Se puede definir una enfermedad como silenciosa cuando se inicia y evoluciona sin que la persona se dé cuenta (o quiera darse cuenta), porque no provoca síntomas.

Sin embargo, veremos que en muchos casos no son tan silenciosas como parece y que a menudo ofrecen síntomas que simplemente no queremos reconocer, que son como gritos que silenciamos y no nos dignamos escuchar. Ver más allá de esas "operaciones de despiste" de las enfermedades silenciosas más comunes es el objetivo del diagnóstico precoz.

Las revisiones de salud en los centros de trabajo, los análisis de sangre o las exploraciones de control sirven para detectar estas enfermedades o su posible desarrollo en el futuro, de modo que se puedan prevenir o empezar a tratar cuando aún se está a tiempo.

Dentro de las enfermedades silenciosas se pueden incluir las llamadas "silenciadas" u "ocultadas", que sí presentan síntomas pero que pocas personas admitirían públicamente padecer porque se consideran vergonzosas. Entre ellas se encuentran las de transmisión sexual, como el sida o la sífilis, pero también otras como la tuberculosis, la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica.

Hasta hace poco, el cáncer era una enfermedad silenciada, ya que la propia palabra era tabú: se decía que la gente moría de "una larga enfermedad".

¿Y qué decir de aquellos padecimientos que no escuchamos, a los que no hacemos caso, por repetitivos y aparentemente obvios? En este apartado se encuentran muchos trastornos mentales, que intentan taparse al considerarlos de menor entidad, aunque a la larga pueden ir evolucionando hasta suponer un problema de salud de primer orden.

Hipertensión

Una hipertensión ligera no suele dar ninguna molestia. En ocasiones ocurre lo contrario, parece que incluso ayuda a mantener el tono del organismo. La hipertensión más común es la denominada esencial, que quiere decir que no se sabe de dónde procede y que posiblemente esté ligada a los genes.

Sin embargo, algunas circunstancias sí favorecen la aparición y el desarrollo de la hipertensión, y muchas de ellas son comunes a las enfermedades cardiovasculares. La dieta constituye un factor clave y el consumo de carnes, de excitantes como el café y el alcohol, y de sal elevan invariablemente la presión arterial. Pero otros aspectos de los hábitos de vida resultan también importantes.

Aterosclerosis

La aterosclerosis consiste en la formación de placas de ateroma en los vasos sanguíneos, principalmente en las arterias. Las placas de ateroma son depósitos de grasa, con una matriz de proteínas, que se acumulan en la luz del vaso y disminuyen su calibre.

Cuando se localizan en las arterias coronarias, impiden o reducen el flujo sanguíneo al corazón y dan lugar a episodios como la angina de pecho o el infarto de miocardio. Si se localizan en las arterias cerebrales, aumentan las deficiencias de memoria y provocan un mayor riesgo de accidente vascular cerebral.

El término "esclerosis" significa rigidez o endurecimiento, y es la segunda consecuencia de este proceso. Aumentar la elasticidad de las arterias implica cambios en los hábitos de vida, ya que se necesita una dieta pobre en grasas y proteínas, y más ejercicio. Por otra parte, los alimentos con acción antioxidante pueden ejercer un papel salutífero.

El control de la aterosclerosis pasa necesariamente por el control de los factores de riesgo que la provocan, como el exceso de colesterol, de glucosa sanguínea, de tensión arterial o de ácido úrico.

Cáncer

Muchos pensarán que el cáncer es la enfermedad silenciosa por excelencia, no solo por la ausencia de síntomas previos sino por la gravedad que comporta en ocasiones su diagnóstico.

La prevención real del cáncer se encuentra en los hábitos dietéticos y de vida y se ha de llevar a cabo mucho antes de que se pueda realizar cualquier diagnóstico precoz. Por otra parte, las pruebas de detección del cáncer en pocas ocasiones son realmente efectivas si se realizan sobre toda la población.

El cáncer de mama y el de próstata tienen pruebas de detección específicas, pero incluso estas han sido discutidas.

En el cáncer de próstata la prueba denominada PSA puede no llamar la atención sobre un grupo amplio de personas con riesgo de padecerlo, aunque se trata de un cáncer lento de evolución, discretamente insidioso y en los últimos estudios clínicos no queda nada claro que una extracción de la próstata mejore realmente la supervivencia de los pacientes.

