Elogio del amor es uno de los libros más bonitos que he leído a lo largo de este 2025. En sus páginas, Rafael Narbona nos invita a volver a confiar, a ver el amor en los demás, a reconectar con la belleza de lo que nos rodea. El suyo es uno de esos libros que te hacen ver el mundo un poco más bonito cuando llegas al final, una sensación similar a la que tenido al hacer esta entrevista.
En una conversación en la que hablamos de amores, momentos buenos y malos, Narbona responde a algunas de las grandes preguntas que persiguen al ser humano desde tiempos inmemoriales. ¿Cuál es el secreto de la felicidad? ¿Puede el amor hacernos felices? ¿Cómo acabamos con el problema de la soledad? ¿Y puede la filosofía enseñarnos a amar mejor? Sus respuestas, sin duda, arrojan luz en tiempos de oscuridad.
En busca de la felicidad
-¿Crees que existe un secreto de la felicidad? Y de ser así, ¿cuál sería?
Pues yo creo que sí existe, y ese secreto consiste en invertir en afectos. Realmente lo que te da calidad de vida es estar rodeado del cariño de tu pareja, de tus hijos, de tu familia, de tus amigos. Y desde luego, la felicidad no está en acumular bienes materiales, porque a la larga produce insatisfacción y hastío.
Yo vivo en una zona de Madrid que no está mal, pero no es La Moraleja y tengo vecinos que les gustaría vivir en allí y se sienten insatisfechos por no tener los 3.000.000 de euros que hace falta para vivir allí. Y cuando tienes ese dinero, ya no es suficiente tener un chalet de 3.000.000, quieres uno de 10, una casa en Marbella, un yate y un jet. Es decir, la misión material es como un pacto con el demonio, todo te parece siempre insuficiente.
Ya desde antiguo, los estoicos que están ahora tan de moda decían que la austeridad no es un sacrificio, sino todo lo contrario, es una fuente de felicidad. Hay que tener el apego justo a los bienes materiales.
A mí me gusta mucho, por ejemplo, las cositas de Tintín. Tengo un montón de figuras de Tintín. Y no me parece mal, aficionarse a estas cosas creo que es sano y saludable porque introducen en la vida algo bonito. Pero en cambio, un reloj de 300.000 euros, un coche de 300.000 euros, a la larga produce hastío.
-¿Cuál es la principal fuente de felicidad para el ser humano?
La felicidad procede fundamentalmente de amar y ser amado. Y no solamente me refiero a la pareja, sino también a tu familia, a tus amigos, a los animales que han desempeñado también en mi vida un papel muy importante. Yo ahora mismo tengo tres perros y tres gatos. Y creo que eso es lo que da la felicidad, el echarse la siesta con un perro o con un gato. La felicidad que da abrazar a tu mujer o a tu pareja. La felicidad que da hablar con un hijo, con un amigo. Ahí está el secreto de la felicidad.
Añadiría otras dos cosas que ayudan a ser feliz. La primera es llevar una vida fructífera, una vida fecunda, porque felicidad viene de felicitas, el término latino. Es decir, una vida donde tú tienes un proyecto, una meta. No vas dando tumbos, sino que tu vida tiene un sentido. Todas las metas son dignas, mientras no consista en robar o hacer daño. Puede ser fabricar zapatos, ir a un jardín, lo que sea que te dé un sentido, un quehacer, un orden a tu vida. Y eso también da felicidad.
Otra cosa que creo que es muy importante es tener una conciencia satisfecha, una expresión de Kant. Kant decía, lo repetía, que la felicidad no es un derecho. ¿Tiene derecho a ser feliz José Bretón? No, sería un agravio pensar que ese hombre es feliz. Entonces, la felicidad es algo que nos debemos merecer. Y nos lo merecemos cuando hacemos lo correcto, cuidamos a una persona enferma, escuchamos a un amigo con problemas, nos desprendemos de algo para ayudar a una persona en una situación de apuro...
