En 2020, Miguel Navarro fundó Productividad Feroz, una escuela de desarrollo personal enfocada en enseñar sistemas y estrategias para gestionar el tiempo, crear hábitos efectivos y potenciar el rendimiento personal. Por aquel entonces, el lema de su empresa era “haz más, vive mejor”. Aquella frase quedó atrás. Navarro vivió su propio proceso de transformación personal y entendió que la vida no va de hacer más, sino de hacer mejor.
Estas ideas son las que lo llevaron a escribir Manifiesto para la calma, que RBA reedita este año. Y con motivo de su vuelta a las librerías, charlamos con él sobre la felicidad, sobre la calma, sobre la productividad y sobre cómo aprovechar la vida de verdad, sin prisas, pero sin pausas.
Una felicidad en calma
-Desde tu perspectiva, ¿cuál es el secreto de la felicidad?
Hasta hace un tiempo pensaba que la felicidad está en conseguir ciertas cosas. Cuando termine la carrera seré feliz, cuando consiga mi primer trabajo, cuando me paguen lo que quiero, cuando me compre la casa… Y te das cuenta de que no llega.
Luego encontré algo de felicidad en el progreso, en la sensación de ir mejorando y de ir avanzando.
Pero creo que la felicidad real está, que es lo que hablo en el libro, en el hecho de poder sentir paz y serenidad, independientemente de las circunstancias. La vida te va a seguir dando leches, nada va a ser siempre perfecto. En el momento en el que aceptas eso, y aprendes a estar en calma, creo que ese es el punto clave de la felicidad.
-Vivimos, quizás, en la época más acelerada de la historia. ¿Crees que este ritmo de vida está dificultando el camino hacia la felicidad?
Sí, totalmente. La gente ha comprado una idea de éxito que consiste en hacer más cosas, en ir más rápido, pensando que ese premio de la felicidad llegará antes. Pero yo creo que en el fondo todo el mundo siente que no es el camino. El problema es que claro, como ve a todo el mundo corriendo, siente mucha culpa cuando decide parar.
Y también a veces la gente se mete en una rueda de éxito, de estatus, de cosas materiales, que le generan un apego del que cuesta salir. Estamos en un momento en el que tenemos más de todo, pero la felicidad se encuentra en mínimos históricos.
-¿Hay algo de miedo también a enfrentarnos a nosotros mismos cuando paramos?
Muchísimo. Hay mucho miedo a atreverte a ser quién eres, a atreverte a escucharte, por muchos motivos.
Mucha gente seguramente se puede sentir identificada con situaciones: “como no estoy a gusto en mi trabajo, no me siento realizado, no estoy en una relación de pareja que realmente me llene”. Y en lugar de mirarse y decir “vale, esto es una oportunidad para mirarme hacia adentro y ver si hay algo debo cambiar”, elige la vía de voy a culpar a lo de fuera. Es mucho más fácil culpar a lo de fuera en lugar de mirar hacia adentro y empezar a hacer un trabajo interno.
Hay una pregunta que recomiendo a la gente que se haga muy a menudo: ¿Estoy viviendo la vida que quiero vivir? Y seguramente para muchas personas la respuesta sea que no. No apetece, pero una vez que lo reconoces y que te atreves a mirar hacia adentro, tienes la posibilidad de empezar a cambiar.
Prisas y más prisas
-En un mundo que nos expolia a que todo sea inmediato, que todo sea rápido, ¿por qué merece la pena apostar por la calma?
Fundamentalmente por un tema de salud. Los problemas de salud mental son cada vez más comunes. El estrés crónico lo hemos normalizado. Y en un contexto en el que nos preocupamos mucho por el envejecimiento físico, no reconocemos la importancia que tiene el sistema mente-emociones en nuestra salud. La gente va muy rápido y hasta que la vida no te pega una leche, no decides parar.
-En el mundo moderno, ¿cuáles serían los enemigos naturales de la calma?
El enemigo número uno es nuestra mente, porque todo lo que sea buscar enemigos externos, al final nos va a hacer alejarnos del enemigo real. Siempre digo que el sufrimiento solo existe en un lugar y es en la propia mente humana. Lo primero sería asumir responsabilidad sobre nosotros, eso nos da un gran poder.
