No hay nada más doloroso que el amor no correspondido. Cuando alguien te rechaza porque no le gustas es más fácil olvidar y seguir tu vida. Pero cuando es tu pareja la que no te ama, entonces la vida puede ser un infierno.

¿Por qué seguimos en relaciones en las que no nos sentimos amadas y cuidadas?

  • A veces nos autoengañamos y no nos escuchamos. Sabemos lo que ocurre pero nos cuesta mucho decirnos en voz alta: "no te quiere, sal de ahí".
  • Nos aferramos a sus promesas. Puede ser que la pareja tampoco tenga el valor de decirnos que no nos ama e, incluso, puede que trate de engañarnos para que nos creamos que sí nos quiere. Sin embargo, no nos lo demuestra ni nos cuida, así que no es tan difícil ver que sus palabras no tienen nada que ver con sus sentimientos reales. Y aún así, nos aferramos a sus palabras y sus promesas.
  • Creemos que somos fuertes y que podemos resistir tanto dolor. Sin embargo, el sufrimiento no es gratis: tiene un coste altísimo para nuestras salud mental y emocional. Cuando queremos darnos cuenta, tenemos el alma destrozada y toca recoger los cachitos para recomponer nuestro corazón y nuestra mente. Toca hacer terapia y a veces tardamos muchos años en sanar esas heridas.

Es importante no aguantar ni sufrir, ni exponernos al dolor de forma gratuita.

  • Por un tema de ego. Creemos que nuestra pareja en algún momento mágico se dará cuenta de lo especiales que somos y se enamorará de nosotras.

No hay recompensa por sufrir por amor

Si tu compañera o compañero no está enamorado de ti, no se va a enamorar. Por mucho que les quieras y por mucho que te entregues. Es duro asumirlo, pero cuanto antes aceptemos que no hay premio, mejor. Simplemente porque, de no hacerlo, pueden empezar a ocurrir cosas desagradables para ti:

  • Tu autoestima baja a unos niveles espantosos. Cuanto más baja tienes la autoestima, más tiendes a pensar que no mereces el amor y más te aferras a la persona que no te ama.
  • No te planteas por qué está contigo si no te ama, ni por qué estás con esa persona si no te ama. Generalmente lo que haces es paralizarte por el miedo a que se canse de ti o se vaya con otra persona. En lugar de tomar tú la decisión, prefieres “disfrutar” del tiempo que le queda a tu pareja para irse de tu lado.
  • Aprendes a vivir con ese miedo y generalmente caes en la sumisión para no provocar el fatal desenlace. Te vuelves más complaciente, evitas el conflicto, estás más servicial, te vuelcas en los cuidados y en algún punto fantaseas con hacerte imprescindible para que la otra persona se crea que te necesita.
  • Puedes perder tu dignidad. Además de volverte una persona sumisa y complaciente, es posible también estar más dispuesta a perder tu dignidad, a permitir que te mientan, que te engañen y que te traten mal. Y esto es peligroso porque cuanto más masoquistas nos ponemos, más sádicos se ponen los otros. Es decir, cuanto más sumisos nos mostramos, más probable es que nos traten peor.

Dar el paso definitivo

Hay muchas formas de intentar que tu pareja no rompa la relación aunque esté deseando salir de ella, pero ninguna funciona: si alguien no te ama, no importa lo que hagas para enamorarle. Por eso es tan importante no solo trabajarse la autoestima, sino también el ego, y tener en cuenta que no hay nadie imprescindible, que las relaciones en las que solo uno se vuelca y da lo mejor de sí mismo no funcionan jamás.

Todas las relaciones tienen que basarse en la libertad y no en la necesidad. No es justo que alguien se aproveche de la necesidad de otra persona de ser amada. Tampoco es justo intentar hacer creer a la otra persona que sin ella no va a ser feliz y que la necesita para estar bien.

Una persona que no te quiere, tampoco te cuida. Y la falta de cuidados es maltrato, la indiferencia es maltrato. Por eso es tan importante que te cuides. Cuidarse supone renunciar a las relaciones en las que no nos aman y no nos cuidan. Cuidarse significa solo quedarnos en las relaciones en las que hay reciprocidad, sinceridad y amor a manos llenas: ¡vamos a cuidarnos!