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1. Caminando

Mientras caminas, puedes meditar. Al hacerlo, besa la tierra. O como dice el maestro zen de origen vietnamita Thich Nhat Hanh: "Camina como si estuvieras besando la Tierra con tus pies".

Para meditar caminando, la espalda debe permanecer erguida, pero al mismo tiempo distendida y con los hombros sueltos.

La cabeza se dirige hacia el cielo, mientras que notamos en todo momento el peso de los pies y su contacto con la tierra o el suelo, plena y firmemente a cada paso.

Siempre que sea posibles, es mejor hacerlo descalzos. Avanzamos libres, sólidos, sin prisas y ante todo, presentes en el aquí y ahora.

Meditar caminando ayuda a corregir las malas posturas, como las rodillas hacia atrás y los hombros caídos.

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2. En una silla

Medita sobre una silla descansando la columna. Siéntate sobre los isquiones (los huesos de la pelvis) en el borde de una silla o con la espalda en el respaldo, dependiendo de tu habilidad para mantener la columna erguida. Descansa las manos sobre los muslos y relaja los hombros.

Concéntrate en la respiración en la punta de la nariz, notando su temperatura y textura. Relaja el cuerpo al exhalar. También puedes observar los pensamientos como olas que suben y bajan, con calma, en el océano de la consciencia.

Esta postura es recomendable para personas con problemas óseos y articulares o con falta de flexibilidad

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3. En la postura del loto, con apoyos

Coloca una manta firme y doblada sobre un bloque de yoga (de corcho o espuma) y apoya los isquiones sobre la parte delantera de la manta. Es importante que los muslos no estén apoyados sobre la manta y que las rodillas se dirijan hacia el suelo.

Si tus rodillas no tocan el suelo, es importante apoyarlas sobre otra manta u otro bloque para no generar un pinzamiento del menisco interno.

Esta es una de las posturas más cómodas en suelo, ya que permite una altura intermedia.

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4. En Virasana, sentándose sobre un zafú vertical

Coloca un zafú, "de pie", verticalmente; de esta forma, consigues más altura y te puedes sentar en la posición Virasana con mayor comodidad.

Evita esta postura si tienes alguna lesión o alguna molestia en las rodillas.

El beneficio principal al practicarla es que permite bascular la pelvis hacia delante y, por lo tanto, mantener la columna erguida, mientras se flexibilizan los empeines.

En el caso de que te duelan los empeines, puedes colocar una manta enrollada debajo de los pies.

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5. Tumbados en el suelo

Meditar tumbados requiere un grado superior de atención y concentración para enfocar la consciencia en la respiración. El conjunto cuerpo-mente suele asociar tumbarse con dormir, y al tumbarse es fácil que la mente desconecte de la práctica del enfoque y se suma en un sueño profundo.

Pero recuerda que meditar es lo opuesto de dormir, es un estado despierto de plena consciencia y concentración. Así pues, mantente relajada, pero no dormida.

Puedes apoyar las cervicales y las rodillas en una manta o no utilizar nada.

Tu mejor postura para meditar

Meditar no necesita de grandes requerimientos. Solo hace falta buscar unlugar y momento tranquilos, sin distracciones exteriores. Yvivir el presente, el aquí y ahora.

Practicar la meditación con regularidad reduce la fatiga y el estrés, y proporciona una gran sensación de bienestar.

Se puede meditar caminando, sentado, tumbado, utilizando diferentes apoyos como una manta, un bloque o un zafú... Hay muchas formas de hacerlo y ninguna es necesariamente mejor que otra. Te animamos a experimentar con varias posturas y a elegir aquella en la que sientas mejor.

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