Cuando compras un limonero, un naranjo o un mandarino en un vivero, sea para plantar en el jardín o para poner en una maceta, en realidad estás adquiriendo un árbol compuesto por dos partes, una base (el patrón) y una copa (el injerto).

La base suele ser de una especie cítrica muy resistente, que soporta mejor el frío, el calor, la falta de humedad y los suelos pobres.

Esto hace que debas tener en cuenta algunos aspectos a la hora de cuidarlo. Lo explica Eduardo Lefort, un experto en jardinería chileno que comparte numerosos consejos sobre el cuidado de plantas a través de las redes de su vivero. Si siembras tu limonero a partir de semilla, la cosa cambia. También lo veremos.

Un injerto es un clon: en tu limonero también

"La parte que está injertada arriba es la que nos interesa, es la del fruto que queremos", explica Eduardo Lefort en su cuenta de Instagram @hierbabuenaplantas.

Este injerto puede ser de limón, naranja o mandarina, entre otros frutales, y se elige por sus características de sabor, color, forma o incluso por la calidad del fruto.

Al hacer un injerto estamos clonando la planta y, por tanto, conseguimos las mismas características en el árbol nuevo. 

La amenaza silenciosa de los brotes basales

Un error común en el cuidado de estos árboles frutales es permitir que crezcan brotes en la base del tronco, justo por debajo del injerto. Estos brotes también se denominan vástagos o chupones, palabra muy expresiva que describe su comportamiento: "roban" los nutrientes que debería recibir el injerto.

Lefort advierte con claridad: “Si tienes un cítrico y en la parte de abajo le empiezan a salir brotes,  debes cortarlos siempre”.

Entender por qué es importante evitar que crezcan estos brotes por abajo puede ayudarte a tenerlo más presente. 

Esos brotes no pertenecen al injerto, sino al patrón. Si se dejan crecer, lo que hacen es consumir los nutrientes y la energía que deberían ir a la parte superior del árbol, es decir, al injerto, que es el que da los frutos deseados. A largo plazo, pueden debilitar el árbol y cambiar su comportamiento.

Un cítrico de semilla no es lo mismo

Cuando se siembra un árbol cítrico a partir de semilla todo lo que tenemos es ese árbol cítrico, así que no sucede lo mismo, pero Eduardo también advierte que plantar un cítrico desde semilla no ofrece los mismos beneficios que un injerto. Aunque es posible hacerlo, el proceso es mucho más lento y los resultados inciertos.

limonero joven maceta

Pequeño limonero creciendo en maceta.

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Si alguna vez has sembrado una semilla de cítrico, sabes que puede tardar de tres a cinco años en llegar a la etapa adulta y producir frutos", explica. E incluso transcurrido este tiempo, no hay ninguna garantía de que el fruto que produzca tenga las mismas características que tenía el árbol madre.

Las ventajas del injerto: rapidez y resistencia

El gran valor del injerto está en combinar lo mejor de dos mundos: resistencia y productividad. Gracias a esto, el árbol es capaz de adaptarse mucho mejor a las condiciones adversas y, además, comienza a dar frutos mucho antes que uno que ha sido plantado desde una semilla.

“El beneficio es que creamos una planta que es mucho más resistente a los cambios de temperatura, a la falta de riego, al tipo de suelo… y, además, genera frutos mucho más rápido siendo aún joven”, dice Lefort.

Cuidados esenciales para cítricos injertados

Para que un cítrico injertado prospere, hay algunas condiciones clave que no deben pasarse por alto. En primer lugar, es fundamental plantarlo en exterior, donde reciba pleno sol. “Es una planta que es de exterior, ojalá a pleno sol”, aconseja el viverista.

Podar limonero
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Sin embargo, puede adaptarse bien al cultivo en maceta, por lo que puedes tenerlo en un balcón o una terraza.

Además, requiere un riego abundante y regular, sobre todo en los meses cálidos, así como un abonado frecuente. “Al menos una vez al mes o cada dos semanas”, sugiere, como pauta mínima para que el árbol mantenga todo su vigor y toda su capacidad de fructificación.

Un consejo que puede salvar tu árbol

El mensaje central de Eduardo Lefort es claro y directo: si ves que tu limonero, naranjo o mandarino empieza a sacar brotes desde abajo, debes cortarlos sin dudar. “Nunca debes dejar que crezcan los brotes de la base”, repite con énfasis.

Estos brotes, si no se eliminan, pueden comprometer todo el trabajo del injerto y acabar convirtiendo el árbol en una versión muy distinta de lo que pensabas que habías plantado.

Además, el buen desarrollo del injerto es directamente proporcional a la vigilancia que le demos y del correcto cuidado del patrón.

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