“Detrás del simple hecho de dejar la cama sin hacer al comenzar el día se esconden historias y matices que, como psicóloga, me gusta explorar”, me responde Leticia Martín Enjuto, psicóloga, cuando le pregunto que significan este tipo de decisiones para la psicología.
“Cada persona es un mundo”, continua, “y sus hábitos cotidianos pueden revelar mucho más de lo que parece a simple vista. No se trata de juzgar, sino de entender qué nos mueve y cómo nos relacionamos con nuestro entorno y con nosotros mismos”. Porque sí, en un gesto tan cotidiano y sencillo como decidir si hacer o no la cama, se esconde mucha información sobre nuestra psicología. Y entre los rasgos más característicos, explica la experta, se encuentran los siguientes.
Tendencia a la procrastinación
¿Cuántas veces te has prometido a ti mismo que a partir de ahora vas a hacer la cama todos los días? Si han sido más de diez, eres una procrastinadora. Pero tranquila, no eres la única.
“Uno de los rasgos más habituales que encuentro en consulta es la tendencia a la postergación o la procrastinación”, explica Leticia. “Muchas veces, ese pequeño acto de dejar la cama deshecha es solo la punta del iceberg de un patrón más amplio de aplazar tareas, tanto en el hogar como en el trabajo o los estudios”.
La procrastinación está, en muchos casos, relacionada con la dimensión que damos de las tareas con las que nos enfrentamos. Es por eso por lo que muchos expertos recomiendan dividir grandes objetivos en pasos pequeños para conseguir vencerla. Quizá si en lugar de pensar en limpiar toda la casa, o la habitación, te concentras solo en hacer la cama, consigas vencer la procrastinación. El perfeccionismo también puede jugar en contra en estos casos.
Rebelión contra las normas sociales
¿Quién dejó escrito en piedra que es obligatorio hacer la cama cada día? En realidad, no hay ninguna razón (más allá de mantener cierta higiene) para que este trámite diario sea obligatorio.
Esta es otra razón por la que, en algunos casos, explica la psicóloga Leticia Martín Enjuto, este gesto puede ser “una forma sutil de rebelión contra las normas sociales o familiares”. Para algunas personas, no hacer la cama es como decir “no” a “una expectativa impuesta desde la infancia”, lo cual les permite “reafirmar su autonomía y cuestionar la necesidad de seguir rituales que no sienten propios”.
Menos apego a la rutina
Hay personas que necesitan tener controlado cada minuto del día, y las hay que son todo lo contrario. Como nos explica Martín Enjuto,en el caso de quienes no hacen la cama podemos estar ante personas que “tienen una estructura de rutina más relajada o flexible”.
De hecho, la psicóloga asegura que “quienes no hacen la cama suelen tener una actitud menos rígida respecto al orden y los rituales diarios, mostrando una personalidad adaptable y abierta a la improvisación y el cambio”.
Deseo de control sobre el propio deseo
Por otro lado, asegura Martín Enjuto, “no podemos pasar por alto el deseo de control sobre el propio espacio”. Y es que, como explica la psicóloga, en algunos casos decidir no hacer la cama es una forma de ejercer control, de apropiarse de su propio espacio y reclamarlo como propio.
De cierta forma, este gesto tan sencillo puede convertirse en una demostración de autodominio, que revela que la persona “prioriza su propio criterio frente a las expectativas externas”.
Creatividad
Aunque suele decirse que para la concentración es esencial el orden, e incluso se especula sobre la relación que existe entre un entorno organizado y la inteligencia, la psicología revela que cierta cantidad de desorden puede ser esencial para la creatividad.
Leticia Martín Enjuto coincide con ello, y asegura que “la creatividad y la expresión personal también están muy presentes en este hábito”. Las personas creativas, asegura, encuentran “en el desorden un espacio fértil para la inspiración, priorizando la originalidad y la flexibilidad sobre la estructura y el orden convencional”.
Búsqueda de libertad personal
En la línea del control sobre el propio espacio, nos explica la psicóloga, otro rasgo que suele aparecer en estas personas es la “búsqueda de libertad personal”. Según la experta, “no hacer la cama puede ser una declaración subconsciente de independencia, una forma de vivir según las propias reglas y no las impuestas por la sociedad”.
Para quienes encajan en este perfil, no hacer la cama no es simple desorden. Es un acto de autenticidad y autoafirmación.
Desmotivación
Por último, señala la psicóloga, hay ocasiones en las que este hábito puede estar relacionado con “estados de desmotivación, fatiga o incluso síntomas de estrés o malestar emocional”.
Que no salten las alarmas, porque, continua Leticia Martín Enjuto, esto solo debe preocuparnos, “cuando el descuido del entorno se convierte en una constante y afecta a otras áreas de la vida”. En estos casos, concluye, “es importante prestar atención al bienestar psicológico y buscar apoyo si es necesario”.
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