La cultura japonesa tiene un vínculo muy estrecho con la espiritualidad, la armonía y la belleza. Buena prueba de ello son diciplinas como el kintsugi, el cuidado de los bonsáis o el haiku (los poemas breves).

También el Ikebana, el arte de hacer arreglos florales, es una forma de cultivar la espiritualidad y la creatividad, además de una práctica que muestra un profundo amor y respeto por la naturaleza. Sigue siendo una tradición muy arraigada en Japón, donde se transmite de generación en generación, y cautiva también a personas de todo el mundo.

¿Qué es el ikebana?

Ikebana viene de las palabras japonesas ikeru (生ける, arreglar, dar vida), y hana (花, flor) y significa 'arreglar flores' o 'dar vida a las flores'. Y esto es en lo que podríamos decir que consiste en primera instancia, aunque como veremos, esta disciplina va mucho más allá.

Es una forma tradicional de arte japonesa con más de 600 años de historia, que se originó a partir del ritual budista de ofrecer flores a los espíritus de las personas muertas. Con el tiempo fue evolucionando y adoptando técnicas, estilos y filosofías diferentes y hoy en día hay diversas escuelas de Ikebana con sus características únicas.

La práctica del Ikebana se basa en la simplicidad, la elegancia y el amor y respeto por la naturaleza. Recoge también principios fundamentales de la estética tradicional japonesa, como la autenticidad, la nobleza, la modestia, la sobriedad o el recogimiento.

No consiste solo en hacer un arreglo floral en un jarrón, sino en lograr una relación armoniosa entre los diferentes elementos que lo componen y el espacio donde se ubicará.

A diferencia de los ramos a los que estamos acostumbrados, con muchas flores y colorido, los arreglos del Ikebana son más minimalistas y sobrios. Al contemplarlos, no solo deben emocionar por su belleza, deben transmitir quietud y paz interior.  

Cómo practicar el Ikebana

Armonía, simplicidad y respeto por la naturaleza… estos son elementos clave para el Ikebana, pero ¿por dónde empezamos?

Los arreglos creados con Ikebana suelen incluir 3 claves principales muy influenciadas el simbolismo budista, que representan la relación armoniosa entre el cielo, nosotros y la tierra:

  • Shin (神): es el elemento más alto del arreglo y representa el cielo o la verdad. Funciona como punto central del arreglo y controla y organiza toda la composición.
  • Soe (草): el segundo elemento más alto, que suele representar a los humanos.
  • Hikae (控): el elemento más corto, que se coloca frente al Soe y acostumbra a representar a la Tierra.

Para elaborar un arreglo de Ikebana hay que buscar la el equilibrio entre ellos. Se suelen disponer formando un triángulo, con el Shin formando un ángulo de 15°, el Soe en un ángulo de 45° y el Hikae inclinado frente al Soe en un ángulo de 75°.

Aunque esta es la estructura básica y más tradicional, el Ikebana también permite la creatividad y la búsqueda de nuevos estilos.

A menudo, para las creaciones de Ikebana se usan plantas con gran tradición en la cultura japonesa, como el cerezo o el crisantemo, pero pueden incorporarse todo tipo de flores y plantas distintos. También se usa una base con púas donde se fijan las plantas, denominada kenzan.

Otro aspecto importante del Ikebana es que se basa en el concepto de wabi sabi, que celebra la belleza de la imperfección y la simplicidad. Es por ello que no solo se usan las partes que solemos considerar más “perfectas” de las plantas, sino también aquellas desgastadas, retorcidas, rotas... Todo en la naturaleza puede ser bello.

Ikebana como método de meditación

La meditación tiene que ver con entrar en contacto con nuestra parte más esencial, centrarnos en el aquí y el ahora y encontrar un espacio interior de calma y unión. Como sabes, hay muchas formas diferentes de meditación y el Ikebana puede también entenderse como una de ellas, o como un medio para alcanzar un estado meditativo y conectar con la naturaleza.

Centrar la atención en la belleza del arreglo floral ayuda a dejar atrás los pensamientos recurrentes. Suele hacerse en un entorno silencioso, aunque se practique en grupo, y con la mente focalizada en la creación.

Al final de la práctica, el arreglo floral es también un reflejo de la experiencia meditativa y del estado mental alcanzado. Puede sorprenderte ver cómo cambian los arreglos florales que creas a medida que eres más capaz de dejar fuera de la práctica del Ikebana todo lo del mundo exterior.