¿Hay algo mejor que disfrutar de unos tomates recién cosechados en tu huerto? Si te has decidido a cultivar tomates sin químicos has de saber que puede ser un reto, pero hay trucos sencillos, con ingredientes que ya tienes en tu cocina, que te aseguran un cultivo sano y delicioso.
La leche, aunque no lo creas, puede ser un remedio eficaz para combatir o prevenir algunas de las enfermedades que más afectan a los tomates y que podrían llegar a arruinarte la cosecha. Descubre cómo usarlo.
Enfermedades que afectan a los tomates
Aunque depende de la variedad y el clima, la primavera y el verano suelen ser los mejores momentos para cultivar tomates. Hay dos enfermedades que afectan a las tomateras con frecuencia en este periodo:
- El tizón tardío, una enfermedad fúngica persistente que es especialmente frecuente en los veranos húmedos. Es un tipo de mildiú que provoca manchas oscuras, grandes y blandas en la superficie del tomate, así como manchas marrones en las hojas y los tallos.
- La podredumbre apical, que se manifiesta con manchas oscuras en las hojas y frutos que van extendiéndose y endureciéndose con el tiempo. No es una enfermedad fúngica, sino que se debe a una carencia de calcio debida al estrés hídrico en las plantas.
Para combatir estas dos enfermedades, es esencial el aporte de calcio y, en este sentido, la leche puede ser de gran ayuda.
¿Qué propiedades tiene la leche para los tomates?
La leche y otros alimentos o residuos de la cocina se han usado durante generaciones en la agricultura tradicional por sus propiedades fungicidas. Se cree que se deben a la interacción de las proteínas de la leche con la luz solar, que produce un efecto antiséptico que elimina las esporas fúngicas. También actúa como repelente natural contra ciertas plagas, especialmente pulgones.

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Por otro lado, la leche es uno de los alimentos más ricos en calcio, un mineral que ayuda a las tomateras a fortalecer sus paredes celulares para prevenir la podredumbre apical, que como ya hemos visto se asocia a un déficit de calcio.
Cómo usar la leche en las tomateras
Utilizar la leche como un remedio ecológico y económico para prevenir (o incluso tratar) enfermedades en las tomateras es algo sencillo que no te llevará mucho tiempo. Eso sí, hay que tener en cuenta algunos factores para hacerlo bien y no dañar las plantas o la tierra:
- Diluir la leche en agua: esto es lo principal y más importante. Hay que diluir una parte de leche por nueve de agua.
- Regar y pulverizar: coloca parte de la solución en un envase con pulverizador y rocía la planta, el resto úsalo para regarla ligeramente.
- No te pases: conviene aplicar este remedio cada 10 a 15 días, idealmente temprano por la mañana o a última hora del día para que no se evapore demasiado rápido y pueda hacer su efecto. Ten en cuenta que utilizar demasiada leche en tus tomateras puede alterar el equilibrio del suelo, causar olores desagradables o incluso atraer plagas. Si ves que las hojas se vuelven blancas o pegajosas, conviene reducir la concentración de la solución.
- Usa leche sin saborizantes: lo ideal es utilizar leche entera, pero puedes también usar semi. Lo que sí debes evitar es que tenga azúcares o sabores añadidos. Asegúrate también de que no esté caducada.
- Un enfoque integral: el tratamiento con leche no es milagroso y debe combinarse con un buen cuidado de la planta, es decir: un riego adecuado, la poda frecuente, fertilización…
Aunque también puede ayudarte a eliminar infecciones en sus primeras fases, la leche es más útil como prevención de la aparición de enfermedades que podrían arruinarte la cosecha. Si el problema ya está muy extendido puede que no sea suficiente y que convenga recurrir a otros tratamientos.
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