Cuando Robert Nozick, profesor de Harvard, escribió en 1974 Anarchy, State and Utopia, las redes sociales le quedaban muy lejos. Y, sin embargo, cuando nos habla de su “maquina de la experiencia” y lo leemos desde el presente, no podemos evitar pensar en ellas. La describe como un articulo por medio del cual el usuario recibe experiencias placenteras de manera permanente, evitando cualquier sentimiento negativo. ¿Te suena?

En su texto, Nozick, que no llegó a ver el mundo en el que vivimos y que tanto se parece al de su planteamiento, dado que falleció en 2002, se propone derrocar la tesis hedonista que asegura que placer y felicidad van de la mano. Según él, conectarnos a la máquina de la experiencia no es la mejor solución para ser felices.

La máquina de experiencias

Aunque desde la lectura actual sea fácil unir hilos que no estaban antes ahí, lo que en realidad buscaba Nozick con su experimento mental era rebatir el argumento de que nuestra felicidad se construye de experiencias. En el epicureísmo y cualquier otra filosofía hedonista, se considera que la felicidad es fruto del placer. Es decir, que si nos sentimos bien, somos felices.

Para Nozick esto quedaba desmentido en el momento en el que se ponía sobre la mesa lo que el llamaban “la máquina de experiencias”.

Su experimento mental dice así: “Supongamos que existiera una máquina de experiencias que proporcionara cualquier experiencia que usted deseara”. La máquina habría sido diseñada por neurocientíficos. Te conectan unos electrodos, te ponen en un tanque flotante, y eliges las experiencias que quieres vivir durante dos años. Escribir un libro, correr la maratón, irte de fiesta con tus amigas. Lo que desees. Durante los próximos diez minutos o diez horas vivirás las experiencias elegidas durante dos años. Luego despiertas, y tienes la opción de volver a elegir nuevas experiencias y conectarte, o dejar de hacerlo. ¿Qué harías?

Por si estás buscando excusas para afrontar la respuesta: es totalmente seguro, no tiene ninguna consecuencia física y no estás obligando a nadie a atender la máquina. Estas son las normas del experimento mental de Nozick.

 

No te conectarías

Según Nozick, y así lo mencionan estudios que citaremos a continuación, no te volverías a conectar. Y no lo harías por tres razones.

Para empezar, porque las personas no solo queremos experimentar situaciones, queremos vivirlas. Es decir, no queremos “experimentar escribir un libro”, queremos escribirlo. Queremos hacer las cosas, y no solo sentirlas.

En segundo lugar, porque nos preocupa el tipo de persona que somos. “Queremos ser de cierta forma”, escribe Nozick en su libro, y “alguien que flota en un tanque es una burbuja indeterminada”. Lo que hacemos repercute en la visión que tenemos de nosotros mismos. Al contemplar nuestra vida y recordar nuestras experiencias, queremos poder responder a la siguiente pregunta: ¿cómo soy? Si te pasas tu vida en a máquina no serás inteligente, amable, valiente o ingenioso. Tampoco estúpido, mezquino, cobarde o torpe. Sencillamente, no eres nada. “Encadenarse a la máquina es una especie de suicidio”, como dice Nozick.

La tercera razón es que lo que experimentaríamos no sería la realidad, sino algo hecho por el hombre. Esto, asegura el filósofo, es importante porque “no hay ningún contacto efectivo con ninguna realidad más profunda” en la máquina de la experiencia, “aunque su experiencia se pueda simular”. Es decir, el ser humano requiere profundidad, de conexiones reales. Siempre preferirá lo real por sobre lo virtual, afirma Nozick.

Lectores del 2025

Los lectores del 2025 pueden leer las conclusiones del Nozick de 1978 y pensar “estaba equivocado, al final optamos por el mundo virtual y nos enganchamos a las pantallas”. Pero el experimento de Nozick en ningún momento dice que no probamos la máquina, sencillamente defiende que, al final, no la elegimos.

Felipe De Brigard, profesor de Filosofía y Neurociencia en la Universidad de Duke llevó a cabo el experimento mental de Nozick para confirmar sus teorías. Y los resultados apuntan a que el experto tenía razón.

Dividió a los participantes del experimento en tres grupos. Al primero, no se le dio información previa sobre cómo es su vida fuera de la máquina de la experiencia. Al segundo, le dijeron que fuera de la máquina eran presos en una cárcel de alta seguridad. A los terceros, que fuera de la máquina eran millonarios.

La sorpresa al comprobar los resultados tras preguntar a los participantes si seguirían enganchados a la máquina fue que, tanto los primeros como los terceros, respondieron por igual: un 54% no volvería a conectarse. En el caso de los prisioneros, solo el 13% decidieron desligarse.

Resultados en la vida real

Aunque suene a ciencia ficción, en la realidad ya estamos viendo las consecuencias de la máquina de la experiencia de la que nos hablaba Nozick. Para empezar, estudios, como el liderado por el profesor David Blanchflower, de la Universidad de Dartmouth, revelan que, por primera vez en la historia, los jóvenes no son más felices que los adultos. En buena medida, se asocia a las redes sociales y la falta de relación (que no de conexión) que estas producen entre los más jóvenes.

Ante esta circunstancia, las nuevas generaciones parecen estar reaccionando. Hobbies como la cerámica, el crochet y otras tantas artes manuales están repopularizándose. Los clubs de lectura vuelven a ser tendencia, y la participación de la generación Z es más elevada que nunca. Parece que, de una forma u otra, estamos abandonando la máquina de las experiencias.

Solo el tiempo dirá si es así, pero son muchos lo expertos que apuntan que las tendencias de consumo están cambiando. Los más jóvenes, a los que imaginamos crónicamente enganchados a nuestras propias máquinas del placer, se alejan de ellas. Un informe de la consultora Oliver Wyman confirma que el 85% de los consumidores de la Generación Z prefieren gastar su dinero en experiencias que en posesiones materiales. Es decir, prefieren viajar, ir a conciertos o hacer cosas, que quedarse en casa comprando objetos. También priorizan sus relaciones personales por encima del trabajo, el lujo o el estatus, como revela un estudio realizado por Preply que muestra que el 39% de los centennials y los millennials consideran esencial alcanzar un equilibrio entre vida personal y laboral para ser felices.

Todo apunta en una dirección: la predicción e Nozick era cierta. Nadie elige quedarse eternamente conectado a la máquina de la experiencia.

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