Álex Rovira y Francesc Miralles se han propuesto una ambiciosa misión. Encontrar y ofrecer respuesta para los quince problemas más trascendentales en la vida de todo ser humano. Con una hoja de ruta clara y ejercicios dinámicos, estos dos grandes expertos en el crecimiento y el desarrollo personal nos proponen un viaje solo de ida, en el que la transformación personal está garantizada.
Tenemos la suerte de poder contar con la colaboración de uno de ellos habitualmente en nuestra revista. Los artículos de Francesc Miralles son una cita obligada de nuestras lectoras más fieles. Y en esta ocasión, Álex Rovira nos concede esta entrevista en la que abordamos algunas de las grandes preguntas que se plantean en su nuevo libro.
¿Existe un secreto de la felicidad? ¿Qué es lo que realmente importa en esta vida? ¿Qué papel juegan las relaciones, el trabajo y el propósito en el bienestar? Todas estas preguntas, y otras muchas más, se resuelven de forma minuciosa en esta entrevista.
-¿Existe, desde tu perspectiva, un secreto de la felicidad?
Mira, hay una verdad incómoda, pero muy necesaria. Y es que la experiencia de la vida no está “diseñada” para hacernos felices, sino para desafiarnos. La vida es un desafío constante en muchas dimensiones. Y solo en la medida en que resolvemos esos desafíos, podemos abrazar momentos de felicidad, de alegría, de plenitud, de sentido.
Por lo tanto,para que la vida valga la pena debemos comprender literalmente la frase, Vale la pena, hay un valor en las dificultades, desafíos, crisis, pérdidas, sufrimientos. También hay muchos buenos momentos, claro. Pero lo que hace que la vida valga la pena finalmente, es transformar la vida con coraje, claridad y propósito. Transformar cada problema en una oportunidad de evolución. Actuar con sabiduría práctica para construir algo que tenga sentido.
Y por eso decimos en el libro que se trata de pasar de Homo sapiens, el que sabe, a Homo solver, el que resuelve. De pasar de la teoría a la acción que realmente transforma y de mantener una disposición resolutiva frente a los problemas propios, a los problemas de la gente que queremos y a los problemas que demanda la sociedad y el planeta.
-En el libro, nos planteáis 15 grandes problemas que debe resolver todo ser humano. Pero no son problemas al uso, sino problemas trascendentales. ¿Cuál crees que es el más complicado de resolver?
Esta es una excelente pregunta, porque la estructura del índice no está diseñada gratuitamente. En la primera parte hablamos de descubrimiento personal con tres temas: identidad, deseo y autoestima. Bueno, pues el primer tema para mí es crucial, que es el desafío de definir quién eres y cuál es tu propósito vital.
Ese es el capítulo uno, pero también para mí un capítulo fundamental es el último de todos. En la quinta parte, cuando hablamos de sabiduría y trascendencia, hablamos de la plenitud, que es el desafío de decir adiós, de despedirnos de la vida, de lo amado y de los amados, con paz, alegría y gratitud.
-La primera lección del libro va de conocernos a nosotros mismos, que es lo que decían los griegos que estaba grabado en el Oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. ¿Cómo es posible que sea tan complicado cumplir esta misión para la que, a simple vista, todos contamos con las herramientas necesarias?
Porque es un proceso. Porque la respuesta a quién soy no viene de una idea. No es un yo-idea, es un yo-experiencia. Tú eres tus experiencias. Por lo tanto, la respuesta se da como proceso, como gerundio, en la medida que vamos viviendo.
Es muy distinto, por ejemplo, dar respuesta a esa pregunta si eres anciano que si eres joven. Es muy distinto dar respuesta a esa pregunta si tienes hijos y los has traído al mundo de manera responsable o no los has traído o los has traído de manera irresponsable.Es muy distinta la respuesta si en tu vida te has arriesgado y has tomado decisiones cruciales para buscar aquello que anhelabas, que si has vivido una vida de conformidad y resignación. Por lo tanto, la identidad se construye desde el yo-experiencia, no desde las ideas.
Decía Eduardo Galeano una frase que me encanta y que se puede poner en círculo. Pocas frases se pueden poner en un círculo. Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
-Nos habláis también en el libro del deseo y, personalmente, creo que saber lo que uno quiere es complicadísimo. ¿Cómo podemos diferenciar lo que queremos realmente de lo que nos sentimos obligados a desear por presión externa?
Mira, para mí hay tres etapas en relación al deseo.
La primera es, ¿qué es lo que no quiero? No quiero una pareja que me maltrate. No quiero que me pisen ya. No quiero un jefe narcisista con rasgos psicopáticos. No quiero vivir en una ciudad que me contamina el cuerpo y el alma. No quiero vivir endeudado. No quiero vivir en un país que me maltrata.
