En general mi tono de voz es bajo. Hay quien puede pensar que no he gritado en mi vida, pero he de decir que con mi abuela, sorda desde que la conocí, me comuniqué muchas veces a grito pelado, así que sé gritar.

He gritado para expresar dolor, alegría, rabia, fuerza; para advertir a alguien que amenazaba a otra persona, para llamar a lo lejos, para buscar a alguien perdido en el monte.

He sentido el grito colectivo de "gol" en el estadio del fútbol. También he sentido el grito ahogado y silencioso que me ha ayudado a expresar la alegría, la ira o el desaire.

Gritar tiene muchas funciones: ¿las estás aprovechando?

Nos han enseñado que gritar no es de buena educación, pero un grito oportuno...

  • Ayuda a liberar y calmar tensiones, a descargar frustraciones.
  • Mitiga los ánimos y mejora el equilibrio emocional.
  • Atenúa la angustia, la ansiedad y el dolor: es un sedante.
  • Produce placer, libera endorfinas.

El grito efectuado en forma adecuada hace que el cerebro libere endorfinas, que a su vez hacen circular la adrenalina por todo el cuerpo. En el plano emocional, permite descargar la negatividad acumulada y aliviar la tensión.

Por todo ello, gritar no solo nos libera del dolor y el mal humor: un grito bien encaminado genera alegría, energía, felicidad y hasta creatividad.

Hay gritos como el del estadio de fútbol que permiten sentirse más seguros, celebrar objetivos cumplidos e irradiar energía alrededor. Son ideales para compartir.

¿Cómo aprender a gritar con consciencia?

A veces se grita sin pensarlo y sin tomar conciencia de ello: son los llamados gritos de liberación automática.

En las artes marciales se grita al soltar el aire. Es un grito de concentración de energía, no solo de la propia, sino de la energía del adversario. El grito enfoca la energía y la fuerza, como el de Nadal cuando golpea con la raqueta de tenis. Saber dirigir esa energía es saber conducir el combate y convencer al adversario.

También los hay determinantes: para eliminar dolores causados por sentimientos de impotencia, rabia y venganza, parar abusos de todo tipo sobre nosotros o los demás, o alertar a quien se está sobrepasando.

Y hay gritos interiores: sentimos su vibración. Ayudan a darse cuenta de que se está vivo y a calmar la tensión física y el estrés. Conviene tomar consciencia del grito, de nuestro sonido, de las sensaciones que nos produce tanto en el plano físico como en el emocional.

Si el grito es adecuado, la sensación siempre es buena.

¿En qué momentos y lugares es adecuado gritar?

Puede resultar útil gritar cuando se padece un dolor agudo y molesto, si se pasa por un periodo prolongado de estrés, si se sufren tics o espasmos nerviosos o ante sentimientos de fracaso.

También es buen momento para gritar cuando se tienen novedades, se logra el éxito o se experimenta placer, goce o disfrute. Y para transmitir nuestra alegría a los demás.

No hace falta acudir a centros especiales para gritar. Lo importante es saber que se puede hacer cuando se tengan ganas, en el momento del día que sea necesario.