Hemos venido al mundo desnudos y sin nada en las manos y así moriremos. Vivir, un extenso verbo para un concepto muy complejo. ¡Existen tantas formas de llevar la vida a cabo! En el fondo vivimos para morir y morimos como hemos vivido.

La vida es el viaje más maravilloso que vamos a vivir. ¿Qué te llevarías en la maleta si fueras a emprender el viaje de tus sueños, un viaje de una sola dirección y sin retorno?

He aquí una osada lista de diez verbos y diez frases que condensan millones de estrellas y galaxias en solo diez. Son los verbos que nos recuerdan las claves para vivir plenamente. Tal vez sea una locura, pero es una aventura al mismo tiempo.

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Respirar

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1. Respirar

Es el primer esfuerzo de la vida. Cuando nacemos, nuestro primer impulso vital es respirar, aunque en adelante apenas nos acordemos de hacerlo conscientemente, salvo que nos estemos ahogando.

Se trata de un acto reflejo, que no requiere casi trabajo, y al que, por ese motivo, no damos valor. Sin embargo, marca la diferencia entre la vida y la muerte. De hecho, cada respiración, (inspirar y espirar) es la verificación de la vida y la frontera con la muerte.

Respirar con conciencia es vivir consciente y plenamente, hacerlo poniendo la atención necesaria en cada momento, porque el día que espiremos y no volvamos a inspirar será el último acto, el que pondrá fin a nuestro viaje.

Respirar no es tan solo coger y soltar aire mecánicamente o poner en marcha un mecanismo fisiológico, sino dar forma a lo etéreo y convertirlo en algo tangible y palpable, percibir un olor y guardarlo en la memoria profunda, respirar el ambiente donde uno se encuentra inmerso y transformarlo en sensaciones y sentidos, respirar la lluvia y el sol para crecer y afianzarse.

Respirar es sentir el vaivén de los pulmones junto con el latido del corazón, expandir y encoger, abrir y cerrar, exteriorizar e interiorizar, vivir y morir… En cada uno de estos movimientos hay un despertar, un dejar, un hola y un adiós.

2. Recibir

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2. Recibir

Por una especie de gracia divina, tenemos el universo a nuestra disposición. A diferencia de otros animales, contamos con dos manos para recibir. Desde que nacemos, recibimos todo tipo de cuidados casi sin pedirlo.

El universo nos premia con maravillosos paisajes naturales, colores inimaginables, formas espectaculares, olores que nos transportan a otros lugares y a otros tiempos, sonidos armoniosos que despiertan lo más profundo de nuestros sentimientos, la brisa, la luz, la lluvia, el viento, el trueno, la niebla, la oscuridad…

Pero no tenemos tiempo de contemplarlo, de sentirlo, de agradecer todo lo que recibimos gratuitamente, sin que tal vez lo merezcamos. Más bien al contrario, nos quejamos a menudo, sin dar valor a lo que nos rodea porque no se requiere ningún esfuerzo para disfrutarlo.

Aparentemente, dar es lo generoso pero en cierto modo produce un sentimiento de placer, incluso de poder. En cambio, recibir puede ser un acto de humildad, de generosidad y apertura. ¿Cuántas veces hemos tenido suficiente valor y humildad para pedir?

3. Dar

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3. Dar

Es un privilegio poder ofrecer, porque eso significa poseer y, además, tener conciencia de compartir y donar.

No importa la razón, tenemos instinto de donantes. Es lo bello y lo digno de los seres humanos y lo que hace el mundo distinto, lo que convierte el lugar donde habitamos en un sitio lindo y colorido.

Si recibir es un acto de generosidad, dar es poder, un privilegio. Se puede dar y querer compartir sin interés, y también dar para recibir algo a cambio, y este dar y recibir debería mantenerse en un justo equilibrio.

Porque es un intercambio de energía, de intención, de atención y de prestación. No se puede dar sin tener, no se puede recibir sin canalizar. Es el sutil equilibrio del yin y el yang.

