Con la generalización de las piscinas cubiertas, todos los momentos del año son buenos para dejarse seducir por la invitación a sumergirse en el agua y practicar ejercicios fáciles y agradables que descarguen las articulaciones, tonifiquen los músculos, mejoren la respiración y la circulación, y relajen.

Ventajas de realizar ejercicios en el agua

El agua, con su efecto antigravitatorio, actúa como una gran aliada de las articulaciones: cualquier movimiento se realiza dentro de ella sin apenas carga en la columna, las caderas, las rodillas o las muñecas.

Cuando nos sumergirnos hasta la base del cuello, el peso del cuerpo llega a reducirse un 90%. Esta es una gran ventaja, especialmente para quienes sufren alteraciones articulares como artrosis o artritis.

Por otro lado, al oponerse al movimiento, el agua aumenta el esfuerzo muscular que se ha de realizar para cualquier acción.

Combinando estos dos efectos del agua sobre nuestro cuerpo, encontramos que es un medio ideal para trabajar bien la musculatura sin sobrecargar las articulaciones.

La tercera gran ventaja de los ejercicios subacuáticos es su poder relajante: por la descarga de peso y por otros mecanismos de tipo neuromuscular, se produce de forma espontánea una relajación del tono. Los beneficios en las contracturas musculares son evidentes.

¿Qué ejercicios se pueden hacer en la piscina?

Más allá de nadar, podemos aprovechar el agua para realizar distintos ejercicios que aprovechen estas ventajas para ponernos en forma.

Algunos ejercicios para realizar dentro del agua son:

  • Mover las piernas como unas tijeras cogido al borde de la piscina
  • Hacer bicicleta moviendo las piernas hacia delante y hacia atrás
  • Rotar la pelvis hacia un lado y hacia otro como si se llevara un aro en la cintura
  • Mover los hombros adelante y atrás
  • Llevar la mano a la escápula por detrás
  • Rotar las muñecas
  • Caminar alternando el movimiento:
    • Empieza caminando hacia delante un par de minutos y otros tantos hacia atrás. Es un buen precalentamiento y permite que el cuerpo se adapte al movimiento en el agua.
    • Luego camina de puntillas un minuto y sobre los talones otro minuto.
    • A continuación camina con los bordes externos de los pies y después con los bordes internos.
    • Ahora camina sin desplazarte elevando las rodillas. Intenta que salgan del agua por delante de ti.

Es importante que las articulaciones implicadas en los movimientos que queremos realizar estén sumergidas en el agua.

Antes de empezar, conviene pasarse 5 o 10 minutos adaptándose al medio acuático.

Al terminar, también es bueno dedicar 5 o 10 minutos a realizar movimientos espontáneos, relajarse flotando o jugar.