Yo creo que esas son las claves de la felicidad: amar y ser amado, llevar una vida fructífera orientada a una meta, y tener la conciencia tranquila porque eres una persona solidaria y compasiva. Entonces, si eres capaz de tener esas tres cosas, yo creo que puedes ser feliz, incluso en circunstancias complicadas.
-Mencionabas a los estoicos, que actualmente están en tendencia. ¿Qué hace que, en el contexto social actual, nos parezcan tan actuales las palabras de señores que vivieron hace 2000 años?
Creo que en parte los estoicos se malinterpretan. Se piensa que el estoicismo nos da una herramienta muy poderosa, que es la entereza frente a la adversidad. Y es cierto que los estoicos hablan del autocontrol. Sin embargo, esto se está interpretando como sinónimo de ser un emprendedor. Lo están utilizando en el ámbito empresarial, pensando que el estoico es un emprendedor, alguien que tiene autocontrol.
Más bien, lo que hablan los estoicos es de regular las emociones, de no dejarse llevar por la ira, de no dejarse llevar por la ambición, de no dejarse dominar por el miedo, y no hablan en ningún caso de desarrollar una carrera profesional y tener mucha determinación y seguridad. De hecho, los estoicos aconsejan no tener apego a los bienes materiales.
Séneca, por cierto, lo decía, y era el hombre más rico de su tiempo, por eso se le ha acusado de hipócrita. Los estoicos dicen que hay que aprender a regular las emociones y no dejarse llevar por la ira, pero eso también está en el budismo. Y no dejarse llevar por el odio, también está en el cristianismo. La sabiduría es esto.
Pero yo creo que vivimos en una sociedad al revés, que es muy poco estoica, porque, entre otras cosas, tenemos mucho apego a los bienes materiales. Y otra cosa que decían los estoicos es que hay que ser un buen ciudadano. Para un estoico, una persona que no se compromete con los asuntos públicos es un mal ejemplo. O sea, todos tenemos la obligación de que el mundo sea un lugar un poco mejor de lo que era antes de nuestro paso. Los estoicos tienen que ser menos una moda y leerlos en profundidad.
Tiempos oscuros para amar
-Cuando echamos un vistazo a la actualidad es fácil pensar que el mundo es un lugar oscuro. En este contexto, ¿por qué merece la pena amar y hacer el esfuerzo de confiar en el otro?
Primero, yo no creo que el ser humano sea malo por naturaleza. Lo que pasa es que tenemos un mal modelo social, que es el modelo capitalista. Además, es un capitalismo salvaje, porque hay un capitalismo con un rostro humano, que es el capitalismo del Estado del bienestar creado después de la Segunda Guerra Mundial con los acuerdos de Bretton Woods. Cuando surgió, a instancias de Keynes que era un gran economista, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se marcó como objetivo impulsar el desarrollo.
El problema es que, a partir de los años 80, con Margaret Thatcher y Ronald Reagan, el capitalismo empezó a desregularse y hemos desembocado en una sociedad cada vez más insolidaria, donde se están perdiendo derechos laborales. La vivienda se ha convertido en un bien inaccesible, se está deteriorando la salud, la sanidad pública, la educación pública… Hay que destacar esto, el problema es el modelo social que tenemos que ha transformado al ser humano en una mercancía, y no debemos dejarnos llevar por eso, porque entre otras cosas nos hace daño.
-Riqueza y felicidad no van de la mano...
La persona que acumula mucho y carece de afectos, como se ve por ejemplo en el protagonista de Cuento de Navidad, es una persona solitaria e infeliz. Yo creo que no sale a cuenta ser mala persona.
Yo, ahora que perdí a mis tres hermanos y a mis padres, que mi mujer tiene dos hermanos que por una herencia han dejado de hablar con ella... me he dado cuenta de que amar a los demás es la mejor inversión.
