El pimiento, aunque no es una planta de origen nacional, es uno de los ingredientes imprescindibles en la cocina española.

A día de hoy existen numerosas variedades, cada una con sus propiedades, pero todas ellas deliciosas si se cocinan adecuadamente. ¡Descúbrelas!

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AMARILLO

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Foto: Anna García

Pimiento Amarillo

Se trata de una de las muchas variantes del pimiento morrón, pero de sabor más dulce y afrutado.

Gordito y carnoso, suele tener una forma entre cuadrada y rectangular, y ser de tamaño más pequeño. Cuando madura se torna de un característico color amarillo intenso.

Generalmente se emplea para preparar salteados y pistos, mezclado con variedades rojas y verdes. También se come en ensaladas o platos fríos, aprovechando su característico color, o se usa para rellenar.

CHILE

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Chile

Los chiles son los pimientos que se emplean en la cocina mexicana. Existen múltiples variedades, todas ellas de aroma atractivo y muy picantes por su gran concentración en capsaicina.

Son la base de salsas tan características como el tabasco o el guacamole, aunque también se comen cocidos, crudos o fritos. Estimulan la acción gástrica y la producción de insulina.

Uno de los más apreciados es el jalapeño, alargado, rico en vitaminas A y C, y que mantiene un perfecto equilibrio entre su sabor y el del resto de ingredientes del plato. El cuaresmeño o "gordo" se puede usar para rellenar.

DE-GERNIKA

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Pimiento de Gernika

Este pimiento dulce, tierno y sabroso es una delicia que solo se produce en Euskadi. El mundo gastronómico lo aprecia mucho frito a fuego lento, sin que se dore ni pierda su color verde oscuro.

No mide más de 9 cm pero se diferencia de otros en que nunca pica. Estrecho y alargado, con dos o tres lóbulos poco marcados, su aspecto es fresco, su textura tersa y su carne muy fina y tierna.

Como aperitivo y acompañamiento gozan de mucha aceptación pero, además, los afamados cocineros vascos discurren con ellos nuevos platos, rellenándolos de verduras, setas y salsas.

GUINDILLA

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Guindilla

La guindilla de calidad en Europa es la de lbarra, una localidad vasca de temperatura suave y pluviosidad elevada. Es alargada y lisa, de carne tierna y piel fina, sección redonda y un color verde amarillento, con un ligero brillo.

Se consume en conserva de vinagre de vino como famoso aperitivo por su sabor, ternura y picor delicado. Insertándolas en un palillo junto a un par de aceitunas rellenas se preparan con ella las tapas bautizadas como "gildas".

Si se deja madurar se vuelve roja. Entonces se puede dejar secar y triturar para obtener pimienta de Cayena.

DEL-PADRON

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Pimiento del Padrón

Estos pimientos gallegos se recogen cuando son todavía muy jóvenes y la mayoría de ellos no pica, aunque sí aproximadamente uno de cada diez.

Se comen con los dedos y la gracia está en adivinar si son dulces o picantes ("unos pican y otros, non"). Se dice que son más suaves cuanto más pequeños, pero siempre hay excepciones a la regla. 

Se toman fritos a fuego lento en aceite de oliva, enteros con su rabito y sazonados con un poco de sal gorda, a modo de tapa. También se sirven como guarnición, principalmente de especialidades gallegas.

ROJO-MORON

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Pimiento Rojo

Una de las zonas de mayor cultivo de este pimiento es la huerta murciana. Se trata de un pimiento rojo ancho, dulce y carnoso, ideal para asar o para comer en crudo.

Los rectangulares reciben el nombre de "hocico de buey", aunque también los hay más redondeados. Su superficie tiene pocos recovecos y su piel es dura.

Una vez asados al horno, conviene dejarlos unos minutos en un recipiente tapado, para que con el propio vapor se separe la piel.

Ya pelados, son deliciosos a tiras, con aceite de oliva virgen extra, pimienta y sal, o sobre una rebanada de pan tostado.

ÑORAS

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Ñoras

Características de todo el Levante español, las ñoras son pequeños pimientos rojos, redondos, regordetes, que se venden secos en ristras.

De piel muy gruesa y sabor muy dulce, son ingrediente imprescindible de muchas salsas mediterráneas, como el romesco, y en guisos o arroces a los que dan color y aroma.

Se dejan en remojo unas horas y después hay que retirarles las semillas. Se raspa su pulpa y se muele o machaca en un mortero, con un poco de sal.

Para ir más rápido se pueden escaldar unos minutos antes de rasparlas pero pierden parte de su sabor.