Italia es uno de los destinos más atractivos del mundo para los viajeros. La cantidad de lugares interesantes es enorme, pero si quieres descubrir un lugar único que visitar este otoño, la revista National Geographic recomienda una aldea en la provincia de Cúneo, en la región del Piamonte, en el noroeste de Italia.

Se trata de Barolo, un pueblo con poco más de 600 habitantes, pero conocido en el mundo entero por su vino único con denominación de origen. Las colinas y campos llenos de viñas, salpicados de árboles que muestran sus hojas de colores dorados, rojizos y anaranjados, son de una belleza idílica. 

Barolo: la excelencia en la cultura del vino

Dos copas de vino con el castillo de Barolo al fondo

Dos copas de vino con el castillo de Barolo al fondo

iStock (cristianoalessandro)

Barolo se encuentra en el fondo de un  valle, con su centro urbano pequeño lleno de tiendas de vino y bares, pero conserva su autenticidad porque no da la sensación de que vivan del turismo. No hay grandes hoteles ni otras infraestructuras para atraer a turistas. Pero si quieres hospedarte para explorar a fondo la zona, puedes ir a Monforte, uno de los pueblos más grandes de la zona, o a Alba, que es prácticamente una ciudad y acoge el Centro de Información Turística de la región.

La principal atracción cultural y turística del pueblo de Barolo es su castillo medieval del siglo XIII, antigua propiedad de los marqueses Falletti, donde actualmente se encuentran la Enoteca Regional de Barolo y el Museo Etnográfico y del Vino (WiMu).

Barolo es uno de los once municipios donde se cultiva la variedad de uva nebbiolo, con la que se elabora el preciado vino del que tan orgullosos se sienten los habitantes de la región.

Dicen los expertos que esta uva se caracteriza por su acidez y taninos. Los vinos de uva nebbiolo que se fermentan en barrica de roble durante al menos dos años, y uno más en botella, presentan aromas complejos como a alquitrán y a rosas. Sin rastro de modestia, exclaman que es el "vino de los reyes y el rey de los vinos”. En el propio Barolo y en los pueblos cercanos puedes visitar decenas de bodegas y enotecas.  

Pero si crees que el vino, siendo mucho, es lo único que tiene Barolo para ofrecerte, estás equivocado, porque hay mucho más. 

El aroma de la trufa blanca

Barolo (Italia)

Barolo (Italia)

iStock (Rglinsky)

En Barolo tienen un paladar exquisito y en otoño están de enhorabuena porque ha llegado el momento de buscar las trufas blancas. Debes saber que en una aldea cercana, en Roddi, hay una Universidad del Perro de Trufa, donde enseñan a los cachorros a buscarlas. Poco más hay que decir sobre hasta dónde pueden llegar las gentes de estas tierras para llevar lo culinario al nivel más alto.

Por cierto, aquí nació la Nutella y lo recuerdan los avellanos por doquier, que no se quedan atrás en cuanto a la calidad de su producción: la avellana Tonda Gentile, una de las más apreciadas en el mundo, es de aquí. 

Una naturaleza espléndida

Este paraíso del vino ofrece también una amplia gama de atractivos naturales que la convierten en un destino ideal para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad

Hay varios senderos que atraviesan los viñedos y las colinas, como el Sendero Barolo, que comienza y termina en el pueblo de La Morra, y permite explorar a pie el campo y los pequeños pueblos de la zona. Otros senderos permiten descubrir los bosques y espacios naturales de los alrededores. Hay numerosos puntos desde los que se pueden disfrutar de magníficas vistas de la zona de Langhe y de los pueblos típicos situados en lo alto de las colinas.

El río Tanaro, principal afluente de la margen derecha del Po, discurre cerca de la región de Barolo y ofrece la posibilidad de realizar paseos por sus orillas u organizar picnics. Algunas zonas cercanas al río también son aptas para la observación de aves.

Además de los viñedos, la zona alberga zonas boscosas ricas en flora y fauna local. Estos bosques son el hábitat de diversas especies de animales salvajes y ofrecen la oportunidad de sumergirse en la naturaleza para disfrutar de momentos de paz y relajación.

Estos atractivos naturales, combinados con la increíble cultura gastronómica y vinícola de la zona, hacen de Barolo un destino perfecto para aquellos que desean combinar el amor por el vino con la exploración de la naturaleza.