En lo que se refiere al cáncer de mama, se propone la realización periódica de mamografías, aunque el exceso de mamografías realizadas en las últimas décadas ha hecho recapacitar a ginecólogos y oncólogos sobre el impacto negativo para la salud que tiene irradiar a toda la población femenina, además de que induce el propio cáncer de mama.

Osteoporosis

La descalcificación ósea es un problema muy frecuente que suele experimentar la mujer postmenopáusica, si bien es un proceso que se va fraguando desde la juventud y que suele desencadenarse entonces favorecido por los cambios hormonales.

La osteoporosis resulta verdaderamente silenciosa y a veces su primer síntoma es una fractura de cadera o de una vértebra, que dada la pérdida de masa ósea ya resulta difícil de reparar.

La osteoporosis se diagnostica mediante una prueba denominada densitometría mineral ósea (DMO). Hace unos años se realizaban muchas densitometrías; hoy menos, ya que sirven como diagnóstico pero no tanto para valorar la evolución de la enfermedad. A una persona que en una DMO le aparezca una notable osteoporosis, posiblemente la tenga toda la vida.

La osteoporosis es una condición ligada a la persona y a sus hábitos, y no depende tanto de la cantidad de calcio que se consuma como de tomar el sol (para poder asimilarlo) y hacer ejercicio, dos de las primeras medidas que hay que tomar para prevenirla.

La prevención dietética de la osteoporosis aconseja consumir alimentos ricos en calcio y en magnesio (cereales, legumbres, frutos secos, sésamo, lácteos con poca grasa) y una dieta pobre en alimentos proteicos y grasos, ya que descalcifican e inhiben la asimilación del calcio.

Diabetes

Los síntomas de la diabetes pueden ser escasos al principio pero numerosos y crónicos cuando evoluciona la enfermedad.

Las alteraciones moderadas de los niveles de azúcar en la sangre tampoco ofrecen síntomas, aunque la tríada sintomática que hay que tener en cuenta es: polidipsia (mucha sed), polifagia (mucho apetito) y poliuria (muchas ganas de orinar), que suelen marcar el inicio sintomático de la enfermedad.

El control regular de la diabetes es vital para la salud cardiovascular del futuro ya que la glucosa de la sangre ejerce un verdadero efecto corrosivo sobre los vasos sanguíneos y sobre numerosos tejidos del organismo.

Hepatitis y otras enfermedades del hígado

El hígado es el gran depurador orgánico de residuos tóxicos, que pueden acumularse debido a los malos hábitos (dieta inadecuada, abuso de medicamentos, del alcohol...) o bien por una disfunción interna. Sin embargo, el hígado no presenta síntomas hasta que está bastante afectado, cuando a veces es tarde para actuar.

Las alteraciones hepáticas leves se diagnostican fácilmente con un análisis sanguíneo rutinario, gracias a la determinación de las transaminasas. La elevación transitoria de transaminasas sucede con frecuencia en personas que se exceden comiendo o bebiendo alcohol en los fines de semana.

Dentro de las patologías hepáticas merece una atención especial la hepatitis, ya que ocasiona la seropositividad a la hepatitis, que permanecerá toda la vida, y el posible daño hepático, que puede ser inicial por padecimiento de la enfermedad aguda, o evolutivo a lo largo de los años.

La hepatitis se puede abordar con numerosos y variados tratamientos, algunos de ellos de origen natural, pero lo que exige sobre todo es un control analítico o ecográfico regular para evaluar cómo va evolucionando la enfermedad.

Al igual que sucede en la mayoría de enfermedades , una vida sana reduce notoriamente la posibilidad de una evolución negativa de la hepatitis.

Estreñimiento

El estreñimiento no es una enfermedad en sí misma, pero se encuentra entre los factores que agravan numerosas enfermedades, desde las varices y la migraña hasta el colesterol o el cáncer. Su control habría de incluirse necesariamente en cualquier plan terapéutico de cualquier enfermedad, ya que es "la madre" de muchos padecimientos.

El estreñimiento es un delator de hábitos dietéticos o de vida incorrectos, ya que es muy difícil que una persona que consuma abundante fruta y fibra dietética, y que además haga ejercicio, sea propensa al estreñimiento.

La acumulación de heces provoca que los niveles de toxemia aumenten de forma notable y que la compresión sobre los órganos abdominales sea mayor, con el consiguiente sufrimiento de los tejidos.

