Enseñar a comer es un acto educativo de primer orden. Por ello, padres y madres deben esmerarse para hacer de este aprendizaje una experiencia gozosa y satisfactoria. Lo ideal es que sean activos y se informen de los requerimientos dietéticos básicos, así como del modo en que se producen y transforman los alimentos. Este proceso suele generar ciertas dudas, que intentaré resolver en este artículo.

Para empezar, la hora de elaborar un menú para niños, debemos partir de unos principios fundamentales básicos de la alimentación infantil (que van acorde con la cocina mediterránea):

  • Ofrecer una amplia diversidad de productos de origen vegetal: cereales integrales, legumbres, frutas, verduras, hortalizas, frutos secos y semillas oleaginosas.
  • Preferir alimentos de producción ecológica y de proximidad.
  • Partir de alimentos en estado puro y cocinarlos en el propio hogar, en vez de recurrir habitualmente a productos ya elaborados.
  • Incluir unas cinco raciones diarias de alimentos crudos (ensaladas, semillas germinadas, frutas, zumos frescos).
  • Establecer un ritmo de cinco tomas diarias: tres principales y dos de apoyo. El desayuno es una comida esencial por los requerimientos energéticos de las primeras horas del día.
  • Escoger cocciones que preserven los nutrientes, como el vapor, la plancha, hervidos con poca agua o salteados.

Obviamente, se puede hacer adaptaciones a los gustos de cada familia. Existen recetas familiares que pasan de generación en generación con un sello particular en cada casa. Es una ocasión para transmitir a nuestros hijos esos conocimientos, desarrollando de paso su creatividad y los valores de la colaboración y la implicación en el vínculo de la nutrición.

Al enseñarles a respetar un ritmo de comidas y a no picar entre horas, mostramos el valor de la recompensa por la espera; mientras que al ofrecerles alimentos muy variados les educamos en la diversidad de sabores. Si a esto se añade un ocio responsable y actividad física diaria, los niños asimilarán un estilo de vida sano.

10 preguntas y respuestas sobre la alimentación infantil

  • ¿Cuándo deben comer como un adulto?

A partir de los dos años la familia debería compartir el menú, pues el equilibrio dietético conviene a todos. Se puede establecer un menú diverso y sano sin hacer distinciones arbitrarias, aunque los trozos sean más menudos o se chafen algunos alimentos.

  • ¿Cómo pueden apreciar las verduras?

Las verduras han de formar parte de las primeras papillas, elaboradas en casa, para que reconozcan su diversidad de sabores y texturas. Se ofrecen con presentaciones simpáticas, en dosis moderadas y "sin complejos" para no provocar involuntariamente el rechazo.

  • ¿Por qué resultan valiosas las ensaladas?

Las hortalizas crudas aportan nutrientes que se pierden con el calor, como vitaminas, enzimas, algunos antioxidantes y ácidos orgánicos. Se puede empezar ofreciendo una zanahoria, ideal para la dentición, o medio tomate aderezado con unas gotas de aceite de oliva.

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  • ¿Qué caracteriza a un desayuno equilibrado?

El cereal integral y una pieza de fruta. Para los que se despiertan con apetito, puede constar de un yogur vegetal con muesli y manzana rallada o tostadas integrales. Si se tiene menos hambre, un zumo recién exprimido con polen y jalea real; a media mañana, un bocadillo integral con unas almendras.

  • ¿Comer en la escuela influye en la cena?

Para equilibrar las ingestas del día hay que asesorarse dietéticamente además de conocer el menú escolar. Si al mediodía se ha tomado un alimento muy proteico como carne, por la noche se tomará un plato rico en carbohidratos, como arroz o sopa. Es buen momento para ofrecer ensaladas.

  • ¿Qué meriendas son las más saludables?

La merienda es idónea para tomar fruta, entera o en macedonia. O bien pan integral con aguacate o paté vegetal casero. Se pueden dar tortitas hinchadas de cereales enteros, así como magdalenas caseras. O recurrir a combinaciones de frutas y frutos secos, como higos con nueces o dátiles con almendras.

  • ¿Toleramos pasteles, snacks y golosinas?

No es muy adecuado prohibir ningún producto a rajatabla, ya que la curiosidad innata de los niños les llevará a probarlos. Es mejor dejar que los tomen de forma ocasional o tal vez en sus versiones ecológicas. También es importante ofrecer habitualmente alimentos sanos con apariencias sugestivas.

  • ¿Deben comer más frutas y menos galletas?

La fruta es ideal cuando se precisa agua y energía rápida, como después de hacer deporte. Se tiende a picotear galletas, pero la fruta fresca aventaja a cualquier producto envasado, incluido un zumo, y es más barata.

  • ¿Cómo ampliar la gama de alimentos?

El proceso de introducir nuevos alimentos debe ser muy gradual y lúdico, dejándole tocar los alimentos. Se amplía la gama ofreciendo en dosis pequeñas variedad de ingredientes para acostumbrar a todos los sabores y no solo al dulce/salado. Se promueve la masticación a partir del año.

  • ¿Y si tiende a no acabarse el plato?

Hay que distinguir entre la saciedad y la rabieta, y asegurarse de que no picotea entre horas y realiza suficiente actividad física. Podría intercambiarse la merienda por una cena temprana. Debe crearse un ambiente de agradable intimidad y felicitarle cuando termina una tarea, incluido el comer.