La segunda es, ¿qué necesito? Es decir, ¿qué es realmente lo esencial? ¿Qué necesito de verdad? Porque ahí está la felicidad. Muchas veces está más en liberarme de lo que no quiero, conectar con lo que necesito, para luego, eventualmente, cubierto lo necesitado de verdad, entender lo que quiero.
Y la tercera, ¿qué quiero realmente? Cuando llegas a este punto, te das cuenta de que el deseo está, pero son pocas las cosas que deseas y acostumbran a estar muy vinculadas a servir al mundo, a ser útil, a aportar valor.
O, como diría mi admirado José Luis San Pedro, cuando su mujer, Gloria Palacios, le preguntó en un libro maravilloso titulado José Luis San Pedro. La escritura necesaria, “¿tú para qué vives?” Y él responde: “Para comprender y no estorbar”. Me parece una de las respuestas más bonitas que he leído en mi vida.
Comprender y no estorbar. Eso es lo que yo deseo. Personalmente, eso es lo que yo deseo. Por lo tanto, tengo el privilegio de tener agua caliente en el grifo, tengo el privilegio de poder tener techo. A veces nos complicamos mucho. Muchos de los problemas que tenemos son artículos de deseo de primer mundo. Es así, vivir es muy sencillo. Se trata de resolver y de no fastidiar la vida a los demás.
-La segunda parte de vuestro libro nos habla de las relaciones. Ya está demostrado que las relaciones son lo más importante para nuestra felicidad. ¿Nos puede ayudar el camino del Homo Solver a encontrar la forma de construir relaciones buenas con los demás?
Yo pienso que sí. Y podemos aplicar exactamente lo mismo que veníamos diciendo. Para entender bien la calidad de tus relaciones, tenemos que entender muy bien las relaciones originales, es decir, papá y mamá. ¿Qué vínculos establecimos con ellos? ¿Qué dinámica emocional había? ¿Qué patrones adaptativos desarrollamos?
Cuando tú comprendes profundamente algo, el cambio viene naturalmente. No hay que hacer nada. La acción es la consecuencia inevitable de una comprensión profunda y verdadera. Y con las relaciones pasa lo mismo.
¿Qué patrones vinculares he establecido en mi infancia y adolescencia que estoy repitiendo inconscientemente? La relación del presente tiende a ser un espejo inconsciente de las relaciones primales arcaicas. Y los mecanismos adaptativos transgeneracionales.
Cuando tú comprendes eso, te acercas a la comprensión, te acercas a la compasión, te acercas al perdón, te acercas a la libertad. Una persona se libera cuando es capaz de comprender las heridas del niño y la niña de sus progenitores.
-Si hablamos de amor, a mí se me ocurre que el amor no solo se da ante las personas. También tenemos la vocación, que es el amor por lo que hacemos. ¿Qué papel juega para ti esto del propósito y de la vocación en la felicidad?
Pienso que es sumamente importante. Son ejes fundamentales para alcanzar la felicidad y una vida plena. Porque el desafío de saber quién eres y qué quieres en la vida, este acto de autoconocimiento, no solo proporciona claridad, sino que te conecta con la autenticidad y le da empuje a tu vida, le da orientación, le da sentido.
El propósito sería entendido como esa contribución significativa que podemos ofrecer a los demás. Cuando conectamos con eso, hay una gran paz interior. Y hay una sensación de alineación con los propios valores. Cuando tú vives desde la fidelidad a ti, a lo que tú eres, sientes y quieres hacer, surge un estado de plenitud que para mí está muy vinculado con la felicidad.
La vocación, por otro lado, para mí es el propósito en la acción. Vocación viene del latín vocare, que es grito, que es llamada. Es aquello que haces con tu vida que te conecta con tu identidad más profunda. Por lo tanto, en Homo Solver subrayamos que no basta con conocerse o meditar. La identidad se revela, como te decía, y se afianza en la acción. Haz y verás quién eres.
En resumen, vivir con propósito y tener una vocación genuina no solo orienta tus decisiones, sino que también es clave para transformar los desafíos en oportunidades y construir una vida significativa. Y esto, a su vez, es el camino hacia la felicidad o una plenitud más profunda y duradera.
-Si hablamos de trabajo, toca hablar también de equilibrio, que es un tema que tratáis en el libro. ¿Cómo conseguimos encontrar ese punto medio entre la vida personal y la laboral para no perdernos?
Hay una variable fundamental en la vida, que es el coraje. David R. Hawkins, que para mí es un autor de referencia, dice que hay dos grandes niveles de conciencia: la fuerza o el poder.
La fuerza es aquellos niveles de conciencia donde está el miedo, el deseo, la rabia, la culpa, la vergüenza. Y el poder comienza con el coraje, y se eleva hacia la voluntad, la determinación, el rigor, el amor. Para mí es uno de los grandes desafíos contemporáneos y requiere mucho coraje.
