La presión de ocultar las canas ha sido una constante durante años. Las mujeres nos sentimos naturalmente empujadas a acabar con ellas, a eliminarlas, incluso cuando, como sucede a mi edad, empiezan a aparecer las primeras. En cambio, en los hombres las canas parecen casi un símbolo de estatus, una etiqueta atractiva que les aporta distinción. ¿Por qué es así? ¿Cómo es posible que sigamos conviviendo con una doble vara de medir?
La psicóloga de la Universidad de Exeter, Vanessa Cecil, que realizó el estudio Edadismo y canas: ¿deben las mujeres mayores elegir entre sentirse auténticas y parecer competentes, puede ayudarnos a dilucidar la verdad tras la tendencia de teñirse las canas que se ha mantenido entre mujeres durante tantos años y porque cada vez hay más mujeres que se niegan a hacerlo.
Entre la aceptación y el estigma
La cultura occidental, desde hace décadas, ve las canas como símbolo de la vejez. Y no es una sorpresa para nadie que vivimos en una sociedad dedicada en cuerpo y alma al culto de la juventud. Si eres mujer, en particular, tienes prohibido envejecer. Una diatriba absurda que nos lleva a odiar cualquier signo del paso del tiempo, como las canas o las arrugas.
Aunque, como revela Cecil, con las canas vamos un paso más allá. Para muchos, las canas en las mujeres no solo son una señal de edad, sino también una de descuido. Es por eso, y por la relación que establecemos entre edad e incompetencia, que la psicóloga asegura que cuando se trata de las canas, las mujeres nos vemos inevitablemente obligadas a tomar una decisión entre ser auténticas o parecer competentes.
Una decisión de alto riesgo
Pese a lo mencionado, cada vez son más las mujeres que deciden no teñirse, aceptar sus canas y lucirlas con valentía. Y sí, hablamos de valentía porque, según el estudio de Cecil, dejarse canas es un riesgo. Como revela su investigación, “las canas en una mujer crean una de las personalidades menos deseables en la sociedad occidental: la de una anciana”
Aunque lo cierto es que el riesgo lo merece. Así lo revela una investigación realizada por la Universidad de Oxford publicada en The Journals of Gerontology, que asegura que las personas que aceptan su imagen sin ocultar el paso del tiempo presentan mayores niveles de bienestar emocional, disfrutan más de sus relaciones y tienen una mayor capacidad de autorreflexión. Es decir, que ser auténticas, en el sentido más físico de las palabras, nos ayuda a ser más felices.
Es innegable, sin embargo, que mostrar las canas implica pasar por un proceso interno que toca fibras sensibles. Mirarnos al espejo dejando atrás las exigencias de la eterna juventud implica aceptar que estamos envejecimiento, y el miedo a no gustar o la inseguridad por el que dirán también complica las cosas.
Aun así, quienes logran mantener su elección en el tiempo, descubren algo revelador. Una autoestima más sólida, una conexión más sincera con su propio cuerpo y una forma muy diferente de habitar la propia edad.
Cuidar las canas también es amor propio
Aceptar la edad propia no tiene nada de malo, pero para muchas sigue quedando el miedo a parecer descuidadas. Sin embargo, aceptar las canas no significa descuidarse, sino todo lo contrario. El mantenimiento de las canas, al igual que un tinte periódico, requiere de atención, cariño y una nueva rutina de cuidados.
Los tonos grises o plateados requieren de productos específicos para mantenerse brillantes y evitar los reflejos amarillentos. De hecho, existen todo tipo de champús y tratamientos especiales, como la línea Silver de L’Oreal, que ayudan a que el cabello canoso se vea saludable y lleno de vida.
También es importante elegir cortes que favorezcan la textura y el volumen. Las expertas señalan como los favoritos para lucir las canas el bob asimétrico, el pixie moderno o las melenas con capas largas.
Pero todos estos esfuerzos ya no irán encaminados a parecer más joven, sino a disfrutar de lo mejor de cada etapa y a resaltar la belleza natural.
Una declaración de principios
Dejarse las canas o no hacerlo es una decisión completamente personal, y nadie tiene derecho a juzgar lo que otra decida hacer. Pero si has llegado hasta aquí con el deseo de olvidarte para siempre de los tintes y abrazar tus canas, hazlo como una total declaración de intenciones.
Da este paso con la seguridad de gritar al mundo “esta soy yo, no necesito esconderme, no tengo que disimular”, porque tu valor nunca dependió de tu pelo. Y si vas a seguir tiñéndote, haz lo mismo. Tu valor no está marcado por tu edad, por el color de tu pelo ni por las decisiones que tomas. Tu valor, como el de cada persona en este mundo, es intrínseco e inseparable de tu persona.
Quizá por eso cada vez más mujeres dejan de someterse a reglas preestablecidas y deciden hacer con su pelo, sencillamente, lo que les apetezca. ¿Lo quieres con canas? Con canas. ¿Prefieres teñirte con tu color de la juventud? ¡Adelante! Y si lo quieres rosa, azul o amarillo, no te cortes. Tu pelo es tuyo, ese es el verdadero punto, y puedes hacer con él lo que quieras.
Si te ha interesado este artículo y te gustaría recibir más sobre estilo de vida saludable, únete al canal de WhatsApp de Cuerpomente.