Con la llegada del verano, aumentan las horas de sol, suben las temperaturas y la humedad ambiental se eleva, factores que afectan directamente al estado de nuestra piel. Sin embargo, ¿modificas tu rutina al cuidar de tu piel o sigues haciendo exactamente lo mismo que el resto del año? 

Tal como explica Birgit Huber, experta de la Asociación Alemana de Cosméticos, “en invierno necesitamos fórmulas más densas y grasas, pero en verano la piel requiere ligereza, hidratación y, sobre todo, protección solar”.

La exposición solar, el cloro, el sudor y el aire libre hacen que la piel se deshidrate más rápidamente, por eso resulta imprescindible modificar la rutina de cuidado facial. Dejarse llevar por una estrategia sencilla, pero bien enfocada, puede marcar la diferencia entre una piel apagada y otra que irradia salud. Sin embargo, que nuestra piel necesite más hidratación y protección no significa que requiera también más productos: todo lo contrario.

El enfoque "skinimalista": menos es más

Durante los meses de calor, es aconsejable prescindir de rutinas largas y pesadas. Huber sugiere adoptar un enfoque minimalista, centrado en unos pasos esenciales:

Este método, descrito por Huber como "skinimalismo", evita la saturación del cutis y mantiene el equilibrio. Además, incorporar un exfoliante suave una vez a la semana puede ser clave.

En verano, el sudor y la humedad pueden obstruir los poros con más facilidad, generando impurezas y brotes. Un peeling adecuado ayuda a mantener la piel limpia y luminosa sin agredirla.

Protección solar diaria, incluso con nubes

Uno de los mayores errores en verano es confiarse por el cielo nublado. Birgit Huber advierte que “la radiación UV sigue presente incluso en días grises”, y por eso recomienda usar a diario una crema hidratante con SPF 30 o superior.

Esta práctica previene el envejecimiento prematuro, pero también problemas más graves, como el cáncer de piel.

Para quienes temen que la crema solar sea demasiado pesada, Huber propone fórmulas ligeras con protección UV integrada. También existen productos específicos para zonas sensibles como los labios y los párpados, con filtros solares adaptados para esas áreas delicadas.

Para el maquillaje También hay soluciones

El uso de protector solar no es incompatible con el maquillaje. Hoy en día existen brumas faciales con SPF que se aplican sobre el maquillaje sin arrastrarlo, permitiendo mantener la protección durante todo el día.

Además, muchas bases de maquillaje y BB creams incorporan también filtros solares,lo que ayuda a reforzar la defensa cutánea.

Si tienes la piel grasa, puedes optar por un sérum hidratante como base y prescindir de una crema más densa. Los productos matificantes con protección solar también pueden ser aliados útiles para evitar brillos sin renunciar al cuidado.

Después del sol, calma, hidratación y reparación

Una vez finalizada la exposición solar, es crucial ayudar a la piel a regenerarse. Huber recomienda productos after sun con ingredientes como aloe vera, pantenol o ácido hialurónico, que calman, hidratan y favorecen la reparación de la barrera cutánea.

aftersun aloe lavanda casero

Puedes hacer tu propia crema calmante casera para después del sol.

iStock

Este gesto no solo ayuda a prolongar el bronceado de forma saludable, sino que también previene la descamación y la aparición de manchas en la piel.

El cuidado postsolar debe ser igual de importante que el preventivo, si se desea una piel sana todo el verano.

Escucha lo que tu piel necesita

Adaptar la rutina facial a cada estación es clave para mantener el equilibrio. En verano, apostar por productos más ligeros, hidratación intensa y protección solar constante es el camino hacia una piel radiante.

Como concluye Birgit Huber, “menos pasos pueden ser más efectivos si están bien pensados y responden a las necesidades reales de la piel”.

Disfruta del sol con responsabilidad y cuida tu piel como se merece, con sencillez, constancia y sentido común.

En definitiva, cuidar la piel en verano no requiere complicaciones, sino atención y coherencia. Apostar por una rutina minimalista, con productos adecuados y protección constante, permite disfrutar del sol sin comprometer la salud cutánea.

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