda. Cuando aparece no a raíz de un mal comportamiento, sino en momentos de felicidad y de gozo. Es entonces cuando se convierte en una pesada carga con la que es insoportable cargar. Y es entonces cuando debemos aprender a librarnos de ella.
Para ello, debemos entender de dónde surge. Y es ahí donde entran las palabras de Mario Alonso Puig, que nos explica que “a veces, cuando estamos bien, una voz interna nos dice que no lo merecemos”. Esto, según él, “ocurre porque hemos aprendido a identificarnos con un yo que no somos realmente, un yo que carga con creencias, juicios y culpas”.
¿Por qué nos sentimos culpables?
Esta naturaleza alterada de la que nos habla Puig, proviene en cierta medida de una visión distorsionada de quienes realmente somos.
“¿Cuántas personas, lamentablemente, creen que hay algo manchado, algo roto en su interior?”, pregunta a sus lectores habituales. La respuesta es “muchos” y la consecuencia esta culpa que nos persigue.
Porque como explica el experto, esta sensación de mancha, de tener algo roto, de estar defectuosos, es la que hace que surja la culpa. Esto sucede porque “cuando sienten felicidad se sienten incómodas porque no es un sentimiento con el que estén familiarizados”. Esta propia extrañeza actúa como un muro, alejándonos del gozo.
Su mensaje, en este sentido, es contundente. “No hay nada roto en ti”, escribe el experto, “no hay nada defectuoso en ti.Todos cometemos errores”. Sin embargo, continua, “en nuestra esencia, en lo que realmente nos define, ahí está la felicidad”.
Nuestra auténtica naturaleza
Aunque la culpa sea natural en el repertorio de nuestras emociones, “nuestra naturaleza más auténtica no está hecha de culpa, está hecha de felicidad”, asegura Puig en su escrito.
Esta felicidad que nos configura expone el experto, “no necesita una razón externa, simplemente es una expresión de quién eres en realidad. Todos estamos llamados a ser felices y a desplegar nuestro verdadero potencial”.
Siendo así, no hay lugar para la culpa, en la felicidad. Porque para alcanzarla no sería necesario cumplir con una serie de requisitos. O evadir determinados castigos. Incluso cuando en el resto del mundo hay quien lo pasa mal, hay también quien disfruta. Porque la felicidad, como explica Mario Alonso Puig, es parte de nuestra propia esencia. Y, por tanto, “no es algo que tengas que ganar, es algo que ya está dentro de ti”.
No eres egoísta
Un pensamiento habitual y muy relacionado con esto de la felicidad culposa es la idea de que disfrutar es sinónimo de egoísmo. Pero Mario Alonso Puig lo tiene claro. “Ser feliz no es egoísta, es vivir alineado con lo que realmente somos”, escribe en su newsletter.
De hecho, asegura, “cuando dejamos atrás esa culpa y nos permitimos disfrutar plenamente, no sólo nos hacemos un regalo nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean”. Y es que cuando estamos felices, podemos sacar a relucir nuestra mejor cara.
En vista de que no hay nada más altruista que ser feliz, Puig nos invita a “evitar la culpa que no te corresponde”, y para hacerlo, su consejo es el siguiente: “La próxima vez que sientas felicidad, no la frenes ni la cuestiones. Abrázala sin reservas. Dile a esa voz interna que está bien sentirse bien, que te lo mereces. Porque también eso, la alegría, es parte del camino”.
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