Desde el momento de nuestra concepción, somos como un hilo entre otros hilos que forman parte de un tejido vital. De hecho, las culturas aborígenes de todo el mundo cuentan con rituales para sanar heridas que se repiten en el tejido de las relaciones familiares a través de la conexión con nuestros antepasados.

En este artículo veremos cómo todos estamos conectados y cómo en nuestra vida recibimos múltiples influencias, no solo de nuestros familiares más cercanos, sino también de quienes a su vez influyeron en ellos. Veremos también cómo podemos romper con esa influencia cuando resulta negativa y hacer las paces con nuestro pasado de forma profunda y constructiva.  Algunos rituales, como la visualización que encontrarás más abajo, pueden ser de gran ayuda en este camino.

Todos estamos conectados

Según el monje budista Thich Nhat Hanh, el ser humano es un «inter-ser», es decir, coexiste y está interrelacionado íntimamente no solo con los otros humanos, sino también con los animales, con la naturaleza y con las cosas inanimadas.

Todos estamos vinculados con todo: sin la nube y la lluvia no habría árboles, pero sin la luz tampoco crecería nada… o sin la nutrición de la tierra. También están presentes el leñador que cortó el árbol, y sus padres, y todas las personas que participaron en crear la web de esta revista y en este artículo que ahora está en tu pantalla. También soy parte yo, quien ahora escribo, y tú, que estás leyendo: estamos todos entrelazados.

El individualismo actual no solo es por ello contraproducente, sino que es, además, absurdo: no podemos existir sin co-existir con los demás, con todo lo que nos rodea. Recordemos que, como dice el proverbio africano: «Se necesita un pueblo entero para criar a un niño».

patrones destructivos en la familia que vienen de varias generaciones

Justamente fue nuestra habilidad social la que favoreció la supervivencia del Homo sapiens, como explica el historiador Yuval Noah Harari en su libro Sapiens. No hubiéramos llegado a ninguna parte de no haber aprendido a colaborar o a desarrollar un sentimiento de pertenencia.

Desde que nacemos somos, como hemos visto, un hilo entre otros hilos que forman parte de un tejido vital

A diferencia de lo que sucede en las culturas aborígenes, en la cultura occidental es muy poco común practicar la reverencia a los antepasados. Sin embargo, numerosas investigaciones psicológicas afirman que los traumas transgeneracionales desempeñan un papel importante en los patrones de agresividad o adicciones en la familia.

Aunque existen aproximaciones modernas como las constelaciones familiares, que ayudan a integrar y sanar las relaciones, el lento progreso de la reverencia a los ancestros no solo nos libera de tener que cargar con un peso vital intergeneracional, sino que nos ayuda a reconocer los regalos e inspiraciones que hemos heredado, y que inciden en nuestro estado físico, psicológico y espiritual.

Lo que nos enseña el poder de la herencia ancestral, que vimos por ejemplo en la película Coco, de Pixar, es que vivos y muertos se influyen mutuamente. ¿Qué pasaría si descubrieras que hay un patrón destructivo en tu familia que se repite desde hace más de diez generaciones? ¿Y si tuvieras la oportunidad de sanarlo por fin?

 

¿Qué es la sanación ancestral?

Aunque científicamente es imposible verificar qué sucede después de la muerte, la sanación ancestral nos procura a través de sus prácticas la oportunidad de hacer las paces con nosotros mismos –y con nuestros antepasados– en un nivel profundo y vital.

Estas prácticas nos enseñan que, si la familia directa es fuente de sufrimiento, se debe en general a que ellos tampoco recibieron nada mejor. El simple hecho de agradecer el regalo de la vida, como propone Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, es ya sanador para todos.

Los rituales de reverencia a los ancestros están conectados, asimismo, con el reconocimiento a la tierra madre y la naturaleza. Necesitamos estas raíces para beber de nuestros orígenes y, al mismo tiempo, aprender a volar.

El gran regalo es descubrir que, en el camino de la vida, nadie está solo. Todos estamos conectados y formamos parte de una larga historia que conviene comprender y, en ocasiones, sanar.

Ritual para recibir la fuerza de los ancestros

Este ritual te puede ayudar a reconectar con aquellos ancestros que te quieren bien y recibir toda su energía.

  1. Conecta con tu respiración y con tu cuerpo: en posición sentada, conecta con tus sensaciones corporales. Nota tu peso, siente cómo estás, mira a tu alrededor. Haz unos ciclos de respiración lenta y profundamente.
  2. Siente el círculo de fuego a tu alrededor: visualiza que a tu alrededor arde un círculo de fuego que limpia tu espacio y te ofrece protección. Recibe su calor y siente tu conexión con la tierra.
  3. Abre tu círculo íntimo a quien te quiere bien: ante ti, un fuego arde en el centro del círculo. Invita específicamente a tus antepasados sanos, en su estado más compasivo y benevolente. Solo ellos pueden entrar en tu círculo.
  4. Agradece el encuentro, suelta y confía: nota de nuevo el peso del cuerpo, tu piel. Una luz te envuelve y limpia lo que no te pertenece. Abre los ojos: en tu espacio íntimo solo caben energías benevolentes.