Luego es entender que el principal motivo que nos lleva a la falta de calma es la definición de éxito que nos han vendido desde siempre. La idea de éxito que nos venden, de que el estatus es lo más importante, hacen que las redes sociales también sean un enemigo. La gente está viendo unas vidas que no son reales.
La búsqueda del placer inmediato, de la gratificación instantánea y la falta de trabajo interior es otro problema.
Productividad en calma
-¿Qué es para ti realmente la productividad?
La productividad para mí es tener muy claro la vida que quieres vivir a nivel profesional, a nivel económico, a nivel personal, a nivel de relaciones, a nivel tiempo libre. ¿Qué vida quiero vivir? Y luego, que todas mis decisiones vayan alineadas con eso.
Es tener la valentía de ser muy claro y, si esto no va alineado con mi futuro, decir que no. Y únicamente me centro en aquello que quiero.
Dentro de eso, para mí la productividad está muy vinculada con la palabra presencia. Con el hecho de cuando estoy haciendo algo, todo mi foco está en ello. No pienso en lo que tengo que hacer después, no pienso en mañana, sino pienso todo el rato en lo que estoy haciendo. Creo que la productividad va mucho por ahí, por la presencia.
-En esta misma línea, hablabas también del agotamiento. Muchas veces confundimos agotamiento con satisfacción. Si estoy cansado al final del día es porque lo he hecho bien. ¿Podemos hacer un alegato de la satisfacción desde otro lugar? ¿El agotamiento es tan natural como nos imaginamos?
Parece que si no llegas hecho una mierda a la cama por la noche es que no has dado todo lo que pudieras dar. Por eso yo le pregunto a mis alumnos, ¿crees que llegar a la cama agotado, ya no solo física sino emocional y mentalmente, es éxito? No. Debería ser justo, al contrario. Estoy tan conectado con lo que hago, disfruto tanto de lo que hago, me siento tan lleno, que no llego a la cama agotado emocionalmente.
La clave sería buscar que necesito incorporar a mi vida para que emocionalmente el éxito o la satisfacción sea que voy a la cama cada noche y me siento pleno, no agotado.
Con el tiempo en contra
-Escuchamos todos los días frases como “no me da la vida” o “no tengo tiempo”. ¿Qué le dirías a estas personas que viven con el reloj en contra?
Realmente si pudiéramos elegir, si fuéramos sensatos, no tendría ningún sentido ir así por la vida. Yo he estado mucho tiempo ahí y por eso he escrito Manifiesto para la Calma porque hubo un punto en mi vida en el que siempre quería más, siempre me daba la sensación de que me faltaba. Entonces a estas personas, les diría, si pudieras elegir, si te pudieras parar y pudieras elegir con una varita mágica la vida que quieres vivir, ¿elegirías esta vida? Y como la respuesta es que no, entonces, ¿a qué estás esperando para cambiarlo?
-Si alguien que nos lee está en este momento de, voy a hacer millones de cosas y a vivir a mil por horas, ¿qué es lo primero que tiene que hacer para poder empezar a vivir con calma?
Pues lo primero es dedicarte al menos una tarde a encerrarte sin teléfono y sin nadie que te moleste. Coges una libreta, coges un boli y dices, ¿qué vida quiero vivir en cinco años? Porque cinco años es mucho tiempo. En cinco años todo el mundo, al menos en la sociedad occidental en la que nosotros vivimos, puede cambiar radicalmente su vida.
¿Cuál es el problema? Que la gente, como no hace esto, tiene poca claridad con respecto a su futuro y piensa que no puede cambiar su vida. Y no es magia, no es la ley de atracción, el secreto, o visualizo y de repente todo llega. No.
Esto te da una dirección. Tienes que definir con exactitud y tener una visión que te entusiasme. ¿Por qué? Porque es de donde viene la motivación para cambiar.
-Habrá también quien nos lea y piense, “bueno, es que si yo me relajo, no voy a conseguir la vida que quiero, porque tengo que hacer mil cosas para poder llegar hasta ahí”. ¿Qué le dirías a esa persona?
Que no confunda calma con resignación. De hecho, yo he ido aprendiendo que puedes hacer muchas más cosas en menos tiempo, si vives con calma.