Porque cuando tú te portas bien con los otros, la mayoría de las personas son agradecidas y te lo devuelven. Además, también tenemos que hacerlo por una satisfacción interior. Yo no podría levantarme, mirarme al espejo y pensar, soy un canalla. Sé que soy una persona frágil, sé que soy una persona vulnerable. Voy al cateterismo con mucho miedo. Yo no me considero una persona valiente, ni mucho menos, pero me parece que esos son defectos humanos y que no son graves, porque no estoy haciendo daño a nadie.
En cambio, si pensara que lo que he obtenido es a costa de hundir a los demás o de maltratar a mis seres queridos, pues no podría soportarlo. Viviría en un estado de malestar interior permanente. Entonces, yo creo que por nuestra salud mental merece la pena ser buena persona y no dejarnos llevar por un modelo de sociedad individualista y hedonista.
Eso sin contar que hay muchas personas que no son así, como se ha visto con la DANA, que cuando hay catástrofes, hay mucha gente que está dispuesta a echar una mano. Tenemos una visión demasiado negativa de nuestra propia especie y yo creo que no es realista.
-Una de las grandes preocupaciones del siglo XXI es la soledad. ¿Podemos paliarlas si reenfocamos nuestra idea de lo que es el amor?
Sí, sí, yo creo que lo primero que hay que hacer es expandir el amor, porque cuando tú hablas del amor se piensa únicamente en amor a la pareja. En mi caso, como es obvio, mi mujer es lo más importante para mí, pero eso no significa que no haya otras personas muy importantes en mi vida, como mis amigos. El amor tiene que ser como una onda expansiva.
La soledad es la experiencia más terrorífica que se puede concebir. Somos animales sociales y nos necesitamos los unos a los otros. Sería estupendo que hubiera grupos familiares muy amplios donde pudieran convivir niños, personas jóvenes, maduras y personas mayores, porque además nuestra especie ha sobrevivido gracias a esa estrategia.
No se cuenta que en el paleolítico, los grupos de cazadores recolectores eran hombres y mujeres, no solo los hombres, pero la mayoría de las veces no conseguían una presa porque cazar no era nada fácil y se dedicaban fundamentalmente a recolectar juntos, tanto los hombres como las mujeres jóvenes. Ambos aportaban y, mientras, las personas más mayores hacían de cuidadores. Eso es lo que permitió al Homo sapiens sobrevivir. Creo que esa estructura no debemos perderla.
Nos tenemos que cuidar los unos a los otros y es un fracaso social que haya personas que mueren y tardan, como ha sucedido, 7 años en descubrirlo. Pienso que es muy importante crear lazos, lazos sólidos.
Las ciudades favorecen la soledad y estaría bien vivir en espacios más a la medida del ser humano, espacios más pequeños donde hubiera un trato más cercano con la gente, donde todo fuera más inmediato. Creo que la soledad es el mayor fracaso nuestro tiempo.
La filosofía y el amor
-¿La filosofía nos puede enseñar a amar mejor?
Yo creo que sí, siempre y cuando leas a los autores adecuados. No hay que hacer mucho caso, por ejemplo, a Schopenhauer, que sentía un profundo desprecio por el género humano, o a Nietzsche, que pedía exterminar a los débiles. Yo no entiendo esta moda de Nietzsche intentando negar que tiene unas ideas terroríficas, que además son las ideas de un hombre enfermo, tímido, amargado y solitario.
Yo prefiero leer autores mucho más humanos. Como, por ejemplo, leer a Victor Frankl, que me parece, un gran pensador. Al psicólogo Carl Rogers, que tiene una psicología preciosa. Hay que leer también a Platón.
Hay que leerse la Ciudad de Dios de San Agustín, que también tiene cosas muy bonitas. Hay que leerse a los ilustrados, a Voltaire. O a Spinoza, que dice que no hay nada más útil para un hombre que otro hombre. O a filósofos que han caído un poco en un desmerecido olvido, como Martin Buber. O a grandes pensadoras como Hannah Arendt o también María Zambrano.
La filosofía puede ayudarnos a amar, pero hay que saber leer con espíritu crítico y con la perspectiva adecuada.
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