Es posible que cuando leas estas líneas estés tranquilamente en tu casa, en medio de la naturaleza o en el vagón de un tren... Y te preguntarás, seguramente, qué utilidad o valor puede tener ese "vacío"al que se alude en el título de este artículo. En cierto modo, se trata de algo tan evidente que por eso mismo tiende a pasar desapercibido.

Desde el primer momento en que abrimos los ojos al espectáculo del mundo, éste se nos aparece como un inmenso escenario lleno de seres y objetos. Sin embargo, raramente tenemos ocasión de preguntamos cuál es el "recipiente" sobre el que la vida se desarrolla, la "pantalla" sobre la que la gran película de la existencia tiene lugar. El vacío sobre el que se construye todo.

Qué es EL VACÍO INTERIOR y por qué conectar con él

Tanto el arte como el pensamiento oriental se han ocupado de ese "vacío" existencial, explorando el continente; mientras que la actitud occidental se ha polarizado en el interés sobre los objetos que pueblan esa vacuidad, es decir, en el contenido.

El resultado final da como diferenciación una cultura centrada en el espacio y la contemplación (el Oriente clásico y la Europa medieval) y otra en el tiempo y la acción (de la Europa postrenacentista al pragmatismo norteamericano).  Resaltar la importancia del vacío es una manera de contrarrestar esos efectos negativos de la aceleración.  

Pensemos, ¿qué es lo que realmente da valor a una casa? De inmediato pensaremos en su tamaño, número de habitaciones, calidad de los materiales empleados, ubicación, etc. Seguramente pasaremos por alto que aquello que otorga sentido a una casa, que la hace habitable, es... el espacio distribuido en su interior. De hecho, construir consiste en formar una estructura que delimita un vacío.

Los mismos elementos que operan en el mundo exterior lo hacen a nivel psicológico. Por eso hay un espacio interior que permite que nuestros pensamientos y emociones tengan lugar.

Ese espacio interior es esencialmente vaso, casi ilimitado. Pero nuestras rigideces mentales lo van empequeñeciendo. Estamos demasiado llenos de imágenes y sonidos, a menudo desechos psicológicos no eliminados o reciclados.

"Limpiar" la mente y devolverle su amplitud original es crear más "espacio" para que los pensamientos no estén constreñidos e incluso puedan alejarse libremente cuando ya no tienen utilidad.

Podemos concebir esa vacuidad como un lugar donde reposar tranquilamente. No en vano el dormir, tan necesario para renovar el organismo, es un curioso fenómeno de adentrarse en una especie de abismo o vacío interior.

Cuando le preguntaron a Lietzé acerca del valor del vacío, respondió: "En el silencio y el vacío, se halla donde permanecer. Rompe el silencio, llena el vacío, no encontrarás ninguna parte a donde ir".

por qué tenemos miedo AL VACÍO

A veces la idea de vacío puede provocar en ciertas personas una suerte de miedo irracional. Al igual que puede hacerlo la majestuosidad inclemente de un desierto o un paisaje de nieve. Ya los antiguos filósofos hablaron de ese miedo al vacío, del llamado horror vacui.

Esto suele suceder porque se asocia el vacío con una "privación" o falta de algo. También como una pérdida de lo que somos o tenemos.

Pero hay que verlo en sentido positivo, como una posibilidad de encontrarse con lo esencial de uno núsmo.

Así sucede por ejemplo en un viaje, donde estamos lejos de nuestro entorno y el apoyo que supone, pero donde se disfruta de una perspectiva más rica, tanto del nuevo espacio como de la propia vida.

Quienes han tenido la oportunidad de acampar en el desierto o de cruzar a vela el océano, a solas con el horizonte, conocen el poder de esa experiencia. También quienes emprenden algún tipo de peregrinación, cuyo primer requisito es la ligereza de equipaje.

La ancianidad camina naturalmente en esa dirección de irse vaciando de la identificación con el cuerpo y el papel que se ha desempeñado en la sociedad. De manera que ya no resulta útil ni conveniente buscar o retener bienes materiales, sino desprenderse de cargas pesadas y así llegar más ligeros al umbral de esa transformación que llamamos muerte, y que seguramente supone vaciarse de todo aquello que no somos.

