Escucha el podcast de Lidia González Alija, una meditación para ganar confianza en ti. 

La seguridad y la confianza son cualidades humanas básicas que necesitamos para sobrevivir, para encontrar nuestro espacio en el mundo y para mostrarnos en él. Por eso, la relación interna que tenemos con esas cualidades se convierte en la base de nuestro autoestima y de nuestra manera de relacionamos con las demás personas, con el mundo y con la vida.

A menudo cuando no encontramos esas cualidades en nuestro interior, acudimos a buscarlas fuera de nosotros, tratando de cubrir su vacío a través de otras personas o a través de cosas materiales y creando, por tanto, dependencia a ellas.

Construir una relación sana, amable y respetuosa con nosotros mismos contribuye a nuestra autonomía y a que podamos relacionarnos con nuestro entorno de forma sana y libre.

La importancia de reconocernos

En la base de toda relación consciente están la aceptación, el respeto y la compasión, y esto es algo que necesitamos tener presente para construir una relación sólida y sana con nosotros mismos que nos sirva de cimientos estables desde los que relacionarnos con las demás personas y con las situaciones que se presentan en nuestra vida.

En muchas ocasiones intentamos mantener las relaciones con los demás o con los acontecimientos de la forma que hemos aprendido que debemos hacerlo, aunque esa forma no se adapte a nuestra manera de operar en el mundo.

Esto hace que nos forcemos a ser lo que no somos, olvidándonos de nuestras necesidades o cruzando nuestros límites.

Cuando lo hacemos, la confianza en nosotros disminuye, y por lo tanto la confianza en el mundo y en las demás personas, ya que al no tratarnos bien instauramos la creencia de que nadie está dispuesto a hacerlo. Esto afecta a nuestras relaciones y a nuestra vida a largo plazo.

El agradecimiento por nosotros mismos en toda nuestra plenitud y el respeto por nuestros límites, necesidades y procesos interiores nos ayudan a reconocernos y a valorarnos por lo que somos en toda nuestra singularidad preciosa y por todo el potencial arrollador que hemos venido a ofrecer al mundo.

Cómo meditar para reconocerte

  • Siéntate cómodamente de manera que puedas mantener tu espalda erguida y cierra tus ojos.
  • Entra en contacto con tu respiración y obsérvala por unos instantes sin intentar cambiar nada.
  • Hazte consciente de la manera en que te percibes, sintiendo las sensaciones que afloran en tu cuerpo de esta percepción.
  • Ahora puedes percibirte desde fuera, visualízate desdoblándote y separándote de ti para tomar esa perspectiva externa. Siente desde aquí esa percepción de ti y siente las sensaciones presentes en tu cuerpo.
  • Conecta con momentos en los que no te tratas especialmente bien, en los que eres exigente o poco tolerante contigo, o en los que te limitas de alguna manera.
  • Pon una mano en tu pecho y siente lo que sientes al conectar con esos momentos mientras te visualizas delante de ti. Respira un poco más profundamente para dejar espacio a tus emociones.
  • Ahora puedes disculparte, diciéndote 'Lo siento por...' y expresándolo interiormente o en voz alta.

​Siente el efecto en tu cuerpo al disculparte contigo por todos esos momentos en los que no te has tratado bien.

  • Desde aquí puedes conectar con una sensación de agradecimiento por los momentos en los que has priorizado tus necesidades, has puesto tus límites sanos y has sido amable y paciente contigo.
  • Siente tu cuerpo ahora, hazte consciente de cómo te sienta tratarte así y pon toda tu atención en esas sensaciones.
  • Con una mano en tu pecho puedes darte las gracias expresándolo interiormente o en voz alta 'Gracias por...'.
  • Ahora siente sensorialmente el efecto de haberte reconocido y agradecido. Deja que las sensaciones afloren y mantén tu atención en ellas por unos instantes.
  • Hazle saber a esa versión de ti que tienes delante que puede confiar en ti, que escuchas sus necesidades y límites y que es tu prioridad.
  • Siéntete de nuevo y acoge todo lo que surja sensorialmente de ello dándole la bienvenida y el permiso para estar ahí.
  • Conecta con una sensación de seguridad, de que estás a salvo acogida o acogido por ti, e inúndate de ella. Abre tu pecho, respira más profundamente y entrégate a ti misma, a ti mismo, en confianza.
  • Poco a poco puedes comenzar a mover tu cuerpo y cuando lo sientas abre tus ojos.