31 / 31
"Lo más complicado es volver a tirarte a una piscina que un día estuvo vacía."
Abrirte a los demás.
Dejar atrás todo ese miedo, la inseguridad, el dolor.
Volver a confiar.
Dejarte caer y esperar que alguien te sujete.
Eso es lo más complicado: volver a tirarte a una piscina que un día estuvo vacía.
Y que te hizo tanto daño.
Cuando somos personas pequeñas el mundo es una posibilidad.
Lo vivimos todo con ingenuidad e ilusión.
¿Qué puede haber de malo en querer?
Cuánto más dé, mejor.
Pero a medida que vamos creciendo, a medida que nos vamos encontrando con los otros.
Con sus mochilas, sus mierdas, sus formas de proceder.
Nos vamos creando un escudo.
Porque no queremos sufrir.
Porque comprobamos que a veces das todo y no recibes nada.
Porque nos mienten, nos tratan mal, juegan con nuestros sentimientos.
Porque aquello que creíamos verdad.
No lo es en absoluto.
Y entonces nuestras creencias se tambalean.
Cómo no va a hacerlo.
Si es que nos contaron el cuento al revés.
Si es que no fuimos felices para siempre.
Si es que no hay media naranja.
Si es que nos exprimen una y otra vez.
Y nos cansamos.
De ser un cubo de basura, de que una y otra vez nos silencien o bloqueen.
De que la gente no sea honesta y diga lo que siente y lo que no.
Lo que quiere y lo que no.
Y sin embargo, la existencia, la vida, sigue siendo esa oportunidad para amar.
Porque mientras estemos, podemos.
Mientras corra sangre por nuestra venas.
Esta podrá seguir desbordándonos.
Aunque el resultado no sea el esperado.
Aunque no salga «bien».
El amor, eso que has sentido, eso se queda siempre contigo.
Eso te «hace» y con eso puedes «hacer».
Porque puede que tiraran el regalo que les hacías.
Puede que no te vieran.
Pero con lo que tú has aprendido puedes pintar, puedes escribir, puedes crear.
Puedes hacer algo con lo que hicieron de ti.
Ese es nuestro poder.
Coger todo lo que quisieron en el suelo.
Y ponerlo en pie.