Sabemos que la gran revolución matemática fue la "invención" del cero, atribuida por algunos a los hindúes. El cero constituye la mejor imagen simbólica del "no-ser", es decir, del vacío de donde sale el "ser", el uno.

Con la llegada del cero matemático se abrieron nuevas posibilidades para el cálculo, para la multiplicación y las grandes cifras. El cero es aparentemente nada, pero añadido a cualquier cantidad numérica la potencia diez, cien, mil veces...

De la misma manera, el vacío puede ser creativo en nuestras vidas. Lo saben los buscadores espirituales (el alma debe vaciarse para ser un receptáculo del espíritu), los artistas (sin receptividad, no hay lugar para la inspiración) y cualquier persona de a pie (no es agradable ir siempre con la cabeza, el corazón o el estómago repletos).

5 formas de conectar con el vacío interior

No hay que tener miedo a practicar esa búsqueda de más espacio vital donde ensanchar los pulmones y la mente.

El vacío del que hablamos no es pues sinónimo del "nada", sino de plenitud en el sentido de renovación, de abrirse a nuevas posibilidades. De enriquecer, en suma, la vida con otras oportunidades.

La sociedad actual valora, casi obsesivamente, el llenarlo todo (agendas, carritos de la compra... ) y eso no resulta siempre conveniente.

  • 1. Decoración minimalista. Podemos comenzar por no atiborrar nuestras casas de objetos a menudo inútiles y buscar una decoración a la vez simple y elegante donde nos sintamos a gusto
  • 2. Menos pantallas. Tampoco es saludable, mentalmente hablando, absorber diariamente un exceso de información visual y auditiva. Tanto los medios de comunicación como la globalización tienden, por paradójico que parezca, a empequeñecer el mundo y la mente. Por eso conviene limitar las horas ante las pantallas, siendo preferible evitarlas en el dormitorio.
  • 3. Contacto con la naturaleza. Buscar periódicamente un contacto tranquilo con la naturaleza representa volver simbólicamente al regazo de la "madre": toda matriz es un vacío que permite justamente una nueva vida.
  • 4. Escuchar. No olvidemos que para aprender, o simplemente dialogar, hay que vaciarse antes de prejuicios y escuchar verdaderamente lo que se nos dice o lo que el otro expresa.
  • 5. La relajación, la meditación, son instrumentos para facilitar ese necesario vaciamiento de tantas cosas inútiles que arrastramos con nosotros.

Cómo meditar para conectar con el vacío interior

Cuando pensamos en la meditación, imaginamos técnicas complejas con las que obtener determinados resultados que nos sean útiles y enriquezcan interiormente.

Eso puede tener sentido, pero vamos a tratar aquí de un tipo de meditación que evita esfuerzo alguno. Se basa en el shiné, o "calma mental", que el budismo tibetano recomienda como práctica previa para otras técnicas meditativas.

Lo que se busca es esa satisfacción de quien vuelve a casa con las obligaciones cumplidas y descansa tranquilo.

Veamos a continuación cómo llevarla a cabo:

  • Naturalmente, no hay que esperar a terminar antes todo lo que tengamos pendiente de hacer. Nos olvidamos simplemente de ello.
  • Lo mejor es adoptar una postura cómoda, en una silla o bien en suelo, con la espalda recta pero relajados; las manos descansan sobre las rodillas, por ejemplo.
  • Dejamos los ojos semicerrados. La respiración es amplia y distendida, no superficial ni rápida. La boca cerrada, pero sin apretar los labios.
  • Somos por un tiempo (no tiene que ser corto o largo, lo que nos parezca) simples espectadores del espacio interior.
  • Los pensamientos irán surgiendo y pasando (primero rápidos, luego más lentamente) como nubes en un hermoso y cálido cielo abierto.
  • No perseguimos ni nos identificamos con esos pensamientos o emociones (cualesquiera que sean, agradables o no). Dejamos simplemente que pasen y desaparezcan en el espacio.
  • No hay ningún esfuerzo que hacer, nada que interpretar, juzgar o programar... Simplemente un agradable vacío lo va llenando todo .

vacío: simbolismo y significado

Es posible que tengamos sed, cojamos un vaso y lo llenemos de agua. Ese vaso, cualquier recipiente, es un vacío tremendamente útil, capaz de apagar la sed o de cocer los alimentos.