4. Soltar

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4. Soltar

"Quien suelta el cuchillo que mata se convertirá en Buda". Es un dicho budista que simboliza la importancia de soltar, de liberarse de los apegos.

La vida es un camino de una sola dirección, pero hay muchas maneras de llegar hasta el final: caminando, saltando, gateando, arrastrándose, corriendo, a pasitos, a zancadas, a tirones, volando, cavando, fluyendo, buceando… Pero, en cualquier caso, se llega hasta el fin del viaje.

Imagínate viajar cargando con una mochila en la espalda llena de palabras no dichas, historias pasadas y no resueltas y emociones no aclaradas, ancladas en un pasado que ya no tiene vuelta de hoja, imagina una mochila llena de preocupaciones por lo ocurrido y por lo que nos pueda ocurrir en la vida… y todo ello sin darte cuenta de que te estás perdiendo la oportunidad de disfrutar de ella, del presente.

Las historias vividas dejan huellas y cicatrices, especialmente si son duras y dolorosas. Nos marcan y nos condicionan de una manera u otra, igual que las emociones pasadas que capuda uno intenta procesar por sus propios medios y de acuerdo con sus conocimientos. Digerirlas, canalizarlas, a veces ignorarlas o esconderlas, son esfuerzos que se convierten en una pesada carga, tanto mental como física.

Lo somatizamos, lo sobrellevamos, como podemos. Gritemos, lloremos, pataleemos, enfadémonos, pero hagamos las paces con lo que hemos vivido para poder soltar ese lastre que nos ata y nos limita. Para soltar se requiere una gran valentía, una serena conciencia, una decisión firme. Es como saltar al vacío para poder volar y llegar más lejos y más ligero.

5. Aceptar

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5. Aceptar

A lo largo de la vida, una de las asignatura más difíciles y que más se nos resisten es la de aceptar.

Supone una comprensión profunda y consciente, una tregua, una apertura plena y sin reserva. Cuando una persona acepta sus condiciones y sus limitaciones, entonces puede transformar la realidad. Transformar y no trastornar ni camuflar, es decir "formarla" de otra manera, darle otra forma, sacarle el máximo provecho.

Una persona que no sea capaz de aceptar que tiene dificultades para caminar, que no se decida a pedir ayuda y que no asuma que la necesita, no podrá moverse.

Dice el budismo que para conseguir la iluminación, el primer paso es "darse cuenta", lo que significa tener conciencia de la realidad y aceptarla plenamente. Porque si se rechaza lo que se tiene o lo que se es, se crea un conflicto, un malestar, y no se puede trabajar para avanzar y mejorar.

Darse cuenta es tener la mente abierta, como un paracaídas, que cuanto más se abre, mejor funciona y mayor seguridad proporciona.

6. Respetar

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6. Respetar

Una actitud noble y serena acompaña a la aceptación. Dicen que el respeto se gana, no se exige ni se impone. Y ganarse el respeto supone la aceptación total por parte del otro, lo que requiere comprensión.

Ante la inmensidad del océano o frente a una enorme montaña, ante la grandeza de la naturaleza, uno se siente respetuoso. Los bellos y variados colores y formas de la flora y la fauna, las impresionantes formaciones geológicas, los caprichosos fenómenos climáticos, todo lo que nos rodea es una obra maestra de la divinidad del universo, y nosotros, los seres humanos, como una mota de polvo, creamos y cambiamos el mundo en el que estamos de paso y que compartimos con gente de diferentes razas, creencias, edades y características.

El mundo es así de maravilloso también por su diversidad, por su variedad. De modo que la convivencia en armonía se basa en el respeto y la aceptación.

7. Sentir

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7. Sentir

Una brisa, un cosquilleo, el dolor, el hambre, la satisfacción, el cansancio, el frío, el calor, la fuerza, la lluvia, la tormenta, la sed, el placer, el vacío…

El corazón es el emperador de los sentimientos, todas las sensaciones nacen de él. Por eso tenemos expresiones como "romper el corazón" y "ojos que no ven, corazón que no siente". Otra muy común es "hacer de tripas corazón " y tiene fundamento, puesto que se considera que en el vientre es donde nace el instinto básico y animal, donde se reúnen las necesidades más elementales, como comer, evacuar, procrear; mientras que en el pecho, donde se aloja el corazón, residen la conciencia humana, la compasión, el amor.

