Algunos hombres disfrutan haciendo sufrir a las mujeres porque así se sienten poderosos. Son los hombres patriarcales: necesitan sentirse importantes y especiales porque cuando se miran en los ojos de una mujer enamorada se ven más grandes, más machos, más guapos y más deseados. Se ven al doble de su tamaño natural.

Virginia Woolf decía que las mujeres los veíamos así, y ellos se ven en nuestros ojos como si tuvieran un espejo de realidad virtual. Se ven mejor personas de lo que son.

Hay hombres que necesitan sentirse necesarios y, algunos de ellos, además quieren sentirse imprescindibles. Y no solo para una mujer, sino para varias: su ego se hincha y su virilidad crece en la medida en la que logren conquistar y poner de rodillas a muchas mujeres. Y dado que en muchos países las mujeres son libres, ¿cómo consiguen ponernos de rodillas? Con el amor.

Cómo someter a la mujer en 3 sencillos pasos

Los hombres tienen a su disposición miles de mujeres dispuestas a sufrir por amor a cambio de unas migajas de cariño y atención. Son ricos, son privilegiados: existen muchísimas mujeres necesitadas de amor, y ellos saben bien cómo conquistarlas y tenerlas a sus pies.

La técnica la aprenden de las películas: hay que empezar siempre con discursos románticos de manera que ella crea que estás desnudo y abriendo tu corazón. Hay que mezclar la dulzura con la pasión, parecer honesto y sincero, mostrarse vulnerable o parecerlo y simular estar enamorado como nunca en la vida. Luego añaden unas cuantas promesas de futuro, mucho sexo del bueno... y ahí las tienen comiendo de su mano para siempre (o hasta que se hartan de sufrir y les dejan).

Nosotras tenemos que cuidarnos mucho y cortar por lo sano con cualquier hombre que necesite someternos a través del amor para tenernos cuando quieran en sus brazos. No podemos estar disponibles para cuando se aburran o les falle otro plan, no podemos dejar que nos hagan daño con una de cal y otra de arena. Solos, que se queden solos, sin nadie que les cuide, sin nadie que les quiera.

El perfil del hombre patriarcal

Los hombres patriarcales aprenden desde niños que la debilidad de las mujeres está en el amor y que no hay otra forma de someterlas que haciéndolas sufrir por amor. Disfrutan haciendo daño y hay que huir de ellos.

Cuando se queden solos, sin nadie que les cuide, entonces quizá podrán replantearse qué tipo de relaciones tienen con las mujeres. O quizá solo cambien su estrategia para conseguir mujeres enamoradas y entregadas a la pasión romántica. Entretanto... ¿cómo reconocerlos para evitar relacionarnos con ellos?

  • Son competitivos. Su mundo es tan jerárquico que se están comparando continuamente con otros. Están constantemente intentando subir o mantenerse en los primeros puestos. Aunque es agotador estar siempre demostrando que uno es un macho, obedecen a estos mandatos de género sin cuestionarse si les merece o no la pena.
  • No les supone ningún problema ético y moral mentir, engañar, traicionar y burlarse de las mujeres. No les importa si las mujeres enloquecen o enferman por amor. En realidad, verlas caer les hace sentir muy poderosos.
  • Son estrategas. Si alguna se rebela o se aparta, ellos redoblan sus esfuerzos para que vuelva a ilusionarse y a rendirse a sus brazos, sabiendo que después volverá a llorar desesperada por un poco de atención.
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El salvaje mercado del amor

  • Saben cómo generar la angustia necesaria para construir una relación tóxica basada en la dependencia y el sufrimiento. Y saben cómo escapar cuando el barco se hunde: se lavan las manos, y buscan su siguiente víctima.
  • Son incapaces de amar y cuidar porque solo piensan en su colección de conquistas y en sus necesidades. De ellas obtienen amor, cuidados, atenciones, sexo, ayudas económicas o incluso préstamos bancarios.
  • Eligen mujeres leales, entregadas y devotas, pero, sobre todo, van en busca de mujeres sumisas y sufridoras capaces de olvidarse de sí mismas para amar por completo a su amado.
  • Buscan mujeres comprensivas y compasivas que aguanten la deshonestidad masculina y que se resignen a su desgracia de amar sufriendo.
  • Necesitan mujeres que les vigilen y les eduquen, que les castiguen y les perdonen, que les contengan y les repriman.
  • Prefieren mujeres con baja autoestima y alta dependencia emocional. El patriarcado les enseña que a las mujeres hay que domesticarlas y hay que tratarlas mal para que les respeten, para que se rindan a tus pies, derretidas de amor.
  • Tienen una autoestima muy baja y un ego muy grande. Necesitan aplausos, admiración, reconocimiento y deseo por parte de las mujeres. Necesitan despertar la envidia de los más machos. Ellos aplauden no solo por la cantidad de mujeres que sean capaces de cazar, sino también por su habilidad para mantenerlas suplicando o exigiendo amor.
  • Se creen buenas personas aunque traten mal a sus parejas. Creen que el amor es una guerra en la que todo vale y que tienen derecho a destrozar emocional y psíquicamente a las mujeres para hacerlas más dóciles y vulnerables. Creen que lo normal y lo natural es que ellas se sacrifiquen, aguanten y soporten de todo mientras ellos ni renuncian, ni se sacrifican, ni sufren lo más mínimo.