Los ejemplos podrían multiplicarse sin necesidad de alejarnos de lo más inmediato y cotidiano. Lo que ahora estás leyendo, las ideas que ahora están surgiendo en tu mente al hacerlo, se basan en la relevancia que el color de las letras adquiere sobre el fondo. Así pues, la escritura se sustenta en el vacío.

También la palabra hablada necesita del vacío para existir. Sin la cavidad de la laringe y de la boca no existiría la fonación. Del mismo modo que los instrumentos de cuerda precisan de una caja de resonancia para adquirir relieve.

Respirar es un acto que, por necesidad, realizamos a menudo y de manera inconsciente. Pero de vez en cuando está bien hacer varías respiraciones completas y conscientes.

Observaremos entonces que ésta consta de cuatro fases. Está primero la inspiración (llenar los pulmones), una ligera retención del aire, luego una espiración (vaciamiento) y un instante a menudo olvidado en que ese vacío se mantiene antes de iniciarse una nueva inspiración.

Tanto los pulmones como el corazón, dedicados a captar y distribuir la energía vital, son órganos que se llenan y vacían varias veces por minuto durante toda nuestra vida. Son ejemplos próximos del valor del vacío.

Como dijo Laotzé en el Tao-Te-Ching: "treinta rayos convergen hacia el centro de una rueda, pero el vacío en el medio hace moverse al carro". Y también: "... del ser provienen las cosas y del no ser su utilidad".

El concepto de "vacío" en oriente

Si nos detenemos en la pintura paisajística china parece que las cosas emergen y desaparecen en un misterioso no-ser. Las brumas y nieblas tan frecuentes en el paisaje y las acuarelas chinas evocan el misterio de la vacuidad y sugieren la inmensidad del Tao: "eso no existente en el que está lo que existe".

La estética zen japonesa, basada en una refinada simplicidad, evoca constantemente ese vacío que a la vez es plenitud.

Y por paradojas de la historia, mientras el Japón actual se parece cada vez más a una mala copia de Occidente, nosotros apreciamos los valores de un minimalismo oriental mejor o peor entendido.

Si el tiempo es especialmente importante en nuestra época, apresurada por definición, no hay que olvidar que éste no es sino la medida del movimiento en el espacio, que siempre está "ahí".

El vacío en la cosmología hindú y budista

La cosmología hindú y budista conciben el mundo material constituido por cinco elementos fundamentales, que, de mayor a menor densidad, son: tierra, agua, fuego, aire y espacio. Este último es el más importante al permitir que los otros cuatro puedan manifestarse.

Considera también el budismo que los fenómenos que experimentamos sensorialmente no tienen existencia propia, dependen unos de otros y son impermanentes.

La misma conclusión adopta la física actual cuando afirma que la materia es un flujo energético percibido como realidad sólida por la mente del observador. Y, en realidad, esas partículas materiales comportan espacio entre ellas, de modo que en el universo prevalece el espacio vacío.

Para el budismo, la realidad última no está condicionada por limitación alguna, física o conceptual. Por eso sólo puede evocarse como algo vacío (sunyata), no una nada, sino una vacuidad plena.

El significado del vacío en otras religiones

También los místicos de otras tradiciones espirituales (cristianismo, sufismo ... ), se refieren a una "nada" o "vacío" cuando intentan hablar de lo que está más allá de las palabras.

La creación del mundo ha sido interpretada de diversas maneras por las religiones. Las enseñanzas de la kábala hebrea parten de una imagen muy sugerente: en el principio sólo existe Dios, que se retira hacia adentro de sí mismo para crear un vacío donde el mundo pueda existir...

Entre el espacio natural del mundo fenoménico y el espacio espiritual libre de limitaciones, hay diversas modalidades de experimentar la "espacialidad". No por casualidad millones de personas abandonan cada fin de semana o en vacaciones las grandes urbes buscando justamente más espacio a la vez físico y mental.