El corazón es todo amor, en él no cabe otra cosa más que sentimientos bellos y puros, solo que a veces nos confundimos, no sabemos gestionar lo que sentimos y surgen la hostilidad y la oscuridad. Pero solo son sentimientos mal gestionados, y aun peor expresados, porque en el fondo todos queremos sentirnos queridos y amados.

8. Atreverse

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8. Atreverse

Es el motor que nos empuja hacia arriba y hacia fuera. Es maravilloso querer atreverse. Si no hubiéramos sido atrevidos, la humanidad no estaría donde se halla.

Un niño curioso será un niño con mucha inquietud, pero si no se atreve a poner en marcha su inquietud, esta no dará ningún fruto ni podrá avanzar, no podrá realizar nada de lo que le inquieta.

El atrevimiento nos permite movernos y no quedarnos quietos y pasivos. Es el impulso que nos empuja a saltar a la piscina y empaparnos hasta los huesos, para luego salir y poder decir que ha sido divertido y que el agua estaba buenísima.

9. Reír

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9. Reír

Los chinos dicen que una risa rejuvenece tres veces, y los científicos han comprobado la eficacia y el beneficio de la risa, tanto física como emocionalmente.

Para reírse tienen que entrar en acción infinidad de músculos del cuerpo. Provoca una sensación de bienestar, genera optimismo y ayuda a relajarse.

La risa viene del corazón, por eso uno no puede reírse sin expresarlo con los ojos ni arquear las cejas. Sin la alegría del corazón, uno se ríe solo moviendo la comisura de los labios. Esa es una risa de miedo, una risa sin vida.

Reír es abrir el corazón, llenarlo de alegría, de confianza, de gratitud y de colores. Cuando abrimos el corazón, fluyen el amor y la alegría, ¿no dicen los médicos que reír es bueno para el corazón? A ese músculo tan peculiar que no sabe parar ni cuando dormimos, la risa le da oxígeno, le proporciona la chispa para poder seguir manteniendo el fuego de la vida.

Un dicho budista dice así: "Acoger y dar cabida en el gran vientre para acabar tantos asuntos mundanos; llenar el pecho de alegría, reírse para abrir y deshacer los nudos de las preocupaciones del pasado y del presente".

  • "Acoger y dar cabida en el vientre" simboliza la flexibilidad, la generosidad y la aceptación.
  • "Llenar el pecho de alegría" es relativizar las cosas y transformarlas en sentimientos de gratitud y de paz.

No hay nada tan grave que no se pueda resolver y de lo que no podamos reírnos, y no hay que ofenderse con tanta facilidad. Saber digerir y abrir el pecho es activar y unir el vientre y el corazón, donde residen el instinto animal y la compasión divina.

10. Amar

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10. Amar

¿Cómo se puede describir el amor? Es el latir del corazón, la respiración, sentir, dar y recibir, respetar, aceptar… es libertad, el aire, el agua, el fuego, la tierra...

Una encuesta a niños de entre 4 y 8 años recogió respuestas como estas:

  • "Cuando alguien te ama, la forma de decir tu nombre es diferente" (Patricio, 4 años)
  • "Si quieres aprender a amar mejor, debes comenzar con un amigo que no te guste" (Maggie, 6 años)
  • "Amor es como una viejita y un viejito que son muy amigos todavía, aunque se conocen hace mucho tiempo" (Tomás, 6 años)
  • "Cuando tú amas a alguien sus ojos suben y bajan y pequeñas estrellas salen de ti" (Karina, 7 años)

Nuestra vida empezó con un atrevimiento de dos seres que se amaban y respetaban, que emprendieron juntos una aventura para compartir las vivencias y los sentimientos. Así se formaron la familia, la sociedad, la nación y el mundo.

Vivir es la aventura más apasionante que venimos a experimentar, así que hagámoslo ¡sin miedo y sin reservas!

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