María Kindelán, Máster en Nutrición Clínica y Ciencia Avanzada de los Alimentos y especialista en Alimentación Consciente, Nutrigenómica y Cocina energética, acaba de publicar Come para comerte el mundo (Plataforma Editorial), un libro que nos habla sobre cómo desarrollar la capacidad que todos tenemos de llevar cambios a la práctica para disfrutar comiendo con simpleza y sentido energético.

–Un día te rompiste y los hábitos de vida saludables llamaron a tu puerta. Cuéntanos.
–El detonante que me llevó a cambiar mi rumbo fue la falta de energía y motivación. Dejé de disfrutar de lo que hacía porque no me encontraba bien, supongo que el instinto de supervivencia y la búsqueda de sentido tuvieron mucho que ver, pero fue el afán por querer entender qué me había debilitado y qué tenía que hacer para recuperar la salud, lo que me movilizó hacia el inicio de algo nuevo.

Cambié de vida, de trabajo, me formé en una nueva carrera, me empecé a cuidar como nunca, me reinicié, con los miedos que ello conlleva a veces. No podía ni imaginarme entonces todo lo que iba a descubrir y la energía que estaba por llegar… además de mi verdadera vocación, la profesión a la que me dedico actualmente.

Mi caso es muy personal, no creo que todo el mundo tenga que hacer cambios tan radicales, pero lo que sí tengo claro es que solo podemos disfrutar de lo que vivimos si dedicamos tiempo a cuidar de nuestra salud, tanto física como emocional, y eso pasa por elegir adecuadamente el combustible de cada día.

–Dices que lo que comemos está relacionado con cómo nos sentimos. ¿Cómo comías tú en esos momentos de estrés? ¿Tu alimentación te estaba avisando?
–Lo que me avisaba era mi cuerpo de que no estaba en armonía. Somos lo que comemos, pensamos y sentimos. Comemos para fabricar nuestra calidad de sangre, y esto nos condiciona a todos los niveles.

Para mí comer bien no tiene nada que ver con comer solo verdura. Es algo que pasa por atender a lo que realmente necesita cada uno para estar equilibrado a todos los niveles, evitando aquello que le hace daño y nutriéndose con alimentos naturales y de calidad. Solo así podemos rendir al máximo de nuestras posibilidades y mantenernos estables y vitales.

–Comer es sinónimo de disfrutar para la mayoría de las personas. ¿Se puede comer y disfrutar con la comida saludable?
–Por supuesto que sí, comer es uno de los grandes placeres de la vida y la parte sensorial debe estar presente en el plato de comida, para proporcionarnos satisfacción y equilibrio. De ello hablo precisamente en mi libro “Come para comerte el mundo”.

–Comparas la comida con el combustible. ¿Cuál es el mejor “combustible “para obtener energía duradera para el organismo?
–Sin duda es nuestra principal fuente de energía. Y el equilibrio entre todos los nutrientes es esencial, aunque ya sabemos que los hidratos de carbono de absorción lenta y las grasas son las principales fuentes energéticas para el cuerpo humano.

Lo interesante de la nutrición energética es que estudia las necesidades tanto físicas como energéticas de la persona, con el objetivo de identificar los efectos que la alimentación actual ejerce en su forma de ser y actuar y así poder aumentar su rendimiento a todos los niveles. En ese proceso de aprendizaje, la persona obtiene un nivel alto de conciencia y atención sobre lo que come y cómo le sienta a todos los niveles. Como consecuencia, se mejora en salud, equilibrio, satisfacción y calidad de vida.

–Hablas mucho en tu libro del equilibrio en los menús. ¿Cómo consideras que se logra ese equilibrio?
–Atendiendo las necesidades físicas y sensoriales a la vez. Introduciendo nutrientes esenciales, combinándolos adecuadamente y cocinándolos con sistemas de cocción limpios ajustados a los objetivos de la persona (mejor digestión, activación, relajación, calentamiento interior, etc). El equilibrio en cuanto a texturas, olores, sabores y colores es crucial para que un menú sea completo a todos los niveles.

–¿Y si en algún momento una situación complicada nos hace bajar la guardia y retomar viejos malos hábitos?
–Buscaremos el camino de vuelta al centro, con las pautas que indico en el libro. Recordar las palancas de automotivación, escuchar las sensaciones y niveles de rendimiento, descansar, oxigenarse y planificarse de nuevo para recrearse en una relación amable con la comida.

Bajar la guardia nos da inestabilidad y repercute directamente en el sistema inmune a medio plazo. Y éste a su vez, está condicionado por la salud de nuestra flora intestinal, por lo que es importante incorporar de forma equilibrada alimentos pre y pro bióticos en nuestra dieta a través de vegetales de temporada, fermentados como las sopas miso, kéfir, germinados, encurtidos naturales.

Cuantos más alimentos vitales, frescos, libres de aditivos químicos, hormonas, antibióticos y no procesados abunden en la alimentación, mayor calidad nutricional y energética. Deberíamos poner especial atención sobretodo en el origen de los alimentos, pero con sentido común y priorizando en los productos que son de temporada y de la zona.