Alcanzar este punto de equilibrio no es cuestión de suerte. Es cuestión de coraje, de conciencia, de decisiones bien tomadas y de una revisión constante de nuestras prioridades.
-¿Qué pasos deberíamos dar para conseguirlo?
Lo primero, es definir lo esencial. Es decir, qué aspectos de tu vida realmente merecen energía, tiempo y atención. Porque eso nos va a llevar a la sabiduría del ‘no’. El ‘no’ a lo accesorio y el ‘sí’ a lo esencial. De nuevo, qué no quiero, qué necesito.
Y eso nos lleva a una segunda cuestión, que es crear límites saludables. Diferenciar claramente los tiempos y espacios que dedicamos al trabajo, al descanso, a la familia, a nosotros mismos.
Y esto nos lleva a un tercer punto. Para ello debemos tener cuidado con las expectativas externas. Porque muchas veces el desequilibrio nace de tratar de cumplir con estándares exógenos o estándares sociales. Y este paso es el de recuperar tu propia voz, recuperar tus valores. Eso es clave para tomar decisiones alineadas con tu bienestar.
Eso implica también escuchar tu cuerpo y tus emociones. ¿Por qué? Porque muchas personas llegan al equilibrio tras un cáncer, tras una enfermedad, o cuando un amigo se ha muerto de infarto, cuando ellos lo han tenido. Es decir, el agotamiento físico y emocional es un aviso de que algo no está bien equilibrado. Entonces, aprender a detenerse, hacer pausas y atender esas señales es parte fundamental del mantenimiento de una vida sana.
Y, finalmente, cuando tu propósito vital abarca tanto lo personal como lo profesional, que de alguna manera se entrelazan con fuerza y se disminuye la sensación de fragmentación en la persona, vives con mucha más paz y con mucha más alegría.
Es decir, el equilibrio es una práctica constante de ajuste, de vivir con atención a tu vida. De no vivir atrapada ni atrapado por expectativas externas y de recordar que una vida bien vivida incluye tanto el hacer como el ser en coherencia.
Y para eso se necesita mucho coraje. Para mí la clave es el coraje de poner límites, el coraje de abrir nuevas etapas, el coraje de salir de trabajos donde te explotan o te maltratan, el coraje de ensayar nuevas fórmulas. Tiene mucho que ver con el coraje y con la conciencia.
-Precisamente ahora que hablabas de coraje, en el libro habláis de él y de la templanza, ambas son virtudes de una filosofía que también mencionáis, que es el estoicismo. ¿Qué nos puede aportar esta filosofía de hace más de dos mil años, en pleno siglo XXI?
Si me dijeran que tienes que elegir tres referentes de sabiduría,elegiría la sabiduría del estoicismo, y ahora te diré las razones, elegiría la sabiduría del Buda y elegiría la compasión y el amor incondicional de Jesús de Nazaret. No me refiero a la Iglesia, me refiero al mensaje original de los dos avatares y de esos hombres sabios que desde lo clásico nos dieron lecciones que siempre son eternas.
Por ejemplo, la primera, distinguir lo que puedes cambiar de lo que no. Esa es la base del pensamiento estoico. Qué está en tu control y qué no lo está. Eso libera de una gran parte de sufrimiento inútil, que además tiene mucho que ver con el budismo.
Entonces, enfócate en lo que puedes cambiar. Y lo que no puedes cambiar, acéptalo. Y ante aquello que no puedes cambiar, ¿qué es lo que sí puedo cambiar internamente? Esa es la clave. Si puedo cambiar con la acción lo de fuera, lo cambio. Si no lo puedo cambiar, tengo que cambiar mi actitud y mi mentalidad sobre eso. Y ahí está la aceptación superadora, que es una de las puertas de acceso a la sabiduría.
La segunda es la vida con responsabilidad y con intención. En el estoicismo se dice que el lenguaje de la realidad es la acción. Entonces, la sabiduría del estoicismo es una vida activa basada en la virtud, la reflexión y la acción coherente con los valores. Es la esencia del Homo Solver.
-Para ir acabando, ¿nos recomendarías tres lecturas para quien quiera seguir aprendiendo y conociéndose después de acabar Homo Solver?
¿Pueden ser cuatro? Porque yo recomendaría Ikigai, de Francesc Miralles. Recomendaría Tu mentalidad buena suerte, que es el libro que saqué el año pasado, un ensayo que reflexiona sobre las claves de la buena suerte.
Te recomendaría también Las meditaciones de Marco Aurelio, un clásico del estoicismo, texto clave para cultivar la templanza y la claridad mental. Y te recomendaría El poder del ahora, de Eckhart Tolle. Son libros que recomendamos en Homo Solver.
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