La impermanencia es inherente a la vida, como nos recordaba Buda. Y un aprendizaje difícil para todo ser humano es convivir con las despedidas y cambios constantes que nos roban personas, expectativas, posibilidades y, al final, la propia vida. 

Los 3 modelos del duelo

El duelo aparece con cada pérdida importante o al finalizar una etapa vital. Hay varias aproximaciones que explican este proceso tan doloroso: 

  • El más conocido es el de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler, que en su libro Sobre el duelo y el dolor establecieron las cinco fases del duelo: 1) negación, 2) ira, 3) negociación, 4) depresión y 5) aceptación. 
  • Como modelo alternativo, el psicoanalista John Bowlby lo describe en La pérdida como un proceso de cuatro etapas: 1) entumecimiento, 2) anhelo y búsqueda, 3) desorganización y desesperación, 4) reorganización.
  • Un tercer modelo para transcender la pérdida es el de la psicoterapeuta Ashley Davis Bush, quien en Transcending Loss aborda el duelo en cinco pasos: 1) choque, 2) desorganización, 3) reconstrucción, 4) síntesis, 5) transcendencia.

Aunque los diferentes enfoques pueden ayudarnos a comprender el proceso, el duelo es siempre individual, y cada persona emprende su propio viaje para atravesar esta experiencia dolorosa y a la vez transformadora. Al ser única, no hay reglas escritas para el proceso de integración. Solo tenemos algunas pistas para este tránsito.

¿Qué es el duelo y por qué no tiene que ver solo con la muerte?

A partir del trabajo del Dr. Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, los psicólogos Gabriel Ghanoum y Marie Dezelic crearon una cuarta aproximación, el Modelo de duelo centrado en el sentido (Meaning-Centered Grief Model, 2013), que sintetiza las fases mencionadas anteriormente, pero da un paso más allá. 

Según estos autores, el duelo no es una sola emoción, sino un ovillo enredado que incluye muchas emociones, como miedo, pánico, choque, ansiedad, rabia, ira, tristeza, pérdida, culpa, soledad, anhelo, confusión, celos o decepción. Y sentir cualquiera de estas emociones, e incluso muchas a la vez, es normal.

En el caso de la muerte de un ser querido, por ejemplo, el proceso dependerá del tipo de apegoque tuvimos con el fallecido, de si hay pérdidas o traumas anteriores. También influye nuestra red de relaciones en el momento de la muerte, nuestra edad y sistema de creencias, entre muchas otras variables.

En cualquier caso, el duelo no es exclusivo de la muerte. Con distintos grados de intensidad, pasamos por este mismo proceso al perder un trabajo u obtener la jubilación, tras una ruina económica, al vivir una ruptura amorosa o el fin de una amistad.

Es un proceso multidimensional en el que podemos experimentar síntomas en el cuerpo (dolor somático), en la mente (angustia psíquica) y en el espíritu (incertidumbre espiritual).

Cómo afrontar el duelo tras una pérdida

Transitar “la pérdida de una persona amada o de una abstracción equivalente” como Sigmund Freud definió el duelo, puede ser una tarea para toda una vida, aunque la sociedad actual pretende fijar un tiempo entre seis meses y un año para concluir el luto. 

Sin embargo, negarle el espacio y tiempo que le corresponde puede enquistar el dolor, cuando aún está buscando la salida al sol. Este dolor reprimido se convierte entonces en ansiedad, frustración o apatía, al desconectar de las emociones propias del proceso para evitar confrontarlo. Sentarnos en la cima de una montaña de duelo, sufriendo las lágrimas no lloradas, nos amarga la vida y nos enferma.

Renacer a través del duelo

Dar significado a cada acto cotidiano, reescribir nuestra historia personal y reinventar quiénes somos con ese dolor, con nuestra pérdida, nos enseñará aspectos de nuestra esencia como seres humanos que no podríamos conocer sin pasar por esta etapa. 

Para recuperar el sentido y la pasión vital es fundamental permitirnos sentir el dolor y, a ser posible, expresarlo a través de la creatividad, de pequeños rituales que nos ayudan a integrar lo vivido, creando una conexión segura con la memoria de lo que hemos perdido.

A veces elegiremos un lugar para manifestar nuestro duelo, que podemos visitar para regarlo con nuestras lágrimas.O puede tratarse de un rito personal que nos ayude íntimamente. El duelo no desaparecerá, pero nos enriqueceremos con la integración: si nos damos el permiso de experimentarla, la vida crecerá a nuestro alrededor, y nosotros con ella.

Reconstruye el sentido de tu vida con el duelo

Estas recomendaciones pueden ayudarte a reconstruir el sentido de tu vida mientras vives el duelo por una pérdida del tipo que sea:

  1. Resérvate cada día un tiempo para dejar de luchar contra el dolor que sientes. Acuérdate de que puedes buscar apoyo profesional, si no quieres atravesarlo sol@.
  2. En este espacio reservado para tu duelo, atiéndelo, hónralo: respira, llora, escribe, dibuja o baila lo que sientes. Valida todo lo que esté presente en ti: son parte de un memorial vivo. 
  3. Honra tu duelo sin fingir: date permiso para revisitar tus memorias, para quedar en contacto con la persona o situación perdida.
  4. Encuentra una cosa cada día que te recuerde la belleza de seguir vivo. El proceso te está convirtiendo en una nueva persona, más bella y sabia. Anota estos momentos al terminar cada jornada.