El consumo de frutas, verduras, frutos secos y cereales integrales es de máxima importancia en la solución inocua al estreñimiento. Los remedios laxantes están muy poco indicados, ya que ofrecen una solución pasajera que suele ir seguida de un estreñimiento más pertinaz. Cuando la dieta no funciona, la acupuntura puede ser bastante eficaz al tonificar los órganos implicados.

Fibromialgia

Se ha definido la fibromialgia como la enfermedad de la soledad, ya que quien la padece se siente incomprendido tanto por quienes le rodean como por los médicos, que no encuentran explicación al problema.

Sin embargo, se le presta cada día mayor atención, no porque se pueda diagnosticar fácilmente (que no), sino porque cada día hay más personas que la padecen.

La fibromialgia ocasiona dolores constantes, repetitivos, insidiosos, de las partes blandas del cuerpo, sobre todo en las inserciones musculares.

Como todo ello va unido a un estado de ánimo decaído se ha asociado con un trasfondo depresivo y, de hecho, algunos antidepresivos de tipo tricíclico parecen ofrecer una discreta mejoría.

Síndrome de fatiga crónica

El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) es otra de las enfermedades incomprendidas por las personas que rodean al enfermo, ya que no tiene síntomas evidentes más que el cansancio, muchas veces relacionado con un estado de ánimo decaído.

El SFC aparece con frecuencia después de enfermedades víricas aparentemente banales, a menudo producidas por virus como el citomegalovirus (CMV) o el de Epstein Barr (VEB).

Como tiene un diagnóstico incierto y tratamiento aún más incierto, existe desánimo, propio de la enfermedad, a la hora de afrontar este problema.

Seguir una dieta rica en frutas, verduras y en antioxidantes, es el primer paso para conseguir que el SFC no dure demasiado ni ocasione muchos problemas.

Sida

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida o sida es sin duda la enfermedad de transmisión sexual más conocida. Aunque en la actualidad existen numerosos fármacos que permiten una supervivencia impensable hace pocos años, y una notable calidad de vida, no deja de ser una de las enfermedades más estigmatizadas de las que actualmente se padecen.

Una parte nada desdeñable de las personas seropositivas al VIH aún no lo saben, porque el virus puede permanecer silente durante años, posiblemente décadas.

El método de diagnóstico es fácil, barato, fiable, pero muy temido; quien se ha hecho alguna vez esta prueba conoce la angustia que precede a saber los resultados; pero cuando estos diagnostican la infección, el problema aumenta. A nadie le gusta ser estigmatizado como una persona adicta a las drogas o sexualmente promiscua, y sobre todo a nadie le gusta ser relacionado con esta enfermedad.

Tanto por su incidencia como por sus consecuencias, resulta indispensable tomar medidas de protección de la infección muy claras como el uso de preservativo en las relaciones sexuales.

Gonorrea

La gonorrea se suele manifestar como una secreción purulenta, urticante y molesta en el canal uretral, por norma relacionada con un contacto sexual reciente.

Como la mayoría de enfermedades de transmisión sexual, suele ocultarse el problema, a veces incluso a las personas que deberían saberlo preferentemente ya que tienen un riesgo de contagio más elevado.

Sífilis

La sífilis primaria se produce como una úlcera genital, especialmente visible en los varones, que aparece poco después del contacto sexual infeccioso.

La secundaria suele debutar con una erupción de la piel, a las pocas semanas de esta infección primaria. La sífilis terciaria aparece meses o años después, con afectaciones nerviosas importantes.

En sus primeros estadios la sífilis es muy fácil de tratar (menos fácil de diagnosticar); por lo general con unas pocas inyecciones de penicilina queda definitivamente superada.

Cualquier contacto sexual que provoque síntomas se ha de comunicar al médico, ya que existe un riesgo importante de contagio en los contactos sexuales esporádicos, sin protección.

Tuberculosis

La tuberculosis es una enfermedad que tiene para muchos la consideración de plaga bíblica, pero una vez diagnosticada no tiene por qué presentar problemas graves a menos que debute con una afectación pulmonar importante.

Sin embargo, el bacilo de la tuberculosis puede permanecer dormido en el organismo durante años para luego activarse y reavivar la enfermedad que se pensaba que ya estaba superada.

Para evitar que esto ocurra se necesita un tratamiento muy prolongado en el tiempo, con varios medicamentos. Además, son necesarias las medidas de aislamiento o de higiene específicas de una enfermedad infecciosa.

Al tratarse de una enfermedad con tan mala fama, muchos de los que la padecen no lo comunican a sus contactos más cercanos y, lo que es peor, en ocasiones no siguen la pauta medicamentosa prescrita, lo cual contribuye a su propagación.

