Cómo hacer quesos veganos
Si quieres seguir una dieta vegana, pero te gusta el queso, tienes a tu disposición numerosas alternativas cien por cien vegetales, que te permitirán disfrutar de este alimento.
Los quesos veganos se elaboran a partir de diferentes bases. Se pueden hacer, por ejemplo, con derivados de la soja (tofu sedoso o firme, leche o yogur de soja), leches vegetales (de arroz o de avena) o pastas y yogures de frutos secos o semillas remojados. Una especialidad aparte son los quesos raw o crudiveganos, en los que no se emplean productos refinados y que no se someten a más de 42°C , para no desnaturalizar sus ingredientes y preservar todo su valor nutritivo.
Para dar elasticidad y una textura de queso sin afectar al sabor, se utilizan almidones (de tapioca o patata, harina de arroz glutinoso, almidón modificado); gelificantes como el agar-agar; espesantes o estabilizadores, y también emulsionantes como la lecitina (de soja o girasol). La cremosidad y la firmeza se consiguen añadiendo aceites como el de coco crudo, con su peculiar sabor o bien desaborizado y refinado.
Con sabor a queso
Para aportar un suave sabor a fermentado, se añaden ácidos naturales y saludables como el del limón, el vinagre de manzana sin pasteurizar o el rejuvelac, un agua fermentada que se obtiene a partir de germinados.
También se pueden emplear fermentos y bacterias como se hace con los quesos lácteos
Consigue mayor intensidad de sabor añadiendo levadura nutricional, ajo, tomate seco, alga espirulina, sal, chile, pimienta, hierbas aromáticas y saborizantes o aromas naturales.
Beneficiosos para la salud del queso vegano
- Energía pura y nutritiva. En los quesos veganos, en especial los crudiveganos, todo son ventajas. No solo están menos procesados y son más naturales que los quesos lácteos, sino que son muy completos. Aportan abundante energía en forma de hidratos de carbono, acompañados de fibra. También grasas saludables y proteínas de calidad.
- Calcio y vitaminas. Los ingredientes usados como base de los quesos los convierten en una gran fuente de calcio y otros minerales y oligoelementos. Además son ricos en vitaminas como la E, la provitamina A, las del complejo B y la C.
- Cuidan tu intestino. Aportan bacterias probióticas, que protegen la microbiota o flora intestinal. Por otro lado, no contienen péptidos opiáceos adictivos que incrementan la permeabilidad intestinal y el estreñimiento, ni sustancias de difícil o imposible digestión (como la lactosa o la caseína) que acaban en la sangre y producen mucosidad, problemas respiratorios y desórdenes autoinmunes, entre otros.
- Opciones para todos. Para las personas con problemas intestinales, intolerancias o alergias existen versiones libres de gluten, de soja y de frutos secos que pueden ser elaboradas con semillas como las de girasol o con almidones y aceites.
- Libres de tóxicos. Se evita consumir residuos de hormonas, virus, bacterias, pus y toxinas contenidos en los lácteos y generados por los antibióticos, pesticidas y desinfectantes asimilados por las reses en el proceso de producción industrial.