La llegada de los niños cambia las relaciones de pareja y solo cuando el amor es verdadero sobreviven a esta etapa de la vida. En el siguiente video, Laura Gutman responde a una lectora, ofreciéndole su visión sobre el amor romántico, sobre cuáles son sus bases y su principal enemigo, que no es otra que nuestra propia infancia.

Creo que no somos los mismos que nos enamoramos alguna vez. Ahora no sé quién es él, pero tampoco sé quién soy yo. Me pregunto si tiene sentido que estemos juntos solo porque tenemos hijos en común y una vez tuvimos la certeza de querernos, cosa que ahora ya no tengo.

UN CONCEPTO ERRÓNEO

A lo que nosotros llamamos enamorarse la mayoría de las veces es un gran engaño, porque amar al otro es una capacidad con la que nacimos; sin embargo, como no fuimos suficientemente amados cuando fuimos niños, todavía estamos reclamando amor, así que difícilmente amemos al otro.

Lo que sí nos pasa es lo que nosotros llamamos mariposas en la barriga, que tiene que ver con la atracción sexual. Ese instinto, ese me gusta, me encanta, lo quiero… Eso es real, y si lo logramos, después lo llamamos enamorarse. Y aquí yo creo que hay un gran malentendido.

Después de ese enamorarse y de esa atracción que dura un cierto tiempo, tampoco muy prolongado, tenemos que empezar a ver si nos gustan las mismas cosas (no), si tenemos diálogos (no), cómo es la familia de él (un desastre), si tiene hijos del primer matrimonio (no los quiero ni ver), si uno es vegano y el otro carnívoro, si a él le gustan las películas de terror y a mí las románticas… Pero como al principio la atracción sexual es alta, decimos que estamos enamorados y en un momento dado decidimos emparejarnos, nos casamos o nos vamos a vivir juntos. O no, pero un buen día, de tanta atracción, la mujer queda embarazada y entonces decidimos irnos a vivir juntos.

O sea, que las parejas se arman de manera bastante engañada. A veces con más atracción, con más entusiasmo, pero también hay parejas que empiezan sin mucha atracción y sin mucho entusiasmo, incluso a veces más por mandato, porque me conviene, porque es lo que hay, porque… No todas las parejas empiezan así, pero el mejor de los casos, sí.

COLMANDO AL NIÑO INTERIOR

Entonces, cuando yo digo me enamoré, no es que decidí amarlo. Es que me enamoré yo, y me encanta a mí, y me gusta que me saque a pasear, me encanta lo divertido que es… Le estoy dando de comer a mi niño o a mi niña interior. Los dos estamos colmándonos de alguien que nos da algo que nos hace bien. Casi como una mamá. Como mamá no me colmó, ahora yo estoy con alguien que, además de que me encanta, me llena en algo. En otras cosas no, pero no importa.

Todos nosotros decimos a eso “me enamoré”, pero es muy distante de “le amo”, porque si le amo, le amo para acompañarle, le amo para apoyarle, le amo para facilitarle situaciones que para esa persona son más difíciles y para mí son más fáciles, le amo porque tengo ganas de amarle, le amo porque entonces hago crecer mi amor hacia el otro…

DAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO

El amor es algo que se va construyendo poco a poco, porque tengo ganas. Amarle es de mí hacia él, no es de él hacia mí. El amor es una construcción. Amar al otro es un recurso que yo tengo. Amarle y amarle y ayudarle a que florezca, a que use todos sus recursos para el bien de otro prójimo. Es apoyarle, es acompañarle, es estar disponible, es abrirme como una flor para dar con la mano totalmente abierta.

Eso es amar. Dicho así parece romántico, pero en realidad somos muy pocos los que estamos en condiciones de amar, porque para eso tenemos que haber sido amados cuando fuimos niños, y como la mayoría de nosotros no fuimos amados como nosotros en nuestro diseño original hubiéramos necesitado, llegamos a la edad adulta todavía queriendo resarcirnos y colmarnos, lo que impide que tengamos capacidad para decir: “Yo no necesito nada, es todo para el otro”.

EL VERDADERO AMOR NUNCA SE ACABA

Por eso, cuando viene una pregunta como esta, la respuesta es: “Nunca lo quisiste y probablemente él nunca te quiso a ti, sino que ambos os fuisteis compensando”. ¿Qué pasó? Pues que un día llegaron los niños y lo que él me compensaba y la otra me compensaba, ahora ya no está. Entonces, no es verdad que antes nos amábamos, porque el amor es algo que uno abona y construye todos los días. El verdadero amor no se acaba nunca, lo que sí se acaba es la atracción sexual, pero son dos cosas diferentes.

La atracción sexual es corta, pero el amor puede durar toda la vida porque lo abono. Si había atracción sexual y no había construcción de amor, cuando se acaba la atracción, se acabó todo. En cambio, si se acaba la atracción sexual en los términos en los que aparece al principio, pero hay nutrición de amor, la pareja puede seguir, porque la sexualidad también puede funcionar en el amor. Por supuesto, no es lo mismo al principio que después, pero sí puede funcionar en el amor.