La incidencia de la tuberculosis había disminuido enormemente ha resurgido y empieza a presentar cepas resistentes a los fármacos.

Tabaquismo

El consumo crónico de tabaco conlleva muchos problemas. Sería ocioso a estas alturas hacer una lista de todas sus patologías asociadas, pero sí vale la pena señalar que es el propio fumador quien se niega a escuchar cómo carraspea, tose por la mañana o cambia su voz al fumar (producto de una irritación directa sobre las cuerdas vocales), como tampoco parece querer ver las mucosidades que expulsa.

Es curioso también observar que las personas que fuman mucho tienen el cutis de un ligero color tabaco. Todo ello son síntomas evidentes de la intoxicación tabáquica a la que se prefiere no hacer caso para seguir con el vicio.

Síntomas a los que prestar atención

Algunas de las señales que pueden enmascarar una enfermedad son:

  • Dolor de cabeza constante y repetitivo.
  • Fluctuaciones notables de peso sin una causa aparente que las explique.
  • Pérdida de apetito.
  • Imposibilidad de hacer la misma cantidad de ejercicio que en épocas previas.
  • Fatiga crónica.
  • Mareos o desmayos.
  • Anemia sin una causa específica.
  • Pigmentación anormal de la piel.
  • Pérdidas de sangre (ya sea por vía urinaria, anal, vaginal, nasal... ).
  • Fiebre o febrícula de repetición.
  • Piernas hinchadas.
  • Alternancia de diarrea y estreñimiento.
  • Pérdida de fuerza o temblor de extremidades.

Cómo prevenir enfermedades

Los médicos recomiendan realizar una revisión anual si se tiene más de 40 años, y bianual o trianual si no se tiene ningún problema y no se llega a esta edad:

  • Revisión médica estándar. Determinar el peso y la talla, y auscultar el corazón y los pulmones pueden parecer exploraciones poco sofisticadas pero ofrecen datos de normalidad muy importantes.
  • Análisis de sangre. El análisis sanguíneo debería incluir una determinación del hemograma, el colesterol, los triglicéridos, el ácido úrico, pruebas funcionales de hígado y de riñón, así como la determinación de la fosfatasa ácida prostática (PSA) para diagnosticar el cáncer de próstata en los varones.
  • Control de la tensión arterial. Dos o tres veces al año es conveniente tomarse la tensión arterial, especialmente si se sufren mareos o dolor de cabeza.
  • Electrocardiograma. No hacen falta pruebas complicadas al estilo de las de los deportistas, pero sí realizar un análisis básico del corazón cada cinco años a partir de los 40, siempre que no se haya padecido ninguna patología previa que exija un control más frecuente.

Sin embargo, la mejor garantía de salud es llevar una vida sana. Repasa tus hábitos de vida respondiendo sobre los cuatro pilares básicos de la salud y proponte, si es necesario, mejorarlos.

  1. ¿Sigues una dieta apropiada? Recuerda que hay que consumir abundantes alimentos crudos y reducir los grasos e industrializados.
  2. ¿Practicas suficiente ejercicio? El sedentarismo es la base de gran cantidad de enfermedades, especialmente las cardiovasculares, verdadera plaga de nuestra sociedad. Si no haces nada de ejercicio, no cambies radicalmente: introdúcelo paulatinamente en tu vida.
  3. ¿Tomas tu medicación correctamente? En las enfermedades silenciosas, abandonar el tratamiento durante un tiempo no suele provocar molestias notables. Sin embargo, es a medio o a largo plazo cuando pueden provocar consecuencias a veces irreparables. Un tratamiento adecuado en el momento adecuado ayuda a controlar la evolución de las enfermedades.
  4. ¿Has modificado tus malos hábitos o errores? A menudo no escuchamos los síntomas de las enfermedades silenciosas porque no nos interesa modificar nuestros hábitos de vida. El estrés a veces parece que nos alimenta, el tabaco o las drogas nos relajan en momentos de leve inquietud, el alcohol nos desinhibe y nos hace olvidar los problemas del día a día.

Para saber más

  • Enciclopedia de la salud familiar; Dr. R. Sharma, Ed. RBA-Integral
  • Enciclopedia de medicina natural; M. Murray, J. Pizzorno, Ed. Tutor
  • Manual de medicina naturista; Dr. J. L. Berdonces, Ed. Océano