Después del agua, el es la bebida que más se consume en el mundo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Al día, se beben unos 6 mil millones de tazas de alguna de las variedades de esta bebida.

Aunque en España no es tan habitual el consumo de té como en otros países, cuatro de cada diez personas afirman ser bebedores habituales de té.

De entre los diferentes tipos de té, el blanco es tal vez uno de los menos conocidos, aunque atesora muchas propiedades saludables, como verás a continuación.

¿Qué es el té blanco?

El té blanco se elabora a partir de los brotes y hojas jóvenes de la planta del té (Camellia sinensis), que están cubiertas de una pelusilla blanca, de ahí el nombre de té blanco.

Mientras que para elaborar el té verde o el té negro las hojas se dejan oxidar, en la elaboración del té blanco las hojas no se dejan fermentar, lo que le da un sabor más suave y ligero. Además, en este caso las hojas no se enrollan ni se trituran.

El sabor del té blanco se suele describir como herbáceo, suave, sutil, delicado y dulce, con notas de melocotón. El color de la infusión es amarillo pálido.

Variedades de té blanco

Existen diversas variedades de té blanco, entre ellas:

  • Aguja de plata (Silver Needle o Yin Zhen Bai Hao), procedente de la provincia china de Fujian y elaborado únicamente con brotes jóvenes sin abrir, es uno de los más apreciados.
  • Peonía blanca (Bai Mu Dan), elaborado con brotes y hojas, tiene un sabor algo más fuerte que el Aguja de plata, y es tal vez la variedad más popular y fácil de encontrar.
  • Tribute Eyebrow (Gong Mei), cultivado en las provincias de Guangxi y Fujian a partir de las hojas y algunos brotes, tiene un sabor ligeramente más intenso que los anteriores.
  • Long Life Eyebrow (Shou Mei), elaborado también Guangxi y Fujian pero con las hojas más maduras (de menor calidad), lo que da como resultado un sabor más fuerte en comparación con los otros tipos de té blanco.

Té blanco: propiedades y para qué sirve

El té blanco tiene menos cafeína que el té verde o el negro, por lo que resulta menos estimulante.

Es rico en polifenoles, entre ellos las catequinas, que le otorgan un gran poder antioxidante que puede ayudar en la prevención de algunas enfermedades crónicas como la diabetes o algunos tipos de cáncer. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Cancer Prevention Research el extracto de té blanco podría inducir la muerte de células cancerosas de pulmón. De todos modos, nunca debe tomarse por cuenta propia si esa es la finalidad y, en cualquier caso, para este fin u otros problemas médicos debe consultarse antes con el médico de referencia.

Además, los antioxidantes del té blanco pueden ayudar a reducir la presión arterial y el colesterol “malo” (LDL), y reducir así el riesgo de enfermedades cardíacas.

Al té blanco se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, que pueden ayudar a combatir las bacterias, prevenir la inflamación de las encías y mejorar la función del sistema inmunitario.

Algunos de sus compuestos también se cree que ayudan a proteger los dientes de la formación de caries y fortalecer la salud dental.

Por otro lado, diversos estudios indican que el té blanco puede ayudar mejorar el metabolismo de los lípidos y a combatir la obesidad.

Cómo preparar y tomar té blanco

La forma más rápida y sencilla de tomar el té blanco es infusionar dos cucharaditas en unos 250 ml de agua caliente (pero no hirviendo, lo ideal es a unos 75 °C) y tras unos minutos colarlo. Siempre es mejor usar hojas sueltas que bolsitas de té

Debes tener en cuenta que las propiedades antioxidantes del té blanco aumentan con el tiempo de infusión. Para obtener sus máximos beneficios se recomienda dejarlo reposar como mínimo 2 horas en agua templada.

Para disfrutar de su delicado sabor, lo mejor es tomarlo solo, sin edulcorantes, especias ni leche.