En un viaje a Caye Caulker, una pequeña isla de Belice, recibí una importante lección del propietario de un café. Era nuestro último día en ese pedazo de tierra rodeado de mar esmeralda, y acudí a desayunar muy pendiente de la salida del barco que nos devolvería a la capital para iniciar el regreso.

La cafetería era un lugar hermoso lleno de plantas. Nada más sentarme, cuando el hombre se acercó a la mesa para tomar nota, le pregunté acelerado: «¿Qué hora es?», y su respuesta fue: «Es hora de desayunar en paz.»

Me quedé callado, tomando conciencia de hasta qué punto nuestro frenesí mental acaba adueñándose de la vida cotidiana.

Empezar la mañana con una taza de serenidad

Se atribuye al periodista norteamericano Sydney J. Harris la frase «El momento de relajarse es cuando no tienes tiempo para hacerlo.» Y eso es especialmente cierto por la mañana, ya que la manera con la que comenzamos la jornada marcará el tono del día.

Empezarlo corriendo, cabalgando en las prisas, solo nos puede llevar a la ansiedad y precipitación. Por eso, al poner la mesa del desayuno hay que incluir una taza de serenidad. Olvidarnos por un rato de lo que vendrá y respirar profundamente, agradeciendo la oportunidad de vivir un día más.

Si, impulsado por la agitación, te preguntas «¿Qué hora es?», la respuesta obvia y necesaria sería: «Es hora de vivir».

Serenidad para ver las cosas como son

La etimología latina de serenidad hace referencia a algo claro, límpido. Si la aplicamos a nuestra propia mente, la inquietud sería como agitar las aguas de un lago. Si recordamos quién las remueve, recuperaremos su estado natural: la quietud.

Yoritomo Tashi decía que «La condición esencial del dominio de uno mismo es la serenidad, que permite ver las cosas en su aspecto verdadero y nos impide dorarlas y ensombrecerlas según sea nuestro humor».

Este filósofo japonés del siglo XII relacionaba la serenidad con la capacidad de ver las cosas tal como son, lo contrario que sucede cuando nos dejamos llevar por emociones pasajeras. En palabras del propio Tashi: «Hay personas que consideran triste un país por el hecho de haber estado en él en tiempo lluvioso».

En su libro Vivir es un asunto urgente, el conferenciante Mario Alonso Puig se pronunciaba en este mismo sentido: «Si soy incapaz de trascender mi pasado, es difícil que pueda inventar un futuro que no sea directamente predecible desde el pasado».

qué necesitas para ganar serenidad y ser más feliz

Cuando tengas la sensación de que la vida es previsible y repetitiva, o bien cuando sientas que se te escapa, que no logras anclarte al momento y disfrutar de ella, necesitas una taza de serenidad. Y la mejor que puedes tomar consta de estos ingredientes:

  • Presencia. Si estás «aquí» con la mente puesta «allí», no estás ni aquí ni allí. Tu mente será como un mono saltarín que no te deja saborear este momento. Sé presencia, que viene de presente.
  • Tiempo de calidad. No te dejes contaminar por las prisas. Considera que lo que haces en este momento y lugar es lo más importante del mundo. El resto puede esperar.
  • Libre de opiniones. Como decía el filósofo japonés, no filtres la realidad a través de lo que ocurrió o de lo que podría ocurrir. Simplemente abre los sentidos y percibe la vida tal como es ahora.
  • Compañías nutritivas. Hay amistades que infunden serenidad y otras que crispan los nervios. Elige las que sean mejores para ti y, ante todo, sé un buen amigo de ti mismo.

La gran pintora norteamericana Georgia O’Keefe decía que «la mayor parte de la gente en la ciudad corre tanto que no tiene tiempo de pararse a mirar las flores.» Es hora de frenar la marcha, serenarnos y abrir los sentidos a las maravillas de la existencia. Es hora de vivir.