El problema es que la mayor parte de personas en su día a día están en un estado mental que no es de presencia. Están haciendo algo, pero su mente no está 100% en lo que están haciendo.
Entonces, la calma tiene mucho que ver con esa definición de productividad, que es productividad es igual a presencia. Se trata de aprender a llevar a mi mente al estado de flow, a ciertos registros donde puedo ir muy rápido. Pero no desde la sensación de que voy con el agua al cuello, sino desde estar tan en el presente que la mente tiene una capacidad extraordinaria para trabajar ahí.
Hábitos para la calma
-¿Qué papel jugarían en la conquista de la calma los hábitos?
Los hábitos son clave, pero hay que tener cuidado. Porque ahora también hay como una moda en la que parece que tienes que levantarte a las 3 de la mañana, estar desde las 3 a 7 haciendo una rutina matutina, porque si no, no eres productivo.
Yo a la gente le digo: haz una rutina matutina de 10 minutos. ¿Por qué? Porque un hábito es para hacerlo todos los días. Y si de repente te haces una rutina de una hora, es muy probable que la mayor parte de días no la hagas. Entonces, los hábitos son muy importantes, pero es imprescindible que sean hábitos fáciles de hacer todos los días.
Los hábitos al final son ese sostén que cuando estás peor, siempre vuelves a ello. Es decir, puede irte peor en el trabajo, pero tú tienes tu rutina de deporte. Puede irte peor en tu relación de pareja, pero tienes tu rutina matutina. No hace falta hacer cosas muy complicadas. Es empezar el día dedicándote 5-10 minutos a ti, a la introspección, a la reflexión. Prepararte para ir al sueño durante 10-15 minutos.
-Si una persona nos lee y piensa, “yo tengo 10 minutos al día, no tengo más”. ¿Qué hábito le recomendarías?
Pues si solo tiene 10 minutos, le diría que escribiese. Yo tengo siempre una libreta, que es mi libreta de reflexiones. En ella, una de las preguntas que me hago a menudo es si estoy viviendo la vida que quiero vivir. Yo le diría a la gente que, para empezar, que simplemente escriba, para que descubra cómo se siente. El hecho de tomar conciencia es lo que nos va a ayudar a tomar mejores decisiones, darnos cuenta del estrés que tenemos, de la rutina que tenemos, de qué necesitamos y si queremos en el fondo salir de ahí.
Límites y prioridades
-Para vivir en calma, hay que poner límites y establecer prioridades. ¿Cómo podemos diferenciar cuando algo para nosotros es un no, cuando es un sí?
En lugar de escuchar a la mente, escucha a tu cuerpo. Tenemos que escuchar mucho más esa intuición que es algo corporal, que siente en el cuerpo cuando vamos a tomar una decisión. Cuando sentimos que es una decisión de un sí, nuestro cuerpo, aunque haya miedo, entra en un estado de expansión. Cuando sabemos que no es el camino, nuestro cuerpo se cierra. Entonces es aprender a escucharnos, que es algo que muy poquita gente hace.
Incertidumbre
-Vivimos en una época de incertidumbre. ¿Cómo abrazamos la calma en un contexto tan cambiante?
En 2018 estuve en una formación con Tony Robbins y el primer día dijo una frase que a mí me cambió la vida: “La calidad de tu vida depende de la cantidad de incertidumbre que puedes asumir de forma cómoda”
Ese día entendí que tenía que dejar de buscar que la vida fuese más fácil y tenía que empezar a buscar cómo ser mejor yo. Entendí que la única manera de conseguir la calma y mejorar mi calidad de vida era entender esto. Si yo me resisto a la incertidumbre, como la gente que dice “ojalá todo fuese como antes de la pandemia”, estoy perdido.
El camino nunca es esperar a que las cosas sean fáciles, el camino es ver cómo yo puedo ser mejor, cómo yo puedo estar más preparado, cómo yo puedo desarrollarme más. Para sea cual sea el nivel de incertidumbre, tener la máxima probabilidad de ser feliz.
-Pues, para cerrar, ¿nos recomendarías tres lecturas para seguir viviendo en calma cuando nos acabemos tu libro?
Dejar ir, de David Hawkins. Principios, de Rey Dalio. Y Sobre la brevedad de la vida, de Séneca.
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