Chamán significa «el que sabe» o «el que ve», porque tiene la capacidad de adentrarse en realidades que no se aprecian a simple vista y gracias a ese conocimiento puede comunicarse con divinidades, maestros y ancestros, curar o adivinar el porvenir.

El chamán tradicional consigue su poder visionario a través de un largo aprendizaje de manos de otro chamán, que incluye ayunos, retiros, rituales y, en algunos casos, el consumo de plantas o setas que inducen estados alterados de conciencia. El objetivo, por tanto, es conseguir ese peculiar estado de la mente que permite a los chamanes volar o convertirse en animales poderosos.

El chamán practica el arte de soñar despierto

Nos puede parecer extraordinario, pero es algo que todos hemos hecho en sueños. La clave del viaje chamánico es practicar el arte de soñar despierto y convertirlo en un aprendizaje constante. El antropólogo y escritor Carlos Castaneda describió el ensoñar como un estado más allá del sueño donde se realizan auténticas exploraciones en otros planos o dimensiones de la conciencia y de la realidad.

Este estado de conciencia tiene relación con los denominados «sueños lúcidos», durante los cuales la persona durmiente es capaz de controlar el contenido del sueño.

Existen ejercicios de autosugestión para inducir el sueño lúcido. Muchos practicantes lo utilizan simplemente para pasar un buen rato volando y realizando fantasías que solo son posibles en los sueños. Algunos deportistas lo emplean para perfeccionar su técnica, pues lo que practican dormidos luego se refleja sobre la pista. Pero el sueño lúcido también puede servir para desarrollarse emocional y espiritualmente. El psicólogo Paul Tholey lo ha utilizado para que los pacientes dialoguen con personajes y situaciones que aparecen en los sueños con el fin de superar conflictos psicológicos o síntomas como la ansiedad.

Ensoñar es un arte que permite adentrarse en otros planos de la realidad

Otra manera de alcanzar un estado no ordinario de conciencia es la terapia holotrópica, desarrollada por los psiquiatras Stanislaf Grof y Christina Grof, que se reivindica como una actualización de la experiencia chamánica.

Combina ejercicios de respiración, música y sonidos evocativos, dibujos de mandalas y trabajo corporal para provocar un estado de conciencia en que se pueden revivir acontecimientos importantes de la propia vida, interactuar con arquetipos de los inconscientes personal y colectivo o experimentar una sensación de unidad cósmica.

Estas visiones reproducen las situaciones que se dan durante el proceso de nacimiento, que marcan la constitución y estructura de nuestra psique a lo largo de la vida, y que se corresponden con las experiencias de los chamanes:

  • Unidad cósmica. Está asociada a la unión con la madre durante las primeras semanas de gestación, que ofrece seguridad y satisfacción permanente de todas las necesidades. Se siente paz y comunión con todas las cosas.
  • Peligro. Al comenzar el parto se experimenta angustia. Nos podemos ver arrastrados por torbellinos de agua o enfrentarnos a presencias que nos provocan miedo.
  • Infierno. En una fase avanzada del parto la sensación de atrapamiento se intensifica. Las visiones reflejan terribles escenarios sin salida y sensación de absurdo.
  • Muerte y renacimiento. El avance del feto por el canal del parto se corresponde con luchas titánicas y experiencias desagradables. Los chamanes describen desmembraciones realizadas por monstruos o animales feroces. Luego, al nacer, se produce una relajación, se puede ver una luz blanca o dorada poderosa y sensación de reconciliación con el mundo.

Todas estas experiencias colocan al protagonista del viaje ante realidades poco habituales. No son extrañas la revisión de vidas pasadas, encarnarse en un animal o encontrarse con seres no humanos. Estos fenómenos «revelan conexiones entre el individuo y el cosmos que son actualmente incomprensibles», dicen Stanislav y Christina Grof.

Exploraciones por los tres mundos

El antropólogo Michael Harner es probablemente el autor que más ha promovido la recuperación del chamanismo con sus libros La senda del chamán y La cueva y el cosmos, ambos publicados por la editorial Kairós. En sus obras describe las distintas regiones de la realidad no ordinaria y los métodos para explorarlas.

Harner explica en sus obras que vivimos en el "mundo intermedio", que podemos percibir tanto de de manera ordinaria como no ordinaria. Además, en la realidad no ordinaria existen el "mundo superior" (donde se encuentran divinidades y maestros) y el "mundo inferior" (donde uno puede encontrar su animal de poder).

Cómo practicar el viaje chamánico

Es posible introducirse en el viaje chamánico a través de la consulta con un psicólogo transpersonal o un sueño lúcido, pero muchas personas eligen hacerlo con la orientación de un guía experto y con el acompañamiento del ritmo de los tambores.

  • Para favorecer la entrada en el estado de conciencia modificado conviene seguir una dieta ligera o ayunar y abstenerse de consumir cualquier sustancia excitante, al menos desde 24 horas antes.
  • Cuando te sientas preparado, busca un lugar tranquilo y empieza con una práctica de meditación, yoga o taichí para calmar la mente y dirigir la atención al cuerpo.
  • Puedes contar con una imagen o un objeto en los que concentrarte y que sirven como portales de entrada al mundo no ordinario. Puede ser un mandala, una vela, un buda o una imagen mental.
  • Es útil acudir con una pregunta sobre una problema que te preocupe o una información específica que deseas averiguar.
  • Cuando te sientas listo, comienza a tocar el tambor o escucha una grabación (por ejemplo, esta: bit.ly/drums33). El ritmo debe ser rápido y constante, de cuatro a siete percusiones por segundo.
  • Mientras sigues los sonidos, concéntrate en la pregunta con los ojos cerrados. Permítete recibir imágenes, sonidos, olores y sentimientos.
  • Si aprecias que no avanzas, utiliza la imaginación: recrea, por ejemplo, la figura de un sabio. Lo esencial es tener la intención de penetrar en la realidad no ordinaria.

La práctica del viaje chamánico va conformando un mundo interior donde se hallan respuestas

A partir de aquí, lo que ocurra es algo muy personal. Es frecuente que nuestra mente «aterrice» en un «escenario» natural, como una playa o un bosque. Mantente abierto a lo inesperado, no desees controlar todo lo que va a suceder. Fíjate en cualquier cosa que aparezca, como animales o personas. Pregúntales si te pueden ofrecer protección, poder y apoyo. Si sientes que la respuesta es afirmativa, hazles la pregunta.

Un viaje chamánico guiado dura, por lo general, de diez a veinte minutos, aunque no existen normas ni límites. Al final de la sesión, el ritmo de los tambores se acelera, uno agradece la ayuda a los personajes que han aparecido y se prepara para volver al estado de conciencia ordinario.

Abre los ojos e intenta recordar los detalles del viaje. Puedes escribir lo que has experimentado o hacer dibujos. Luego, en las siguientes horas y días, presta atención a las sincronicidades, a los sueños y a los sentimientos. Poco a poco, con la práctica, el mundo interior va tomando forma y los viajes resultan cada vez más significativos y de más ayuda.