La preocupación de Benedikt Amann, director de la Unidad de Investigación del Centro Fórum, del Hospital del Mar de Barcelona, puntero en el tratamiento del trauma, es encontrar las mejores herramientas terapéuticas para liberar a las personas del dolor psicológico, lo que le llevó a implementar la EMDR (siglas en inglés para la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) como un abordaje indicado y con evidencia científica en el tratamiento del trastorno por estrés postraumático (TEPT). 

La secuelas del trauma

¿Hasta qué punto un trauma en la infancia marca la vida adulta?

Un trauma infantil, como el abuso sexual, la negligencia de los cuidadores o el bullying, multiplica hasta tres veces el riesgo de padecer una enfermedad mental en la edad adulta. Es el resultado de una publicación nuestra, un metaanálisis dado a conocer en 2023 con más de 93.000 casos que tuvo un gran impacto mediático. También hemos constatado que el trauma en la edad adulta puede ser el origen de un problema mental posterior. Un artículo reciente en The Lancet ha hallado que el trauma debido al  mobbing (acoso laboral) puede dar lugar a una depresión.

En su unidad de psiquiatría apoyan el tratamiento farmacológico con la EMDR. Son innovadores... 

Estudié psiquiatría en Alemania, mi país de origen, y allí, como en otros países europeos, es obligatorio realizar alguna formación adicional de psicoterapia. Me formé en terapia cognitivo conductual, que es útil, pero resulta a veces difícil de aplicar a la hora de intentar cambiar el pensamiento patológico del paciente. En 2008 empecé a interesarme por la terapia EMDR, que se había demostrado efectiva en el tratamiento del TEPT, me formé y lo incluí en el tratamiento con mis pacientes. Como mi investigación siempre ha estado focalizada en el trastorno bipolar (enfermedad que va de la depresión a la euforia y viceversa), pensé que podía ser un buen estabilizador del ánimo junto con el tratamiento farmacológico.

¿Y lo es?

Sí. En una reciente publicación con seguimiento de doce meses hallamos que, en comparación con las terapias de apoyo, con EMDR los pacientes con trastorno bipolar mejoran en el ánimo, en síntomas depresivos, en irritabilidad y en la euforia; también en el funcionamiento diario. Hay que decir que no va bien para todo el mundo. Con pacientes que han vivido durante 30 años una traumatización acumulada, que tienen trastorno bipolar, que abusan de sustancias, con un caos en casa y sin apoyo social,  no podemos solucionarlo con 20 sesiones de cualquier psicoterapia o en una estancia de tres meses en un hospital de día. Faltan medios. Podemos avanzar, pero poco a poco. 

Cómo funciona la terapia ocular

¿Qué le parece más interesante en el tratamiento con EMDR?

En 1987, Francine Shapiro descubría una conexión entre el movimiento ocular y los recuerdos perturbadores persistentes, y a partir de ahí, comenzó a desarrollar la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares. Para que se entienda fácilmente: cuando movemos los ojos durante la fase REM del sueño, una de las funciones es el reprocesamiento de lo que nos ha pasado durante el día. Una hipótesis del mecanismo de acción de EMDR es que mover los ojos durante el día dentro del protocolo ayuda a reprocesar eventos traumáticos. Normalmente el cerebro repara de manera natural lo vivido, pero, si un acontecimiento (las imágenes, pensamientos y emociones perturbadoras) supera su capacidad para procesarlo, existe el riesgo de que se desarrolle un trastorno por estrés postraumático que hay que tratar. Estos recuerdos traumáticos están almacenados en el sistema límbico y, si hay un desencadenante o una emoción, se activan fácilmente. Lo interesante del tratamiento con EMDR es que permite que estos recuerdos traumáticos pasen al córtex como un pasado sanado.

¿Y cómo lo consigue?

