¿Crees que correr es la única forma de perder grasa? Pues según el doctor Helios Pareja, te equivocas. "¿Correr 10 km para quemar grasa? No es la única –ni la mejor– forma", asegura el experto en Fisiología y Metabolismo que nos advierte que centrarnos solo en el cardio es un enfoque insuficiente. "Estás dejando mucho en la mesa", señala.

Y es que para este médico, profesor e investigador, "lo que haces el resto del día importa más". Por eso señala los dos factores que realmente marcan la diferencia:

NEAT

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Es un acrónimo de Non-Exercise Activity Thermogenesis –termogénesis producida por actividad fuera del ejercicio– que se refiere al gasto energético que suman todas las actividades diarias rutinarias que no se consideran ejercicio, pero que requieren un esfuerzo físico. Así, el doctor se refiere a esta actividad como al "movimiento diario que no es ejercicio" y nos pone ejemplos como "caminar, subir escaleras, moverte en el trabajo, moverte y estar activo durante el día".  Y es que el especialista asegura que "todo esto suma más que una sesión de cardio aislada".

Entrenamiento de fuerza

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El entrenamiento de fuerza "aumenta tu gasto calórico, incluso en reposo", indica Pareja, que afirma que "si entrenas fuerza, construyes músculo, aumentas tu metabolismo y quemarás más grasa, incluso en reposo".

El experto lo resume así: "Muévete más, entrena fuerza y come mejor. Eso quema más grasa que cualquier carrera de 10 km."

¿Hambre a todas horas?

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Como indica este médico especialista, dentro de tu objetivo de quemar grasa, la alimentación tiene una gran relevancia. Y es que necesitarás mejorar la calidad de los alimentos que ingieres, así como controlar las cantidades. En este sentido, el hambre cumple un papel esencial y el doctor nos explica que no siempre percibimos esa sensación de forma correcta.

"No comas siempre que tengas hambre, aprende a identificar los tipos de hambre y come solo cuando realmente lo necesites", nos advierte el experto, que nos explica las diferentes clases de hambre que podemos sentir:

  • Hambre fisiológica: "Es la única que responde a una necesidad real de energía", según el experto, que explica que se produce de forma gradual y se percibe en el cuerpo y no en la mente. En este caso, Pareja indica que comer calma esa hambre y que es la única que deberíamos atender siempre.
  • Hambre emocional: es el hambre que hoy en día sufren muchas personas, que aparece como consecuencia de la ansiedad, el estrés, el aburrimiento o incluso la tristeza. Se distingue por una necesidad impulsiva y urgente, que suele ir asociada a la ingesta de alimentos calóricos. "Comer no resuelve el problema de fondo", señala el médico, que asegura que "lo que necesitas no es comida, sino gestión emocional".
  • Hambre visual o sensorial: es el hambre que se despierta por un estímulo visual, olfativo o por simple tentación. "Se activa al ver, oler o imaginar comida y no tiene nada que ver con tus necesidades fisiológicas", asegura el experto, que explica que esto supone comer por estímulo externo, en vez de necesidad interna.
  • Hambre social: es lo que también denomina como "hambre por costumbre", ya que comes porque te toca, porque todos a tu alrededor lo hacen o porque es la hora. Sin embargo, Pareja explica que no siempre hay una necesidad real. De hecho, "comer de forma automática, sin hambre real, puede desregular el metabolismo", asegura.

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