Con la llegada del buen tiempo y la cercanía de las vacaciones es cuando más nos movemos, más salimos al campo y trepamos por las montañas, más deporte practicamos y más viajamos...
Y claro está, a mayor actividad física, mayor riesgo de pequeños accidentes, ya sean caídas, contusiones, rasguños, arañazos o desgarros.
Este tipo de heridas corrientes pueden ser producidas por agentes perforantes o punzantes (espinas, aristas, etc.), por agentes cortantes (tijeras, cuchillos) o de impacto (como piedras y rocas).
Las heridas suelen presentarse con una variada sintomatología que incluye desde hinchazón o amoratamiento, hasta desgarros en la piel, rigidez, dolor al tacto, a veces presencia de hemorragia, formación de costras y aparición de picor en algunos casos.
Para favorecer la cicatrización y curación de estas heridas se suele recurrir a desinfectantes o antibióticos por vía tópica, que se pueden adquirir sin receta médica, así como a antihemorrágicos y antiinflamatorios.
Sin embargo, la fitoterapia se revela como una ayuda de primer orden en este tipo de problemas, a través de plantas con efectos astringentes y cicatrizantes. Pueden ser una ayuda extra para facilitar la curación de las heridas
Por ejemplo, el aceite del bulbo de azucena resulta ideal sobre callos y durezas, así como para cicatrizar heridas inflamadas.
4 plantas de acción vulneraria para heridas infectadas
Se deben aplicar tratamientos combinados que contribuyan a detener la hemorragia, desinfectar la herida y reducir el proceso inflamatorio.