Tengo que reconocerlo. Soy de esas personas que siempre tienen el teléfono en silencio. Todas las llamadas acaban en perdidas y tardo horas en darme cuenta de que me han enviado un mensaje. Pero no soporto el sonido constante de las notificaciones. Y me consta que no soy la única.

Desde la curiosidad por entender esta manía personal, que compartimos tantas personas desde la aparición de los smartphones en nuestras vidas,contamos con la psicóloga Olga Albaladejo para que nos explique qué rasgos psicológicos se esconden tras esta preferencia. ¿Es el móvil en silencio un signo de algo más importante? ¿O es una simple elección personal? La experta lo tiene claro: “no tener el móvil en sonido no es un simple hábito. Puede decir mucho sobre cómo una persona se relaciona con el mundo y con los demás”.

La paz del silencio

La primera razón por la que una persona puede tener el móvil en silencio es, como sucede en mi caso personal, por un deseo de preservar la paz en tu vida. “Para algunas personas”, explica Albaladejo”, es una forma de cuidar su paz mental y priorizar su bienestar”. Lo cierto es que la exposición constante a estos mensajes, exponer tu atención a la dictadura de las notificaciones, puede ser una fuente de estrés.

En particular, destaca la psicóloga, quienes deciden dejar el teléfono en silencio por paz mental, pueden ser:

  • Personas con alta sensibilidad sensoria, que se saturan fácilmente con estímulos.
  • Personas que valoran mucho la concentración y evitan interrupciones.
  • Personas ansiosas o con rasgos controladores, que prefieren revisar el móvil cuando deciden, no cuando suenan.
  • Personas inseguras que temen no responder “bien” y prefieren dejar pasar las notificaciones.
  • Personas caóticas, que silencian el móvil en una reunión o en el cine y se olvidan de volver a ponerlo en silencio.

El espacio interior

Más allá de la paz mental y el silencio, el dejar el móvil en silencio puede responder a una necesidad de tener algo más de espacio interior, de controlar mejor las interacciones sociales. De hecho, para Albaladejo, “silenciar el móvil es, muchas veces, una manera de marcar límites invisibles”.

De alguna forma, con este gesto comunicamos, “estoy disponible, pero no para todo ni para todos, ni todo el tiempo”. Según la psicóloga, esta es una “forma de tomar control sobre los tiempos y ritmos propios, algo que muchas veces se pierde en esta sociedad de la inmediatez”.

En este perfil, que Albaladejo describe como de “personalidad introspectiva o un estilo relacional más evitativo”, el acto de silenciar el móvil puede “indicar una mayor necesidad de silencio, foco o profundidad”. Según la experta, hay personas “que eligen una vida más pausada, que prefieren una llamada a una avalancha de audios, o que valoran la calidad por encima de la cantidad en sus relaciones”.

Autocuidado

“Hay personas que siempre han sido así, reservadas, organizadas y autónomas”, nos explica Olga Albaladejo con respecto a la mutabilidad de este rasgo. Porque, como nos comenta, también es “frecuente ver este comportamiento en personas que han vivido un momento de saturación o “ruido” emocional, y deciden limitar las entradas de información como medida de autocuidado”.

En estos casos, asegura, el silencio del móvil puede incluso trabajarse en terapia. “En consulta, muchas personas que han atravesado una crisis, un duelo o un burnout laboral terminan optando por poner límites, incluso digitales”, expone a psicóloga. “Así que sí, puede ser consecuencia de un momento vital en el que la persona ha decidido priorizarse”.

De hecho, según la experta, “silenciar el móvil puede ser un acto de salud mental”, ya que “nos protege de la sobreestimulación, mejora la concentración y nos permite estar más presentes en lo que hacemos”. Además, eliminar las notificaciones constantes “reduce el estrés, mejora la calidad del descanso y favorece una relación más consciente con la tecnología”.

Para la psicóloga, sin embargo, lo más valioso de apagar las notificaciones es recuperar “el derecho a no estar disponibles todo el tiempo”. Desde su perspectiva, “en una era donde todo urge, saber elegir cuándo y cómo responder es una forma de autonomía emocional”.

El miedo al conflicto

Aunque en general dejar el móvil en silencio por sistema puede tener muchas ventajas y causas completamente normales, hay un caso en el que puede ser preocupante. Para Albaladejo todo depende del porqué y del para qué. “Si silenciar el móvil responde a una necesidad de autocuidado, está bien. Pero si nace del miedo al conflicto, a los demás o al contacto social, entonces puede ser una señal de que hay algo más profundo que atender”.

Es importante comprender, destaca la experta, que a veces “detrás de este hábito hay una dificultad para poner límites directamente, para decir que no o para exponerse emocionalmente. Otras veces, puede ser una forma sutil de evitar vínculos más comprometidos”.

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