En los últimos meses, debido al avance descontrolado de la inteligencia artificial, han surgido algunas empresas que ofrecen un servicio que me parece, cuanto menos, peligroso: recrear la imagen y la voz de un familiar fallecido para poder “hablar” con él. 

Estas empresas recopilan toda la información audiovisual de esa persona y crean un avatar digital que simula el aspecto y hasta la personalidad del fallecido. De esta forma, el cliente puede mantener conversaciones con su ser querido como si aún estuviera vivo. 

Esta tecnología aún está comenzando, pero se supone que en muy pocos años conseguirá tal realismo, que será muy difícil -o imposible- diferenciar la fantasía de la realidad. Por este motivo, considero imprescindible abrir un debate sobre la conveniencia de este tipo de usos de la IA para preservar nuestra salud mental. 

 

Alimento para la negación, una etapa del duelo

Esta idea de mantener conversaciones con el ser querido que ha fallecido, como si nada hubiera sucedido, es un ejemplo de una de las fases del duelo: la negación.

La negación de la muerte es una fase normal que atraviesa toda persona que ha perdido a alguien. La mente, al costarle asumir una situación tan dura, busca maneras de solucionar el conflicto y opta por negar lo sucedido. 

En procesos de pérdida de seres queridos, este paso resulta absolutamente normal. No obstante, tras un tiempo, pasada esta fase de negación, poco a poco, se va asumiendo la realidad y se puede avanzar en un duelo sano, en el que reconocemos y aceptamos que la persona ya no va a volver, nos quedamos con los buenos recuerdos y el aprendizaje que tuvimos, y nos preparamos para poder seguir adelante con nuestra vida. 

estancarse y vincularse a una imagen falsa del fallecido

Aunque es normal pasar por una etapa de negación, quedarse estancados en esta fase y pretender mantener a la persona que ya se fue, solo consigue prolongar el sufrimiento. 

El problema de este tipo de servicios de “resurrección” es que, a cambio de una suma de dinero, mantiene a la persona aferrada a la idea de poder conversar con su ser querido como si aún estuviera vivo. 

Y, aunque pudiéramos pensar que esto supone una ayuda para el cliente, lo único que hace es alimentar una falsa idea, prolongar su sufrimiento y, de paso, crear una adicción a este tipo de servicio. Se aprovechan de la vulnerabilidad de una persona que ha perdido a un ser querido para engancharle a una fantasía. 

Además, otra cuestión a tener en cuenta es que esta recreación no es más que esto: una fantasía creada por una empresa a base de retazos de vida. Nunca podrá ser realmente la persona fallecida. Por lo que la persona en duelo se vincula con una imagen falsa de su ser querido, con el peligro, incluso, de poder llegar a crear una dependencia emocional hacia esta imagen fantástica creada a base de algunos recuerdos. 

El camino es un duelo sano

El duelo sano es el proceso de aceptación de la pérdida de un ser querido. Este proceso, que puede llegar a ser más o menos largo, atraviesa etapas de emociones intensas de tristeza, enfado y negación para, finalmente, ayudarnos a aceptar esa pérdida y poder continuar con nuestra vida. 

Superar un duelo no significa que olvidemos a la persona que se fue. Claro que seguiremos recordándola y echándola de menos en algunos momentos, pero el duelo nos ayuda a dejar de sufrir por esta pérdida

Otra función complementaria del duelo sano es que también nos prepara para reconocer y aceptar que no somos eternos y que nosotros también moriremos, algo que sigue siendo tabú en nuestra sociedad. 

Por este motivo, me parece tan grave el mal uso de estas tecnologías por parte de estas empresas. No están permitiendo a los familiares hacer su duelo sano y evolucionar como personas. Al contrario, la inteligencia artificial las ata a una fantasía y las mantiene enganchadas igual que hace la droga con un adicto. 

Sí podría ser útil en situaciones muy concretas

A pesar de lo anterior, no todo el uso de esta tecnología es negativo. Puede haber algunas situaciones puntuales en las que recrear una conversación con la persona fallecida podría ayudar en el duelo. 

Por ejemplo, en casos de accidentes repentinos o de enfermedades terminales con ingresos hospitalarios súbitos (como sucedió con el Covid), los familiares no tienen la oportunidad de despedirse de su ser querido y esto hace que asumir la situación y superar el duelo sea mucho más complicado. 

En estas situaciones, acompañados por psicólogos especializados, podría ser de ayuda recrear una única escena donde la persona tenga la ocasión de hablar todo lo que le hubiera gustado con su ser querido. Finalmente, se le puede dar la oportunidad de despedirse y dejar que el fallecido vaya al lugar que le corresponda, según la creencia de la persona. 

Es cierto que esto sigue siendo una recreación y sabemos que no es real, pero puede ser una especie de ritual de despedida, necesario para avanzar en el duelo.