En un primer momento se buscan los acontecimientos traumáticos a lo largo de la vida de la persona que le impiden estar bien en el presente (abuso sexual, secuestro, maltrato psicológico o físico, bullying...), se le estabiliza y se buscan las imágenes representativas que conectan con el acontecimiento traumático, la condición negativa asociada (como sensación de no ser merecedor o de no valer, culpabilidad...) y una condición positiva que le gustaría lograr en el futuro (sentirse reconocido y querido, vivir sin culpa…). Se le pregunta al paciente cuán creíble siente eso de uno a siete. Normalmente la cifra que nos dan es muy baja, porque la persona no se ve capaz de sentir la creencia positiva. Se le hace conectar con el sentimiento que le provoca el acontecimiento traumático (depresión, rabia, el sentimiento que sea), en qué parte del cuerpo lo siente y cuánta molestia le causa de cero a diez.

¿Y después?

Pido a la persona que active el evento, la cognición negativa, la emoción y dónde siente eso en el cuerpo. Después se realiza un movimiento horizontal de dedos muy rápido y la persona lo sigue con los ojos sin mover la cabeza durante unos 30 o 40 segundos. Cuando para de mover los ojos, se le pide que comente todo lo que le venga a la mente. El paciente lo verbaliza y se hacen tantas tandas de movimientos oculares como sean necesarias hasta que la molestia baje a 1 o 0. Poco a poco, lo negativo se va tornando positivo. Luego se instala con movimientos oculares lentos la cognición positiva, pensando en el evento traumático y al final se detecta qué sensación física tiene la persona después (por lo general se siente aliviada). 

¿Cuántas sesiones se necesitan para ver resultados?

Un trauma simple, como un accidente, un robo, un terremoto... es bastante fácil, pero tenemos muchas personas con trauma infantil, personas que han sufrido abusos,  enfermedad mental en la familia o pacientes que han estado en prisión... Al lado de nuestra unidad en Barcelona tenemos barrios desfavorecidos con problemas sociales graves, con tráfico de drogas, niños en la calle... esto requiere de más continuidad a nivel psicoterapéutico.

Sirve para tratar otros problemas

¿Sobre qué otras enfermedades mentales están investigando?

Sobre fibromialgia, por ejemplo, una enfermedad que afecta a más de 900.000 personas en España, la mayoría mujeres. Hemos visto que es una muestra muy traumatizada por eventos en la infancia, violencia de género o maltrato psicológico en la edad adulta, con mucho dolor emocional, que deriva en dolor físico. Ahora comenzaremos un proyecto financiado por el Instituto Carlos III con mi coordinadora de la Unidad de Investigación, la Dra. Alicia Valiente, y otros profesionales, donde vamos a utilizar una estimulación cerebral no invasiva para comprobar si facilita el tratamiento con EMDR. Luego hemos realizado dos estudios, no publicados todavía: uno multicéntrico de 142 pacientes con trastornos por sustancias y enfermedad mental con antecedentes traumáticos, y otro sobre primeros episodios psicóticos. Además, estamos finalizando otra investigación junto con el Hospital de Sant Pau de Barcelona de pacientes con Trastorno Límite de la Personalidad.

¿Existen diferencias entre mujeres y hombres por la manera en que reaccionan a los acontecimientos traumáticos en su vida?

Muchos hombres reaccionan con rabia, somatizan los acontecimientos traumáticos en el cuerpo y abusan de las sustancias adictivas. Las mujeres más bien lo expresan mediante la depresión,  ansiedad o alteraciones del sueño. Una publicación en The Lancet indica que el 50% de las personas que vemos en servicios de psiquiatría tiene un TEPT complejo. Nuestro objetivo es ser muy proactivos en investigación, ganar experiencia y ofrecer una buena intervención a los pacientes del hospital. 

¿Qué problemas de salud mental de los niños y adolescentes le preocupan más?

Los traumas infantiles por negligencia de su entorno, las tasas de suicidio, el bullying (agresiones o acosos verbales o físicos) y la adicción a la tecnología y a las redes sociales. El bullying es un problema enorme y crece de forma rápida por las redes sociales. Los niños que lo reciben sufren mucho, pero es importante enfatizar que muchas veces los acosadores tienen problemas en casa o han experimentado traumas que crean rabia y la ejercen contra los demás. Un estudio sueco muestra que tanto los niños que son acosadores como los que reciben los efectos del acoso tienen más probabilidad de tener un tratamiento psiquiátrico más tarde. Los programas antibullying en la escuela y la atención individual y familiar son muy necesarios y relevantes.