Todos hemos escuchado alguna vez esa cifra mágica que, supuestamente, todos deberíamos caminar al día. 10.000 pasos. Te compras un reloj inteligente, o instalas una app en el móvil, e intentas llegar a la cifra todos los días, como sea posible. Solo cuando la ves asomar en el podómetro descansas tranquila. Si te sientes identificada con estas palabras, siento decirte que te han engañado. Esto de los 10.000 pasos es un mito.
Lo confiesa el Dr. Christian Daulouède para el medio francés Sodouest. “¿10.000 pasos al día?”, pregunta en tono irónico, “sería lo mismo salir a recoger margaritas”. Esta equiparación deja al descubierto, con una buena dosis de sarcasmo, lo que nadie que cumpliera con esa cifra mágica quiere escuchar: que las caminatas buscando llegar a la cifra sirven a la salud, lo mismo que salir a recoger flores.
El mito de los 10.000 pasos
Puede que ahora mismo te estés llevando las manos a la cabeza. ¡Pero si la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda lo de los 10.000 pasos! ¡¿Cómo va a ser falso?!
Bueno, la recomendación de la OMS sigue teniendo su valor, porque su finalidad es encomendar a la población la tarea de evitar el sedentarismo. Y si das 10.000 pasos al día, es muy probable que te hayas estado moviendo con asiduidad durante tu rutina. Pero con estos pasos ni vas a perder peso, ni estás a salvo del deterioro físico.
De hecho, un estudio realizado en 2021 por Consumer Reports ya apuntaba en la misma dirección que el Dr. Daulouède. Su investigación apuntaba que los beneficios prometidos, como la reducción de la circunferencia de la cintura, el control del colesterol, el descenso de la presión arterial o la estabilización del azúcar en sangre, solo se consiguen a partir de 15.000 pasos al día. Sí, otros 5.000 más.
La recomendación de Daulouède, por suerte, va, por otro lado. Y comienza explicando el porqué de este mito. La regla la inventaron “investigadores japoneses, durante un estudio completamente sesgado, encargado en la década de 1960 por vendedores de podómetros”. Es decir, que la norma es “falsa. Se aplicaba al fenotipo asiático, no a nuestro fenotipo caucásico. Corresponde aproximadamente a una hora y media de caminata o 7 kilómetros”.
El experto denuncia que, lejos de ser esencial para la salud, “a lo largo de los años, y más aún en estos últimos cinco años, esta pseudoregla de los 10.000 pasos se ha utilizado para vender aplicaciones en nuestro teléfono y podómetros en los relojes inteligentes”. Tanto es así, que en el ámbito de la salud “lo llamamos el efecto ‘oro’. Pero entiendan que no es tanto la cantidad de pasos lo que cuenta, sino cómo los damos”.
No es cuánto, es cómo
“Caminar es una característica humana”, asegura, “una función básica y fundamental. La regla de los 10.000 pasos, que no es una regla, debería asociarse con la conducta de caminar”, señala el experto. Es por eso por lo que la OMS la recomienda. Su finalidad es deshacernos del sedentarismo, no cumplir con una cifra específica en el podómetro.
El experto matiza la información, y explica que “10.000 pasos sin bastón, caminando a paso ligero para subir la Rhune en el País Vasco”, un terreno escarpado, con subidas y bajadas, “no tiene nada que ver con 10.000 pasos, incluso sin bastón, para caminar a Mirza”, un camino mucho más sencillo y suave.
El punto es que, en una u otra ruta, “el esfuerzo físico no es el mismo”. Y esa es la verdadera clave de todo. El esfuerzo que realicemos. Es por esto por lo que el doctor francés destaca que “la noción de 10.000 pasos no debería usarse como referencia, a pesar del éxito de los relojes inteligentes. Caminar despacio no tiene mucho efecto en la salud física”.
Lo que sí funciona
Caminar, simplemente por el placer de hacerlo, tiene grandes beneficios para la salud mental. El Dr. Daulouède lo admite, y asegura que “es cierto, quienes caminan son más inteligente que quienes no caminan”. Sin embargo, añade, “en lo físico es otra historia”.
Su recomendación para conseguir una mejor salud y condición física, y también para perder peso, es “abandonar el ritmo del caminante dominguero y preferir el ritmo del cazador”. O lo que es lo mismo, “una caminata rápida que nos hace sudar, con subidas y bajadas, con el corazón acelerando y desacelerando”.
En definitiva, “la frecuencia cardiaca debe cambiar”, señala el experto, porque es solo entonces cuando sabemos que “el nivel de colesterol bajará, que el corazón se estimulará”, al igual que “las articulaciones y los músculos”. En su experiencia como experto en salud deportiva, está claro que solo “quienes caminan rápido al hacer senderismo, a paso ligero, mejoran su salud”.
Para saber que lo que estás haciendo funciona tienes que sentir que te “quemas el aliento”. Esta forma de moverse “quema calorías, y estas siguen quemándose por la noche mientras duermes”, asegura el experto.
Este cambio de ritmo no solo mejora lo físico, también impacta en lo mental. “Caminar a paso ligero es un excelente ejercicio para las personas con Alzheimer”, destaca el doctor, “este esfuerzo ralentiza los síntomas”. Y para quienes padecen artrosis, advierte, “nunca deben dejar de caminar a paso ligero. El cartílago se nutre del líquido sinovial que se estimula al caminar”. Los bastones también quedan descartados. El experto asegura que no añaden ningún beneficio a la caminata.
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