Rabos de cereza

Los rabos de cereza se utilizan en fitoterapia por sus propiedades depurativas, diuréticas y calmantes.

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En marzo, si no ya a finales de febrero, empiezan a florecer los cerezos en muchos puntos de España, brindando paisajes tan inspiradores como los que se dan en el Valle del Jerte.

Son cerezos que se cultivan en áreas montañosas, con una relativa humedad, muchas veces de forma tradicional, y que ocupan grandes extensiones, no solo en Extremadura, también en Andalucía y en el Valle del Ebro.

España es, junto a Italia, Alemania y Estados Unidos, el máximo exportador mundial de cerezas. En estado silvestre, los cerezos se encuentran principalmente en márgenes de bosques caducifolios del norte de la Península y zonas montañosas aisladas del resto.

Son árboles de hasta veinte metros de alto, con la copa ancha y las hojas ovaladas y puntiagudas, brillantes por el anverso. Las flores, agrupadas en umbelas, son de color blanco, muy bellas y aromáticas. 

Del fruto, la sabrosa cereza, se cultivan diversas variedades. Es una fruta exquisita, que apetece tanto de postre como a deshoras y con la que se pueden elaborar deliciosos zumos, helados, batidos, confituras y pasteles.

Son ricas en antocianósidos –el pigmento que les confiere el color rojo–, sales minerales y vitaminas, y tienen propiedades remineralizantes, depurativas, desintoxicantes y antibacterianas.

Su fibra las hace también ligeramente laxantes.

Propiedades medicinales de los rabos de cereza

En fitoterapia, sin embargo, no es el fruto la parte más comúnmente utilizada, sino los pedúnculos o rabillos que los unen a las ramas. Contienen sales potásicas, derivados salicílicos, flavonoides y taninos.

Además de atribuírseles propiedades diuréticas y depurativas, se consideran analgésicos y febrífugos.

En los herbolarios se recomiendan los rabillos para favorecer la emisión de orina, desintoxicar el organismo y hacer frente a diferentes afecciones genitourinarias: edemas, infecciones como la cistitis, la inflamación renal y la formación de piedras en el riñón.

Se aconsejan asimismo para reducir los excesos de ácido úrico y urea o la tensión alta, y en procesos gripales, para rebajar la fiebre y calmar el dolor.

Cómo se usan los rabitos de cereza

 

En los herbolarios se encuentran en forma de planta seca para decocción, extracto líquido y tintura.

También puede encontrarse y utilizarse el zumo de la fruta fresca con fines medicinales.

Infusión de rabos de cereza

Con rabos de cereza se puede preparar una tisana diurética y depurativa para eliminar toxinas. Esta infusión combina rabos de cereza, cola de caballo, grama, hojas de abedul y anís estrellado a partes iguales para desintoxicar el organismo.

  1. Se añaden tres cucharadas soperas de esta mezcla a un litro de agua y se hierve durante 2 minutos.
  2. Se deja en reposo otros 10 y se cuela.
  3. Una vez preparada, la infusión se puede ir bebiendo a lo largo de todo el día.

Almohadas con huesos de cereza para dormir mejor

En las cerezas nada se desaprovecha. Prueba de ello es el uso tradicional de sus semillas para rellenar cojines con fines terapéuticos.

  1. Se lava y se seca una buena cantidad de semillas.
  2. Se calientan brevemente en el microondas o en el horno caliente ya apagado.
  3. Se rellena con ellas el cojín.

Esta masa de semillas capta muy bien el calor, pero lo dispersa de manera progresiva, lo cual resulta ideal para descontracturar y relajar la musculatura del cuello y las cervicales, y para aliviar las lumbalgias.
 

Jordi Cebrián. Asesora: J Mª Teixé, herborista de «El Manantial de Salud»